O7 | SNAKES

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Si James se había olvidado por lo menos un poco de la profecía, de C.S. y del accidente de Albus, no fue por mucho tiempo. Tan solo una semana después, las cosas en la torre Gryffindor se revolucionaron bastante.

Aquel día había comenzado bastante tranquilo, cosa que había sorprendido al azabache, ya que Frank no había empezado a gritar con todas sus fuerzas para que se levantaran, Fred no le había lanzado cualquier cosa que estaba a su alcance para que se callara y Lorcan no se había puesto a cantar “The Best of Both Worlds” a todo pulmón. Tal vez había sido que la noche anterior se habían quedado hasta muy tarde planeando la próxima broma con Dominique, pero los cuatro amigos estaban bastante cansados.

James fue el último en levantarse y, mientras su primo y Lorcan discutían por quien usaba primero el baño y Frank se les adelantaba, divisó una hoja doblada bajo su almohada. Una oleada de miedo invadió al azabache, pero al ver las iniciales “C.S.” al final de la nota se tranquilizó un poco. Se podría decir que esa persona lo había ayudado ¿no?

Lo que le pasó a Albus no fue un accidente. Alguien los está tratando de herir. Tengan cuidado.
C.S.

Las sospechas de James habían sido ciertas. Por más que Dominique lo haya tratado de convencer de que Albus solo había perdido el control de la escoba por la euforia de haber atrapado la snitch y ganado el partido, el azabache no le había creído. Lejos de sentirse aliviado por saber que tenía razón, la incertidumbre de quién podría haber sido le carcomía el cerebro.

—Hermano —lo llamó Lorcan—, ¿te vas a quedar ahí sentado mirando el techo o vas a entrar al baño y cambiarte?

—Vamos, apúrate —Fred se acercó a él y lo empujó hacia el baño. James logró esconder la nota en el bolsillo del pantalón antes de que su primo la viera y tener que responder sus preguntas—. El desayuno es la comida más importante del día. Si no desayuno, no puedo concentrarme en clases y estudiar como se debe.

Frank soltó una carcajada y el pelirrojo lo miró con mala cara.

—Tu no estudias, Fred.

—¡Porque siempre me levanto tarde y no desayuno! —exclamó—. ¿A que las excusas de mi papá son geniales verdad? —agregó con una sonrisa divertida.

Frank negó con la cabeza arrastrando a Fred fuera de la habitación hasta la sala común donde Dominique los esperaba. Cuando James terminó de cambiarse, él y Lorcan los siguieron.

El camino al Gran Salón estuvo lleno de discusiones acerca de si Lorcan se parecía a Hannah Montana o no.

—Podrías haber sido Hannah Montana cuando eras rubio, Lorcan —negó Dominique poniendo fin a la discusión—. Aunque lo niegues, Lyssander es Hannah.

—¡Pero yo soy Miley! —gritó el chico en dirección a la chica mientras esta se abría paso entre la multitud de estudiantes que salían del comedor y se dirigían a sus clases.

James maldijo. Estaban llegando tarde nuevamente.

Por suerte para ellos, la primer clase era Herbología, impartida por Neville Longbottom, el padre de Frank, a quién no le importaba mucho si los alumnos llegaban a horario, lo único que hacía era hacerles escribir en una hoja las razones por las que llegaron tarde. Los alumnos debían pensar una excusa. Si alguna vez repetían alguna, estaban castigados.

—Weasley, Weasley, Longbottom, Scamander —llamó el profesor con las hojas en la mano—. Ya la semana pasada pusieron que un escarbato se coló en su habitación. Me temo que están castigados. ¿Potter? “Fui raptado por alienígenas, quienes me dijeron que no me iban a soltar hasta que se me haga tarde para Herbología”. Original, un poco fantasioso, pero original. Diez puntos para Gryffindor.

Oh, my Violet | James S. PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora