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—¿Qué? —el rizado quedó impactado ante las palabras del contrario. ¿Divorciarse? Jamás.

—Lo que oíste. Ya me cansé Aristóteles. Quiero el divorcio. —las palabras fueron firmes, pero no suficientes para hacerle entender al rizado.

—No. Nos casamos para estar juntos toda la vida. No quiero echar a la basura cuatro años juntos. —oyó como el castaño soltó una risa amarga.

—Lo echaste a la basura desde la primera vez que me engañaste. —sentía sus ojos picar de nuevo. No quería llorar, pero el ser muy sensible no le ayudaba mucho.

—¿De que hablas? Yo jamas te eng-

—Ya se todo Aristóteles. Sé de Yolotl, se de Alexa, ¿Sigo? Se de muchas personas, con las que compartí a mi marido. Pero ya no estoy dispuesto a aguantar todo esto. Mis abogados vendrán a verte mañana para la firma. —durante la plática, el rizado no había notado que el castaño tenía una maleta color roja en la esquina de la habitación.

En el alma ➳ AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora