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Temo tomó su maleta y dirigió una última mirada a Aristóteles.

—Puedes visitar a Elián cuando quieras. Siempre y cuando sea en mi presencia. —fue lo último que dijo antes de salir de la habitación, su habitación.

El rizado se quedó en el cuarto, con su mirada fija en algún punto del lugar. Pensó en todas las veces que engañó al menor. Dolía pensar que lo hizo concientemente, que en ningún momento se detuvo a pensar en el daño que le ocasionaba al castaño.

«Nunca sabes lo que tienes, hasta que lo pierdes»

El tenía a una familia que lo amaba demasiado. Y ahora, ya no está.

En el alma ➳ AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora