—Me he tomado el trabajo de hacerte esto, mi madre es doctora y puede hacer justificaciónes médicas. Presentalo en la oficina y lo único que tendrás que hacer luego es ponerte al día. —extendió frente a él un sobre amarillo.
Mark Lee parpadeo rápidamente observándola y recibiendo lentamente el sobre. No entendia bien el motivo de su bondad, o la bipolaridad en su actitud y decisiones, pero de algo estaba seguro, tiene unos ojos realmente hipnotizantes.
— ¿Qué esperas? —preguntó con un tono de voz firme y algo elevado, Mark salió de su trance y sonrió tontamente— Las clases inician en unos minutos así que es mejor que te des prisa con eso.
Y sin más decir se dio media vuelta y caminó con ese paso de modelo con el cual solía pasearse por todo sitio.
Mark suspiró con pesadez y contó hasta 20 para poder dejar de verla y correr hacia la oficina de coordinación.
— Bueno, puede volver a sus clases. —respondió con una voz arrastrada, y casi sin mirarle, la encargada de la oficina.
— Gracias. —hizo una pequeña inclinación de forma educada y con cierta inseguridad, pues tenía la leve sensación de no caerle muy bien a aquella mujer, y salió de la oficina evitando hacer mucho ruido, pues el ambiente lucia lo suficientemente silencioso como para que a él se le ocurriera tropezar con algo.
Una vez afuera apresuró su caminata a su salón de clases que, para su suerte, no estaba tan lejos de allí.
— Buenos días. —se apresuró a decir en cuanto le abrieron la puerta del salón. Él conocía muy bien las reglas, un minuto tarde significaba esperar fuera de la clase, clase en la que probablemente tratarían todos los temas que vendrían en el siguiente exámen o, mejor aún, tomarían un examen sorpresa que valdría al menos el 25 por ciento de la nota del semestre.
— Señor Lee, supongo que no tengo que recordale la regla pero ya que su compañera se tomó el trabajó de explicar su tardanza espero que a la siguiente no le tome tanto tiempo dejar una justificación. —el hombre, que era unos centímetros más alto que él, lo miraba con cierto recelo y molestia, pues de todos los maestros aquel era quién más se empeñaba en impedir la entrada de alguien pasados cinco segundos de la hora.
— Lo siento. —a Mark no le quedaba otra opción más que hacer nuevamente aquella reverencia.
El hombre se hizo a un lado y él pudo entrar.
Se apresuró a tomar un asiento bajo el incómodo silencio y miradas fijas de algunos compañeros.
— Te dije que te apuraras dejando ese papel.
Mark recién se sentaba en el único asiento que encontró vacío, y fue algo jocoso el brinco que dio en su lugar al oírla a su lado. Al girarse ella lo miraba fijamente con cierto reproche en la mirada.
— Yoonhe... —rió con cierto nerviosismo, porque sí, ella lo ponía muy nervioso— No te vi.
Una sonrisa ladina se dibujó en sus delgados y perfectamente delineados labios y regresó su mirada al frente.
— Nunca te das cuenta de nada Lee Minhyung.
Algo en los recuerdos de Mark le hizo doler en pecho, algo como si aquello fuera dirigido a el Mark del pasado. Así es, él nunca se dio cuenta.
(...)
— ¿Tu casa o la mia? —preguntó aún sentada al lado del chico.
Ninguno de los dos se movía de sus asientos. Y no era precisamente porque quieran quedarse hablando, Yoonhe no se movió de su asiento ni hizo el ademán de querer hacerlo, entonces Mark tampoco supo qué hacer exactamente, se sentía nervioso, extraño.
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SMITHEREENS ➤ Mark L
FanfictionDesde ese día hasta hoy, tú y yo hemos cambiado tanto. Desde ese día en que no te volví a ver hasta hoy que te vuelvo a encontrar, han pasado tantas cosas y recién me doy cuenta...todo lo que perdí.