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Mark sostenía aquel viejo libro en sus manos mientras a su cabeza lo atormentaban cantidad de preguntas.

Primero: ¿Cómo había llegado aquel libro hasta la biblioteca de la universidad? Él tenía esa y otras pertenencias de gran valor muy bien guardadas en un baúl en la despensa del departamento; le aterraba el solo hecho de pensar que alguien había entrado a su despensa o peor aún, que alguien había entrado a su departamento y él jamás se dio cuenta.
Segundo: ¿Ella no era Yoonhe? Sus palabras le dieron a entender que no, pero la forma en la que lo mira, directamente a los ojos, le dice todo lo contrario.

Esos ojos castaños son idénticos a los que él dejó llorar, y permitió que se poblaron de dolor y amargura.

¿Acaso Nam Yoonhe tenía una hermana gemela? En ese caso las cosas tendrían algún sentido, pero era aquello totalmente imposible, la Nam Yoonhe que Mark conocía no tenía ni un solo hermano.

Camino descalzo por la habitación y cerró la ventana de su habitación anulando todo tipo de iluminación que entrase por esta, tan solo el brillo opaco de la lámpara al pie de su cama le brindaban algo de buena visión y le permitieron avanzar otros pasos más hasta recostarse en su cama.

Dejó el libro en su mesa de noche y con muchas inquietudes aún se hecho a dormir o al menos a intentarlo.


(...)



Su última hora de clases estaba llegando al fin.
A decir verdad, se pasó casi todas las horas intentando mantenerse consciente y despierto, la noche había estado llena de pensamientos y de insomnio, cuando el sol salió parecía que su sueño había vuelto con el, pero era ya tarde, debía marchar a la universidad.

No logró encontrar muchas respuestas por la noche, la única solución a la que logró llegar, fue que seguiría buscándola, indagaria hasta tener la certeza de era la Nam Yoonhe que él tanto esperaba; si ella no quería aceptarlo entonces él lo descubriría.

El sol caía y está vez no habían lindos matices, las nubes estaban extintas y el cielo simplemente se oscurecía lentamente.

Salió tal y como el día anterior a dar una fugaz búsqueda en los salones, laboratorios y otros ambientes del amplio campus.

Finalmente, y como lo supuso, ella no se encontraba en ningún lugar. Solo quedaban dos opciones: se había marchado ya o estaba en la biblioteca.
Optó por la última opción y se dirigió allí con prisa.

A comparación de la vez pasada, esta vez el lugar escaseaba de gente. Tan solo se encontraba allí una bibliotecaria somnolienta que no lo vio entrar y ningún alma más por allí; todo estaba en más silencio de lo común.
Pero aún así empezó a viajar entre los altos estantes repletos de libros y olor a papel viejo.

Pasó por la sección paralela a la sección de ficción, la sección de terror y suspenso, y al igual que las otras secciones, esta se encontraba desierta.
Era tanto el silencio que pudo oír claramente el sonido de un libro deslizarse de su estante. Siguiendo su oído y ese único sonido, sacó un libro del estante que creyo estaba del otro lado del libro recién retirado.

Tal y cómo lo supuso, el otro lado estaba vacío y a lo que su vista le alcanzó a ver, no había nada del otro lado, solo un dulce perfume a vainilla extremadamente familiar. Olor que lo impulsó a correr para pasarse al pasillo del costado.

Al llegar al inicio del pasadizo de altos estantes solo estaba aquel olor a vainilla mezclado con el olor que destilaban la hojas de los libros más viejos, no había nada más, no estaba ella.

Soltó un suspiró y bajó su rostro observando sus zapatos. Se sentía un loco estúpido que hasta alucinaciónes tenía ahora.

—Lee Minhyung, ¿me sigues confundiendo con alguien más?

Los pelos de Mark se le pusieron de punta al oir su voz detrás de él.
Se giró bruscamente y se hallo cara a cara con la Yoonhe de ahora, una chica sin muchas expresiones y actitud fría.

Inmediatamente sus ojos se conectaron con los de la chica, está le extendió algo frente a sus ojos: su ID universitario; algo que se supone debía estar en el bolsillo de su pantalón pues esta mañana lo había usado para entrar.

—¿Minhyung? —preguntó extendiendole con insistencia el objeto.

Mark asintió torpemente y lo tomó de la mano de la chica.

—Si estas buscándome para despejar tus dudas dejame decirte que poseo un nombre muy genérico, dudo demasiado haberte conocido alguna vez en mi vida, yo no olvido un rostro jamás. —habló rápidamente sosteniendo un libro con su brazo derecho y aprisionandolo a su pecho—Hay muchas Nam Yoonhe y no soy la que buscas.

Mark simplemente no podía soltar alguna palabra, su perfume lo atontaba y el profundo castaño de sus ojos lo hipnotizaba.

—En el mundo no existe otra Nam Yoonhe como la que yo busco. —respondió algo tímido pero sonando atrevido y seguro.

Los ojos de la chica se abrieron amenzantes y ladeo su cabeza analizando con más detenimiento al chico frente a ella.

—Tal vez pueda ayudarte. —curvo ligeramente sus delgados labios y bajó la intensidad de su mirada—He conocido muchas personas con un nombre igual al mío, si tu traes una foto de aquella chica que tanto anhelas ver, puedo ayudarte a encontrarla, incluso si no la he visto antes.

Era confusa la forma en la que ella cambiaba de ánimo, primero parecía algo molesta por la insistencia de Mark, y ahora había cambiado drásticamente su expresión a una más amable y sonriente; parecía ser otra persona.

Mark, confundido, decidió seguir lo que para él era un juego de parte de Yoonhe, aunque no entendía bien que quería ella con eso, iba a acceder para darle la abierta oportunidad de aceptar la identidad que ella negaba misteriosamente.

—¿Una foto? —ella asintió ampliando un poco más su sonrisa—Bien.

—Ya sabes donde encontrarme, Mark Lee. —devolvió a su rostro nuevamente esa dureza y frialdad para luego pasar por un costado del chico dejándolo totalmente extrañado y hasta quizás asustado.

Esa forma en la que salió su nombre de sus labios era la misma forma en la que sonaba hace algunos años viniendo de la dulce Nam Yoonhe, que, definitivamente, no se parecía en nada en cuanto a personalidad con esta nueva Nam Yoonhe. Pero cada vez tenía él más certeza de la identidad real de aquella figura delgada y de piel tersa. Pero le aterraba el solo pensar porque se lo estaba negando.
Tal vez lo odio tanto que llegó a eliminarlo de su memoria o quizás había sufrido alguna clase de accidente donde había tenido una repentina amnesia, así como suele suceder en las peliculas.

Pero tan solo pensar en que fuese algo más le erizaba la piel.
Tal vez él, en su desgana de comer estaba empezando a ver visiones, o simplemente era de su voluntad encontrar algún parecido a la fuerza en ella y la chica que tanto quería encontrar.

Las ojeras en su rostro eran notables, por lo que se vio obligado a tomar una de esas pastillas que lograban durmiera bien e hicieran a un Mark Lee nuevo al día siguiente.
De cualquier forma, va a llevarle una foto con las esperanzas de que no este siendo una simple locura suya.








¡HI!

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¡HI!

gracias por la cálida acogida a la historia.
Espero este siendo hasta el momento de su agrado.
❤️❤️❤️

SMITHEREENS ➤ Mark LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora