Memories

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La brisa del viento era tan fría que provocaba los pelos de punta en todos los ciudadanos.

El invierno era la estación que más pegaba y abundaba. A algunos les encantaba, a otros les otorgaba un resfrío y los demás, simplemente se acostumbraban a ese delicioso pero casi mortal frío.

Los autos salían de acá hacia allá y de allá hacia acá, todos bien revueltos y con un aire de apuro. Todos queriendo llegar a su destino con una horda de desesperación por querer llegar lo antes posible para no ser despedidos de sus trabajos.

Los niños, bien abrigados se iban a la escuela y Kinder, en el caso de los menores. Todos listos para tener un día lleno de aprendizaje. Todos listos para seguir la segunda fase de su formación. Todos siguiendo el mismo destino que le depara el futuro para así ellos ser alguien en la vida.

Todos los patrones se repiten una y otra, y otra vez. Todo con lo mismo que seguir.

Entre tanta muchedumbre, tantos autos y viviendas, edificios y negocios que más abundaban en la ciudad se hallaba una linda tierna niña castaña.

Con una personalidad que hacía derretir a todos por su ternura, su humildad y respeto hacia los mayores deslumbraba a todos los ciudadanos que llegaban a conocerla.

Esa linda niña que había crecido con una intensa pasión por el baile y por los animales era la pequeña y hermosa hija de un empresario famoso de autos.

Un empresario que había hecho sacrificios y muchos pero muchos esfuerzos y trabajo arduo para sacar su empresa a lo más alto.

Y lo había logrado, pero ¿Cómo?

¿Cómo pudo si tenía tanta y fuerte competencia?

Fácil, él jamás se rindió. Sí, calló en muchas ocasiones pero eso jamás fue algo que le haya hecho tirar la toalla y dejarlo hasta ahí. Eso jamás le impidió a que tuviera esas intensas ganas de sacar su pequeña empresa hasta el más alto edificio que actualmente era.

No tenía mucho tiempo para su familia, las horas en las cuales compartía momentos con su familia realmente eran cortas.

No disfrutaba mucho tiempo con su familia, se la pasaba todo el día metido en aquella empresa que comenzó siendo algo muy pequeño y casi en ruinas.

Pero todo lo que tiene un comienzo totalmente quebrado, tiene un final asombroso.

Su empresa subió, se volvió famosa hasta el punto de juntarse con otra con el fin de mejorarla aún más.

Y había servido de mucho.

El haber hecho aquel trato había sido la mejor decisión que el señor Kim había tomado, había sido su mejor movimiento y estrategia para alejar a la competencia.

- Entonces, si no hay más que anexar, oficialmente nuestras empresas se han unido en un lazo que jamás podrá quebrantarse- sonrió más que contento el pelinegro estrechando su mano con el otro señor de cabellos morados.

- Nuestra unión será la clave para nuestro futuro éxito, estando juntos, seremos más fuertes que los demás- deshizo el estrechamiento y prosiguió a realizar una reverencia la cual le fue devuelta por el pelinegro.

- Nuestros descendientes harán una maravilla con las empresas, ya que sus conocimientos serían más profundizados que los nuestros a como va la tecnología.

- Y concuerdo contigo, sé que ellos serán los portadores de que este royo del procesamiento de las empresas crezca aún más- tomó entre sus manos la taza de café que no se había terminado.

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