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Se supone que Mark solo tiene dos horas de clases ese día, pero ha decidido quedarse todo el día en la Universidad, va a hablar con ella y pedir una explicación, sin juegos, sin trampas.

La segunda hora ya ha transcurrido hasta la mitad y siente un fastidioso peso en la base de su cerebro, probablemente se deba al estrés que ha incrementado desde los últimos días.

— Quiero un ensayo de treinta páginas como mínimo para la próxima semana, de preferencia hagan grupos o parejas, es demasiado para uno solo. Me lo entregan en un formato decente por favor, no quieran pasarse de listos que eso les puede costar unos buenos puntos en su calificación de ciclo. —el profesor pronunció sus últimas palabras mostrando algo de molestia en el acento— Al primero que me entregué una hoja escrita a mano se la voy a tirar por la cabeza y le pondré un cero del mismo tamaño de su cabeza.

Se oyeron algunas risas y voces que pronto callaron.

La mente de Mark se quedó en la parte de hacer grupos, ¿con quién lo haría? No habla con nadie allí. No porque no quiera, todos lo ven con cierto recelo y se alejan inmediatamente él quiere acercarse.

La clase terminó minutos después y todos los alumnos ya hacían grupos o parejas para realizar dicho trabajo.

¿En verdad un ensayo de treinta páginas era mucho para él solo?

Mark se mantuvo sentado en su asiento mientras esperaba a que quizás alguien se acercase a él, aunque en el fondo sabía bien que no sería así.

Parecía ya que en aula no habitaba ningún alma, y, luego de haber estado allí sentado dando pena, decidió levantarse.

—  Treinta páginas es mucho para tí. —el eco de su voz retumbó por el aula a pesar de que el tono que empleo para hablar fue normal. Los ojos de Mark buscaron desesperadamente al autor de la voz pero de pronto el aula era demasiado grande— ¿Acaso Mark Lee es un genio? —soltó una risa irónica y fue con eso que Mark por fin pudo localizarla.
Hablaba desde el escritorio donde algunos maestros descansaban sus pies y otros apilaban montones de libros.

El canadiense no tardó en tomar sus cosas y bajar los desniveles hasta llegar al lado de la chica.

— Te voy a dar la respuestas a las preguntas que aún no te planteas. —empezó Yoonhe— Si tan solo levantaras tu mirada y fueras más consciente de tu alrededor te habrías dado cuenta que desde hace dos semanas compartimos esta y otra clase más. No estas solo porque lo demás te aíslen, estás solo porque eso es lo que buscas. Vamos a hacer el trabajo juntos, no me he negado a tantas propuestas por nada, no lo hago por tí, lo hago por mí. —ladeo su rostro y mostró algo de impaciencia al ver como Mark solo se quedaba con la boca abierta.

Ahí estaban sus respuestas y no tenía alguna objeción con ellas, solo pudo quedarse sin habla y algo atontado.

— Son las 10:00 a.m. —rompió el silencio y vio el reloj en su muñeca— Te enviaré la dirección a tu móvil, quiero que estés ahí a las 2:00 p.m, ni un minuto más, ni un minuto menos.

(...)

1:55 p.m y Mark suda hasta por los lugares que menos creyó poder hacerlo.

Se había replanteado en su mente algunas preguntas más y estaba dispuesto a decirlas sin temor alguno.

Dio unas cuantas vueltas por la frentera de la casa esperando a que sea la hora exacta, él se tomó muy enserio lo que ella dijo.

2:00 p.m en punto y Mark tocó el timbre a un costado de la puerta de madera con un extravagante tallado.
El intercomunicación emitió un sonido y seguido de el una voz.

SMITHEREENS ➤ Mark LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora