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El pelinegro quedó sorprendido ante las palabras de su mejor amigos. Una sonrisa apareció en su rostro y lo abrazó.

—Me alegra que pienses en ti, y en Elián. Tu y tu hijo merecen una vida feliz, no tienes porque seguir aguantando al idiota ese.

El castaño hizo una mueca. —A pesar de eso, me duele dejar a Ari, aunque me divorcie lo sigo amando como el primer día.

Diego suspiró. —Lo sé, pero las cosas cambiaron y nada es igual.

Elián miraba a su papá, antes de hacer un quejido y levantar sus pequeñas manos.

—Papá. —fue lo que salió de sus labios antes de insistir en que el castaño lo cargará.

Temo miró a su hijo y sonrió. —Mi pequeño Eli, a ti te quiero muchísimo más.

El desayuno siguió transcurriendo normal, a pesar de que el rizado, no regresó a casa ese día.

En el alma ➳ AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora