Estoy en el parque de atracciones con Bruno, vamos paseando tranquilamente mientras yo me como un algodón de azúcar, él está un poco distraído, parece estar buscando algo que no logra encontrar. Decidimos esperar un rato para montar en la montaña rusa, vamos mirando algunas atracciones y pasamos por una que es una enorme sala llena de espejos. Decidimos entrar, extrañamente, es la única atracción en la que no hay gente, algo extraño, ya que todas las atracciones del parque están repletas de gente haciendo cola para entrar en ellas. La sala es oscura, de luz tenue, totalmente silenciosa y hay una serie de espejos, estratégicamente colocados, para que no puedas saber por donde entraste o por donde quisieras salir. De repente noto que he dejado de estar acompañada, me giro y confirmo mis sospechas: estoy completamente sola. Voy buscando a mi alrededor para ver si encuentro a Bruno, pero ni rastro. Busco las señales que indican el camino a la salida, pero no logro encontrarlas e intento también encontrar a Bruno de nuevo, aunque quizá ya haya salido despavorido. Voy dando pasos lentos por el largo pasillo en zig-zag, me paro de vez en cuando para intentar recordar el camino por donde hemos entrado, pero es en vano. De repente noto una presencia, alguien está dando vueltas a mi alrededor, me giro rápidamente y miro hacia todos lados en busca de esa presencia, sé que está cerca, pero no la logro ver. De repente, alguien me coge por la cintura desde atrás y me empuja hacia una de los espejos, noto su cuerpo pegado al mío, pero no puedo soltarme, ya que me ha agarrado las manos por encima de mi cabeza con las suyas. Entreabro los ojos y me dispongo a pedir ayuda cuando de repente un susurro me deja paralizada. -Shhhh, no digas nada- me dice en voz tremendamente suave mientras va dejando un rastro de besos y pequeños mordiscos por mi cuello, mentón y lóbulo.
-Bruno- digo con la voz entrecortada y los ojos entrecerrándose. Intento decirle que pare entre balbuceos, pero no soy capaz de articular más palabras.
-No digas nada, nena- me susurra y sigue con su dulce tortura. De golpe me sube las piernas, obligándome a agarrarme con ellas a su cintura. Empieza a deslizar su mano desde mi muslo hasta el interior de mi vestido, ascendiendo cada vez más. De pronto, comienza a bajar más abajo del cuello y a dejar cálidos besos en mi hombro, clavícula y descendiendo más hasta llegar al pecho, zona a la que dedica más tiempo. Echo mi cabeza hacia atrás involuntariamente, a causa del placer y la apoyo en el espejo. Empieza a meter su mano entre mis muslos y a acercarse a esa zona de mi cuerpo olvidada hasta este momento, introduciendo los dedos por dentro de mi ropa interior y haciendo movimientos circulares. Gimo. De repente, me coloca las piernas hacía arriba y tira de mi ropa interior, noto su erección en mí, se desabrocha el cinturón, abre la cremallera, la alibera y apoya una de sus manos en el espejo. Se dispone a adentrarse en mí en 3… 2…1…
¡RIIIIIIIIIING! ¡RIIIIIIIIIING!
-¡Agh!- me despierto de golpe. ¿Pero qué? Dios, siento que me ahogo, tengo las pulsaciones aceleradas y escalofríos por todo el cuerpo. Es aquel sueño… pero ¿por qué Bruno? No lo entiendo. Apago el despertador, me apoyo en la almohada e intento calmarme. Me echo las manos a la cabeza pensando en el sueño y ¿por qué él? Paso un rato así hasta que decido levantarme. Cuando termino de asearme voy al salón, mamá y Robert están sentados tomando el desayuno y charrando, supongo que de el día de ayer, sin alzar mucho la voz para que mi hermano y yo no escuchemos parte de sus aventuras fuera de casa. Voy a la cocina y me encuentro con Nathan, está preparando su desayuno especial para su rutina diaria de machaque en el gimnasio, está tan concentrado en ello que ni se ha dado cuenta de que he entrado. Me acerco a la nevera y saco el zumo de naranja, cojo un vaso y vierto un poco de
zumo en él. Nathan sigue sin inmutarse, decido decirle algo, antes de que se lleve un susto y me eche las culpas de estropearle el desayuno.
-Buenos días- le digo con incertidumbre.
-Buenos días, nita*- se gira y me dedica una cariñosa sonrisa fraternal. Creo que ayer quedó con Sylvie, pero no estoy muy segura, así que decido no preguntarle nada para no truncarle el día de buena mañana. Me dirijo a la mesa dónde están sentados mis padres y me siento a acompañar la tertulia.
-Buenos días, ¿otro día animado ayer, eh?- les digo con una sonrisa un tanto irónica.
-Buenos días, cariño- me dice mi madre con una media sonrisa.
-Buenos días- me dice Robert con la misma sonrisa dulce de siempre.
-No os preocupéis, hoy también estaréis tranquilos, he quedado con Christie antes de la comida, así tendréis otro ratito para estar solos- cojo el zumo junto con un par de magdalenas y me dirijo a terminar de desayunar en mi cuarto. Intento no pensar de una manera demasiado egoísta, pero no puedo evitar que me duelan tantas salidas de mi madre después de lo que sucedió. Paso el resto de la mañana encerrada en mi habitación hasta que decido vestirme para ir a ver a Christie. Cojo algo de lo más sencillo, mi vestido color beige de estilo romántico, con la rebeca rosa palo y mis bailarinas a juego con el color del vestido, me recojo mi larga melena castaña oscura en una sencilla coleta alta, no demasiado apretada, y me doy un toque de brillo en los labios. Meto mis cosas en el bolso color marrón de detalles dorados que me regaló mi madre para mi cumpleaños y voy directamente a la entrada.
-¡Llegaré tarde, no me esperéis hasta la hora de la cena!- digo sin certeza de si han prestado atención a lo que acabo de decir o no. Cojo las llaves antes de salir, no vaya a ser que me suceda lo de siempre y cierro la puerta. Me dirijo tranquilamente por la calle con mi pensamiento centrado en ese chico. Voy recordando sus palabras mientras camino: "estate lista mañana a esta misma hora para nuestra cita" "no suelo actuar por las palabras de la gente, sino por lo que desean" ¿Vendrá esta tarde a buscarme? No creo… probablemente a mi sólo me vea como un pasatiempo más, seguro que hará lo mismo con todas las demás chicas. "Yo no soy especial" me repito varias veces en mi mente. Da igual, de todas formas no pienso malgastar mi tiempo esperándole. De ninguna manera. Lo lleva claro si cree que soy como las otras. Dije que no iría y definitivamente es lo que voy a hacer.
*"Nita" viene de "hermanita"*
Bueno este es el cuarto capítulo de mi novela "Nothin' on you" espero que os haya gustado :)
P.D: no tengo mucha experiencia escribiendo y mucho menos escenas subidas de tono :$ perdonar mi ignorancia, aunque espero que os haya gustado igual. Pregunta: Al leer el comienzo del capítulo, ¿ya os imaginábais que el tórrido encuentro entre Leyla y Bruno era un sueño? ¿O os ha sorprendido? dejar vuestros comentarios! :D Un beso y gracias por leer. ;-* YouLoveBM

ESTÁS LEYENDO
"Nothin' on you"
FanfictionLeyla es una estudiante de 19 años con una vida bastante simple: va a la universidad, colabora en casa, sale con sus amigas… todo bastante normal. Hasta que un día conoce a Bruno, un chico muy extrovertido, misterioso e inteligente, que le desestabi...