Capítulo 4

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Creo que ha pasado ya más de un mes, y hoy por fin, me siento mejor, creo que he vuelto. Decido levantarme de la cama, hoy iré al bosque.

 Me pongo mi ropa de caza, me peino con una trenza y bajo a la cocina, Peeta prepara el desayuno y cuando escucha mis pasos se vuelve y sonríe. Yo sin vacilar me echo hacia él  y lo abrazo.

-Gracias Peeta- le digo.

-No hay que agradecer, Kat.- Claro que lo hay.

 Él ha estado cuidándome todo este tiempo, el Dr. Aurelius le dijo que  podía encargarse de mí, pero Peeta se ofreció de inmediato para hacerlo; ha estado dándome de comer, vistiéndome, bañándome,  es tanto que agradecer, que no basta con un solo gracias.

Me suelta lentamente y dice:

-Katniss, mañana mismo sale el tren que nos llevará al Distrito 4.

-¿Ha pasado tanto?-. Me pregunto cómo una persona puede estar en depresión en tanto tiempo, pero recuerdo que mi madre duró aún mucho más.

-Sí Katniss.- Trato de enfocarme en lo que iba a hacer.

- Quiero ir al bosque.

 -¿Puedo acompañarte?- lo abrazo de nuevo y le susurro en el oído.

-Claro-. Él me da un beso en la mejilla y me invita a desayunar.

Cuando terminamos salimos al bosque, tomados de la mano, decido no cazar.

En vez de eso, vamos a donde han enterrado a Prim, un valle con algunas flores, entre ellas primroses. Le dejo un ramo de hermosas flores amarillas.

-Unas mas para tu colección- susurro y sonrío.

Vamos al fosa de Haymitch y dejamos algunas para él también.

Recuerdo cuando lo vimos partir, fue horrible.

Haymitch llevaba ya varias semanas sin probar una gota de alcohol, y sufrió síndrome de abstinencia. Se puso enfermo, temblaba y adelgazo mucho. Aprendió a criar a los patos, pero la enfermedad avanzaba,  hasta que al fin un día, acabó su sufrimiento.

Apenas amanecía, a pesar de que comenzaba la primavera, aún había algo de nieve acumulada sobre las calles de la Aldea. Escuchamos el grito de Hazelle y sus fuertes golpes a la puerta. Peeta abrió y ella nos dijo la noticia: a Haymitch le había dado un paro cardio-respiratorio.

No podíamos creer el hecho de que nuestro mentor, consejero, confidente, incluso amigo había partido de este mundo.  Otro más a mi lista de aflicciones.

-Te echamos de menos Haymitch- dice Peeta y seguimos hacia la plaza.    

Me lleva hacia una tienda de vestidos y trajes de gala, para comprarme el vestido que usaré en la boda de Gale, cuando entramos vemos de todo, vestidos de colores cálidos, fríos, con brillo, sin brillo, blancos, negros, pero ninguno me llama la atención, hasta que veo uno al final, me acerco a él y Peeta me sigue.

-Quisiera ver ese- le digo.

-Hazlo- sonríe despreocupado.

El vestido es hermoso, en la parte de arriba tiene una tela de seda y encima de ella un encaje, ambos color anaranjado, la seda de la falda también es anaranjada, pero un poco más clara, queda arriba de las rodillas, pero la malla con el encaje queda a los tobillos. Salgo del probador y Peeta me ve con mirada aprobadora, me miro en el espejo y lo que tengo delante de mí es hermoso, si no tuviera esa mirada vacía.

Katniss y Peeta: El Fin de La Revolución. SuspendidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora