III

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["Tengo sexo porque lo necesito

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["Tengo sexo porque lo necesito

Tengo sexo cuando quiero

Tendré sexo contigo por amor e incluso si no lo siento

Tendremos sexo hasta que me venga.

Un beso a la vez.

Deseas que sea tuyo y espero que seas mío..."]

–Lurk, The Neighbourhood.







La noche era fría para su gusto, siendo sincero no era una persona que le gustara salir a esas horas de su casa sin embargo desde que vio esa melena rubia, acompañada de esos hermosos ojos verdes y una estrecha cintura, había quedado embobado.

Su compañero y amigo de cuarto, Jean, lo había convencido de ir a un club nocturno que el canadiense aseguraba, sería perfecto para él.

Llegaron casi a la media noche, entrando rápidamente gracias a que Jean conocía al dueño de aquel lugar. Rápidamente el ritmo de la música se apodero de sus oídos, haciéndole imposible escuchar con claridad, jean por su parte parecía estar sumamente feliz en su ambiente, llegando rápidamente a la barra para pedir algo, coqueteando de inmediato con las chicas presentes.

En un momento dado de la madrugada, Jean se largó con una linda chica, dejándolo a su suerte, harto de estar en ese lugar decidió pagar lo que había tomado e irse de una vez, pero de pronto alguien llego a su lado, pidiendo un trago caro.

No pudo evitar sentirse nervioso al ver lo guapo que era ese chico, parecía un ángel lleno de inocencia.

–Deja de verme así –Dijo sin más el chico, mirándolo de reojo, sonriendo travieso al notar el rubor en las mejillas del otro al verse descubierto. Rápidamente se sentó a su lado para acercarse a él y que este le escuchara claro – ¿Vienes solo?

–Estaba con un amigo, pero él se fue –Dijo de inmediato Otabek, sin poder evitar dejar de observar al rubio –Soy Otabek Altin.

–No es importante que te presentes, no pienso recordar tu nombre –Otabek no pudo evitar sentirse herido por las palabras del rubio pero por alguna razón su corazón no dejaba de palpitar – ¿Quieres ir a un lugar más tranquilo?

Otabek asintió lentamente, dejándose guiar por el contrario, a lo que al parecer era la entrada trasera del lugar, a pesar de la desconfianza que sintió al observar el lugar, las ganas de seguir charlando con el rubio no lo dejaban escapar.

Sin siquiera avisar, el rubio lo pego contra la pared para después besarle con ansias. Otabek trataba de reaccionar pero la lengua dentro de su boca le dejaba su mente en blanco, solamente hasta que sintió una mano pasearse sobre su entre pierna, reacciono.

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