Final.

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—No puedes seguir así, mírate. —por instinto se vió en el reflejo de la habitación.

Su aspecto se veía terrible, no se había bañado en una semana, las botellas de alcohol seguían regadas por la habitación. Habían pasado algunos meses desde que se divorció del castaño.

Y todo en su vida era un desastre.

Perdió su trabajo. Su familia. Su hijo. Su pareja. Y todo, por experimentar con mujeres.

—Lo perdí. ¿Qué quieres que haga?

—Entonces lucha otra vez por él, idiota. Deja de ser tan estúpido por una vez en tu vida, y búscalo. Dile que te arrepientes y que lo sigues amando. Dile, antes de que alguien más lo haga. —Diego salió de la habitación, dejando al rizado pensando en lo que le había dicho.












¿Cómo llegó al lugar tan rápido? No lo sabe, miraba la casa frente a él. Pancho se encontraba en la entrada mirándolo con el ceño fruncido. Pero no dijo nada, cuando el rizado se acercó a él y le suplicó ver al castaño.

Señaló la casa, y el rizado entró. Pancho no podía meterse en los asuntos de su ex yerno y su hijo.

—Temo...

Su mirada se posó en el castaño que miraba la televisión junto a Elián.

—Ari.. ¿Qué haces aquí? Hoy no te toca estar con Elián. —el castaño se pusó de pie y se colocó delante del rizado.

—No vine por él, vine por ti. Te amo Cuauhtémoc, y no sabes como me arrepiento de hacer lo que hice. No debí engañarte. Te prometí siempre cuidarte y respetarte, y no lo hice.

—Aristóteles...

—Shh, por favor, dime que aún me amas, te lo suplico. —lágrimas recorrían las mejillas del rizado.

—Aún te amo. —aquellas tres palabras, fueron suficientes para que el rizado volviera a sonreír. Abrazó al castaño con todas sus fuerzas.

—¿Volverías a intentarlo conmigo?

En el alma ➳ AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora