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Jimin suspiró perezosamente y miró a la nada por algunos segundos.

Quería regresar a su cama, pero sabía que tenía obligaciones que cumplir antes que seguir durmiendo como un flojo adolescente sin preocupaciones.

Era un adulto responsable y ahora tenía que esforzarse en cuidar a dos bolitas que se negaban siquiera a mostrar rastro de raciocinio y humanidad.

Jin era el autonombrado chef a cocinar y ahora Jimin tenía que arreglarselas con simples tutoriales de internet.

Escuchó un par de fuertes pisadas en dirección a la sala y suspiró con flojera. Aferró con ambas manos la enorme taza de café y se dispuso a regresar a su sofá.

Era demasiado temprano y el clima frío no favorecía en despejar su mente adormilada y abrumada con todo lo que tenía que hacer, ahora que Yoongi y Jin no dejaban sus formas felinas, él tenía más trabajo que hacer.

Jimin no quería hacer más que acurrucarse en su sofá el resto del día con su novio.

Sonriendo ante la imposible idea, Jimin dio un pequeño sorbo a su café y se encaminó hacia su sala para descansar por lo menos un poco antes de ponerse a trabajar en su hogar.

Tan pronto entró en la sala, un enorme pastor alemán caminó a su lado, estirándose en sus patas traseras antes de mirarlo con verdadera devoción mientras se sentaba en el cómodo sillón. Namjoon subió con facilidad justo después de él y acurrucandose sobre sus muslos, se dejó acariciar gustoso su suave y cálido pelaje.

— Buenos días Joonie... — Le saludó Jimin con dulzura.

El pastor alemán elevó ambas orejas en su dirección y agitó la cola con verdadera emoción.

Jimin comenzó a acariciar detrás de sus orejas con cariño y disfrutó ver a Namjoon derretirse en sus manos antes de remplazar su cuerpo por uno más grande y duro.

Con un suave crujido y un vibrante estremecimiento de músculos, el cuerpo entero del can se transformó en su regazo y Jimin sonrió sonrojado por la conocida desnudez de su novio.

Siempre se sentía hipnotizado por la magia oculta en su transformación.

Namjoon mostró sus hoyuelos con orgullo y también sonrojandose en lo más alto de sus mejillas, le miró dulcemente, acomodándose como pudo en el pequeño espacio entre su pareja y el sofá.

— Buenos días Jiminnie... — Le respondió Namjoon con ronca voz.

Y tal vez Jimin habría robado algún casto beso en los gruesos labios de su pareja, pero unos maullidos molestos les sacaron de su burbuja y les impidió a ambos continuar.

Jimin sintió sonrojarse aún más cuando Yoongi pasó a su lado firmemente y les juzgo con sus pequeños y oscuros ojos felinos.

— Buenos días a ti también Yoongi. — Le dijo Namjoon con amabilidad.

El pequeño minino oscuro le ignoró olímpicamente y parándose con arrogancia, cerró los ojos y se detuvo junto al sofá más grande. Esperando fiel por su pareja, que también en forma felina se encaminó con tierna firmeza justo detrás de él.

SeokJin caminó orgulloso y gallardo, meciendo su esponjosa cola blanca de un lado a otro en su brillante aparición, les miró brevemente con sus profundos ojos azules y con elegancia, brincó seguro hacia su adueñado sillón.

Yoongi le siguió fiel y se acurrucó inmediatamente contra él.

— ¿Buenos días?... — Intentó saludar Jimin.

Su voz había sonado insegura y confusa, pero aun así logró captar la atención de sus amigos. SeokJin agitó su cola y le dedicó lo que parecía ser una sonrisa gatuna.

Y Jimin también le sonrió.

SeokJin no estaba enojado con él y eso le hizo sentir un poco mejor.

Solo un poco mejor, hasta que Yoongi le gruñó fiera y se acostó frente a Jin para cubrirlo de su vista.

Sus ojitos oscuros le amenazaron en silencio y decidió apartar la vista.

Suspirando derrotado, Jimin se dijo que poco a poco podrían avanzar.

Por lo menos ese día parecía que los gatitos no iban a pelear entre ellos. Y eso era una buena señal.

Porque aunque era Jin quien había estado distante y gruñón hacia Yoongi, ahora parecía que no pensaba dejarlo ir.

Enternecido de cierta manera, Jimin disfrutó ver el cariño con el que esa mañana ambos mininos se trataban.

En esporádicas miradas, Yoongi le gruñía y mostraba sus pequeños colmillos, pero era rápidamente relajado con la lengua que le acicalaba con dulzura e infinito amor.

Jin se veía más cariñoso y tranquilo de lo habitual.

Pero Namjoon le repitió que tal vez es porque su celo se acercaba. Jimin no entendía eso que su pareja le explicó como un pequeño cambio en su aroma, porque Park no tenía un olfato de sabueso, literalmente. Sin embargo, se dejó tranquilizar con la idea de que Yoongi y SeokJin en unos días estarían de vuelta nuevamente en su compartido hogar.

Jimin intentó no preocuparse al ver a ambos mininos tirados todo el día en el sofá, sin pararse siquiera a comer ni hacer más que dormir y acicalarse.

Yoongi se veía más gruñón y sobreprotector que de costumbre y esa fue razón suficiente para que Namjoon le mantuviera alejado de los dos.

Jimin había intentado acercarse a ellos pero su pareja se lo impidió.

SeokJin todo el día acicaló tiernamente a su pareja y él se dedicó a observarlos en silencio.

Porque definitivamente algo no estaba bien con ellos dos.

Aún si estuviesen tranquilos y sin dar problemas, sabía que algo no era normal.

Sin embargo, no sabía a quién acudir si la situación llegaba a complicarse cada día más...

      
  
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
  
  
   
  
  
  
   
   
   
  
  
  
  
  
 
  
  
  
   

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Esta historia es realmente corta y cliché, pero me emociona escribirla, de verdad espero que ustedes también la disfruten.

Nos leemos en un ratito másgracias por todo

Meow Meow (SuJin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora