10. NECESIDADES Y UNA INTRUSA

6.1K 285 38
                                    


-Sam eres la mejor

-Lo sé, ¿pero porque lo dices?

-Tu plan funciona, Marcus está cayendo le lanzo indirectas y provoco, hoy ha estado a punto de decirme que quiere besarme pero su móvil nos ha interrumpido.

-Eso quiere decir que eres la puta ama, no cualquiera sabe hacer lo que estás haciendo tú.

-Gracias enserio- me abrazo- voy a seguir que me está esperando- y se fue

***

Era sábado por la tarde, estábamos en su apartamento, en el sofá. Adrián estaba sentado y yo estaba tumbada con la cabeza sobres su regazo mientras me acariciaba suavemente el pelo.

-Eres mi perdición Sam-susurró

-Y tú eres la mía Adrián.

-Me encanta saber eso, ¿Sabes? Nunca me han gustado los días de lluvia, pero hoy aquí en casa, contigo junto a mí... hace que me encante observar la lluvia caer- le miré y empecé a levantarme para ponerme a horcajadas encima suyo, pero entonces sonó el timbre.

-¿Puedes esperar un momento? Voy a ver quien es- asentí.

-Claro voy al baño- una vez ahí, oí una voz femenina y fue imposible no escuchar.

-Hola cariño- ¿cariño?

-Hola Amber

-¿Cómo estás? ¿Puedo pasar?

-Mejor que no, tengo visita.

-¿Una chica? ¿Tan malo fue para ti lo de la otra noche? Pensé que te había gustado- ¿la otra noche? ¿Estaríamos viéndonos ya?

-Eh bueno...- decidí irme, necesitaba pensar y aclarar ciertas cosas.

-Bueno profe gracias por las clases particulares, ahora lo entiendo todo mucho mejor. Pero debo irme, mis padre me esperan abajo.

-Espera...

-Adiós señorita, profe- salude educadamente.

Esa mujer era realmente bella, pensé saliendo por la puerta. No era muy alta, tenía un cuerpo bastante envidiable, era de tez blanca pero no mucho, era casi morena tenía unos labios finos y sus ojos verdes, su pelo era de color negro y largo hasta la cintura.

Al salir del edificio, empecé a andar, no sabía muy bien donde, no tenía rumbo fijo ya que no conocía bien la zona.

No sabía lo que había pasado la otra noche, pero lo imaginaba. No sabía si ya habíamos empezado a vernos o todavía no. No sabía si le había gustado. No sabía que éramos. No sabía si tenía derecho de estar cabreada con él ante la posibilidad de que días atrás se acostaran.

En resumen, no sabía nada.

Él es un hombre adulto, tiene 30 años, tiene necesidades y es muy guapo...

Yo simplemente soy una cría de 15 años, que ni sabe, ni puede, ni quiere –por el momento- satisfacer sus necesidades. Creo que debía hablar con él. Debía decirle lo que pensaba sobre esto. Entonces mi teléfono sonó.

-¿Si?

-Sam, ¿dónde estás?

Mi insoportable profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora