Desde ese día hasta hoy, tú y yo hemos cambiado tanto.
Desde ese día en que no te volví a ver hasta hoy que te vuelvo a encontrar, han pasado tantas cosas y recién me doy cuenta...todo lo que perdí.
— Esto va a sentarle bien a tu estómago. —bajo la mirada incrédula de Mark, Yoonhe dejaba delante de él, sobre la barra de la cocina, un plato de una humeante sopa con un delicioso olor— ¡Deja de mirarme así! —exclamó ella en protesta algo cansada por la intensa mirada del chico.
Mark se sobresaltó en su sitio y volvió su atención al plato delante de él. Su estómago rugió y le pidió a gritos ingerir el alimento.
El chico no había soltado ni una sola palabra y no era precisamente porque no tuviera la suficiente energía para hablar, era más bien porque no sabía qué decir.
— El encargado en la recepción me dijo que no habías salido desde hace cuatro días y que estaba a punto de llamar a la policía porque creía que estabas muerto. —explicó mientras se sentaba a su lado en la barra de la cocina— Accedió a darme las llaves cuando le dije que era una amiga tuya, al principio creyó que era una broma, dijo que jamás recibes visitas.
Mark no supo qué más decir. Ahí tenía una de sus preguntas respondidas, una pregunta que él todavía no se había planteando con claridad. Otra vez ella parecía estar dentro de sus pensamientos.
Un gran ambiente de silencio se aperturo mientras la chica plantaba su mirada en su móvil y tecleaba mensajes en el.
— ¿Por qué lo haces? —Mark solto lo primero que se le vino a la mente.
Ella pareció ignorarlo pues siguió concentrada en su móvil sin despegar la vista de él. Mark se sintió algo incomodo y volvió a su comida.
— No creerás que voy a escribir treinta páginas sola ¿o si? —habló volteando su mirada a él— Te estuve esperando al día siguiente para empezar el trabajo, pero jamás apareciste, llamé a tu móvil y nunca contestaste; mi última opción fue venir hasta aquí.
Los ojos de la chica estaban concentrados en los de él, cosa que puso nervioso a Mark y se vio obligado a girar su rostro algo tímido para fingir concentración en su comida.
— Está muy rico. —comentó Mark desviando la atención de Yoonhe y riendo con nervios.
— Lo sé. La receta de mamá nunca falla. —sonrió y levantándose de su asiento y dando la vuelta a la barra quedando del otro lado justo frente al chico— ¿Deseas más? —preguntó en tono amable.
Mark observó su casi vacío plato y asintió rápidamente, la siguió con la mirada y analizando con detalle cada movimiento de la chica se empezaba a preguntar como ella podía ser tan bipolar. Le sonreía y fingía que le agradaba muy bien, y luego era cruelmente irónica al punto de hacerlo sentir muy mal. Definitivamente eso no era ni atisbos de lo que era su Yoonhe...
Yoonhe... El recuerdo de la chica volvió a apoderarse de él, entonces sus ojos empezaron a empañarse y su garganta a doler.
— Sé que la extrañas. Sé cómo se siente perder a alguien tan importante, alguien a quién amas y valoras mucho, pero, si algo he aprendido bien, es que no puedes volver el tiempo atrás... —la chica volvía a poner el plato frente a Mark, esta vez llenó y humeante nuevamente. Mark levantó su mirada triste y la observó con los ojos cristalinos; ella sonrió y una chispa de ternura alumbró en sus ojos cuando una lagrima empezó a resbalar por la mejilla del chico— Perdón si he sido algo cruel, pero hay algo que tienes que aceptar y aprender a vivir con ello: No hay nada que puedas hacer para enmendarlo.
Eso había sido un puñal al corazón del chico, la realidad lo azotaba despiadadamente y odiaba que ella tuviera la razón, pero era cierto, él no puede hacer nada para enmendarlo.
— Todos hemos perdido en algún momento de nuestra vidas algo que, sin darnos cuenta, era la chispa del motor de nuestra existencia, y, de alguna manera nos hemos sentido muy culpables, y quizás sí lo fuimos, pero no hay nada a nuestro alcance para arreglar las cosas, lo único que podemos hacer es honrar la memoria de esa persona, pensar bien de ella y recordarla con felicidad, jamás volverá y hay que aceptarlo. —las lágrimas desbordaban incontrolables por los ojos negros de Mark, lágrimas que empezaron a ser secadas por las delicadas manos femeninas que acunaba el rostro del chico.
Su tacto lo relajaba y extrañamente lo hacían sentir bien. Sus ganas de morir se disipaban y una pequeña luz asomaba en su oscuro corazón.
— Estás mal ¿te has dado cuenta, no? —delicadamente peinó algunos cabellos del chico— Dejala ir. Deja de pensar en ella, no volverá.
(...)
— Solo porque estas mal me quedaré hasta que te duermas, no tomes esto muy personal, quiero asegurarme que mañana amanezcas y vayas a la universidad. —la chica habló mientras caminaba de un lado a otro en la habitación bajo la completa atención de Mark quién aún estaba algo decaído y débil.
Yoonhe preparó amablemente la cama para el canadiense, cambió las sábanas y las cobijas, hasta las almohadas, y al terminado su trabajo, llamó al chico con un gesto.
— Cambiate esta ropa, ya está sucia. —la chica dirigió una mirada recelosa las prendas que llevaba puestas Mark y le lanzó a la cara otras que olían a recién lavadas— Rápido, cambiate.
Los cachetes de Mark enrojecieron inmediatamente y la miró aturdido.
— ¿Y vas a quedarte ahí mirando? —preguntó aterrado ante la respuesta.
Yoonhe no pudo evitar soltar una risa. — Mark Lee, no eres el primero ni último hombre que voy a ver en ropa interior, así que más te vale que te des prisa.
Algo en el estómago del chico se retorcio y sintió toda su cara arder.
Con pasos torpes, Mark avanzó hasta detrás de su escritorio que afortunadamente le tapaba de las cadera para abajo tapándose de esa forma de la mirada de la chica. Se cambio los pantalones y luego se cambiaría la camiseta. Empezó a quitarse la camiseta que tenía puesta y la quitó acomodandola en el respaldo de la silla frente a su escritorio.
— Buen chico. —sonrió satisfecha cuando lo vio cambiado— Ahora ven. Te contaré un cuento y dormíras cuál princesa.
Mark avanzó los cortos metros que lo separaban de Yoonhe y tratando de controlar su nerviosismo se recostó en su cama cubriéndose con las cobijas que tenían un relajante olor a flores. Ella se sentó a su lado y empezó a acariciar amablemente su cabello.
— ¿Qué clase de cuentos te contaba tu madre cuando eras un niño?. —preguntó mirándo pensativo a la nada.
— ¿Cómo sabes que mi madre me contaba cuentos? —respondió Mark inmediatamente con otra pregunta.
— Todas las madres lo hacen ¿no? —respondió manteniendo esbozando esa sonrisa tan cínica y loca propia de ella.
— ¿Tu madre lo hacía? —preguntó el chico sintiendo como su cuerpo empezaba a reaccionar a las caricias de la chica y se sentía ya adormecido.
Borró su sonrisa de golpe y el brillo de sus ojos desapareció y sus lindos ojos almendra fueron cambiados por el tono de un café opaco adoptando una sensación de ira. — No. Nunca lo hizo.
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¡HOLA! ✨✨💕💖✨⭐
SÍ, HE VUELTO.
¿Cómo están? ¿Han sufrido mucho por la actualización? Espero que no.
Perdón por haber demorado tanto, pero no me daba el tiempo de terminar el capitulo a pesar de que ya tenía gran parte escrito.