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Me levanté llena de ira y exploté.

- ¿Qué pasa? ¿Es que te doy pena? ¿Es eso? - me acerqué hacia él y le apunté con el dedo índice - La gente como tú es la que más asco me da. Gente que le sobra el dinero y se aprovecha de cualquier mendigo que encuentra por la calle para hacer la buena acción de su vida y sentirse mejor consigo mismo. ¿Pues sabes qué? No necesito tu caridad. Me las he apañado viviendo en la calle desde que tengo 18 años y así seguirá. Porqué gente como tú, niños monos de cara son los que me han jodido la vida. ¿Sabes lo qué es tener que vivir durante 18 malditos años en un orfanato y ver como todos los demás niños se van con famílias ricas y buenas mientras tú... Mientras tú eres dejada de lado por ser "rara"? - empecé a llorar. Era la primera vez que soltaba un discurso así y la primera vez que soltaba mis sentimientos a alguien - Dime, ¿lo sabes? - 

 - ¿Te parezco mono? - fue lo único que pudo soltar ese bastardo. 

- ¡Vete a la mierda! - grité tirándole una piedra que encontré en el suelo que, por mala suerte, falló.

- ¡Oye! Casi me matas, ¡Inconsciente! - dijo ahora con algo de ira.

Me acerqué a él y se lo repetí muy lentamente.

- Ve-te a la mier-da - me senté bajo el árbol eperando que volviera a su camino de una maldita vez.

- Mira niña, te lo diré por última vez: voy a sentarme en el coche, dejaré la puerta abierta y me esperaré cinco minutos. Si subes, tendrás una cama esta noche. Si pasas de 6 minutos, me voy - 

Me aguanté las ganas de escupirle en la cara mientras se alejaba. No sería la primera vez que pasaría en la calle, no es la primera vez que me intentarían atracar y se irían al ver que no tengo nada, no sería la primera vez que me intentarían violar, no sería la primera vez que casi muero de hipotermia... Pero si sería la primera vez que me dejaría llevar por el miedo.

Me giré y entré en el coche. Sí, por primera vez el miedo pudo más que el orgullo.

- Arranca y no me hables - solté cerrando la puerta.

El chico rubio arrancó y se fundió con la carretera. Su sonrisa de satisfacción le ocupaba la cara entera y mi orgullo se iba corriendo.

Fue contradictorio el hecho de que me subí en ese coche por miedo a la nohe, a lo desconocido. Pero tampoco sabía donde iba ni quién era ese chico. Le miré por primera vez fijamente y quise buscar respuestas, pero mi instinto no funcionaba.

- Oye rubio... - no iba a abandonar mi actitud de chulería - ¿dónde me vas a llevar? -

- A mi casa. Ya te lo he dicho - soltó mirándome por el rabillo de ojo. 

- Te dedicas a la comedia, por lo que veo. ¿No? - contesté irritada

Estaba asustada. Bueno, quizás esa no es la palabra pero... Digamos que estaba epectante a lo que viniera y, que me contestara de esa forma me ponía de mal humor. 

Él solo rio. Yo, sin esperar nada más de él, opté por husmear la guantera. Quizás eso me daría alguna pista. El chico se percató de lo que hacía pero simplemente soltó una pequeña carcajada mientras me observaba de lado.

"Vaya, un paquete de condones sin abrir..." pensé. "Fecha de caducidad..."   

- ¿2012? - dije ya en voz alta riéndome - Vaya... sigues siendo virgen, ¿o qué? -

- Quizás es que no los necesito con mi novia - contestó desafiante

- Y seguro que no los necesitarás más como tu novia se entere de que me llevas a tu casa - devolví aun más desafiante.

- Paso de novias. Estáis todas locas - dijo ahora más serio.

- Dijo el que se dedica a perseguir a chicas por la noche - añadí rodando los ojos.

- Oye, si no fuera por mi te estarías congelando en la calle - su actitud vacilante se volvía más y más chulesca a momentos. 

- He vivido en la calle desde pequeña, ¿crees que me haces falta, imbécil? -

- Eso pensé en cuanto subiste rápidamente en mi coche - contestó frenando ante un pequeño atasco

Sin pensarlo dos veces abrí la puerta.

- ¡¿Qué haces loca?! ¡Cierra! ¡Estamos en medio de la autopista! -

- ¡Voy a bajarme! ¡No te necesito para nada! - salí del coche dispuesta a cruzar los 3 carriles hasta llegar a la cuneta pero me cogió de la parte trasera del vestido y me tiró de nuevo hacia dentro.  

- ¡Deja de hacer el gilipollas y deja que te ayude! - 

La primera vez que oía a ese chico con cara de no haber roto nunca un plato me puso los pelos de punta. Joder. 

La continuación del trayecto fue en silencio. Ninguno dijimos nada más. Incluso cuando llegamos bajamos en silencio hasta que decidí romper el hielo.

Abrió la puerta y dejó las llaves en un cuenco que había en el recibidor. Yo entré detrás de él y desaparecimos en la oscuridad. Avancé unos cuantos pasos por puro instito hasta que por fin abrió la luz. Esa casa era enorme, de gente que maneja dinero.

- ¿Mi cama? - una simple pregunta.

- ¿Cama? - dijo con una carcajda - Tu duermes en el porche con el perro - de repente cambió a un tono más serio que hizo replantearme que lo hubiera dicho en serio. Por suerte bromeaba, pues en seguida soltó otra carcajada.

- Ja   ja - forcé una risa - realmente pagaría por escuchar tus chistes - 

- Ven anda - 

Lo seguí a través de unas escaleras que subían. Ahí entramos en una habitación enorme, elegante pero moderna. Por la decoración, la ropa y alguna que otra foto era la suya. Era la del rubio. 

- Toma, coge esta camiseta y métete ya en la cama - dijo tirándome un trozo de tela que parecía un trapo. Él, dispuesto a irse.

- Eh, ¿donde vas? No puedes dormir con una tía al lado o qué? Realmente voy a pensar que sí eres virgen - dije tentándolo antes de que se fuera  a dormir al sofá.

HELL ABOVE (Bill Kaulitz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora