14. Claridad en la oscuridad

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Sacudió la hoja con una lista impresa, una y otra vez

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Sacudió la hoja con una lista impresa, una y otra vez.

—¿Qué pasa?

California sonrió maliciosamente, repetidas veces, sin importar cuánto más alimentara el morbo. ¿Qué hacía yo? Mirarla con determinación a la espera de que me mostrara lo que había subrayado en la lista de invitados que había impreso en una de las tantas máquinas de la biblioteca. Sin embargo, guardaba con recelo sus apuntes.

Exhausta por la escena, intenté quitársela, pero no resultó. Se aferraba a ella como si fuera un fragmento de su alma, así que insistí por última vez. —¿Dirás algo sobre ese papel, Callen?

Negó de forma fugaz. Luego ─después de varios minutos─ dejó la hoja tendida sobre la mesa, mientras se encargaba de supervisar el perímetro para averiguar si nos espiaban. Pese a que no había algún conocido en los asientos cercanos, simplemente alumnos concentrados en sus estudios, ella actuaba de forma paranoica.

—¿Qué dices de estos?

Miré sobre su mano, captando por primera vez lo que estaba impreso. Había varios nombres, de los cuales reconocí siete e ignoré los restantes veinticuatro.

—Son los principales sospechosos —susurró tras extenderme el papel. Así pude leer todo.

¿Quién encabezaba la lista? Por más irreal que sonara, no era Lawrence Evanston el principal contrincante, sino los hermanos Morgestein, de los cuales había oído hablar poco tras la corta conversación que mantuve con Maddison Alonne. Y, después de eso, estaba subrayado el nombre de Galia Chenoa y otros tres chicos más con los que había contactado de manera fugaz durante la fiesta. Conocía a pocos de ellos.

—¿Por qué Evanston no está resaltado? —Donovan bajó la mirada hacia donde señalaba, luego elevó los hombros como si fuera obvia la respuesta—. ¿Y bien?

—No necesitamos reafirmar lo obvio. Ahora, ¿de quiénes sospechas?

—Ninguno, pero creo que deberías de quitar a Chenoa de la lista —No le gustaba la idea—. Si Heartbreaker se entera de que la vinculamos a Evanston acabará discutiendo con nosotras. Además, no le demos más razones a él para estar enojado conmigo, ¿puedes?

—¿Galia?

Revisó una vez más lo que había escrito, luego me miró.

—Qué tonta —tachó el papel, eliminando el nombre—. Debe haberse colado, porque Chenoa estuvo con Dante todo el tiempo. Incluso hicimos video llamada durante la fiesta porque él se pasó con los tragos y andaba como loco llamando a todos sus contactos. Dijo que era el peor amigo por no haberme obligado a acompañarlo, que se sentía mal por divertirse en mi ausencia y más cosas sin sentido. Debiste verlo mientras Galia se reía de lo tierno que se veía Dante.

Fruncí el ceño. ¿En qué momento se habían convertido en amigas íntimas?

—En fin, olvidemos eso. Solo mira a los otros que están en la lista. ¿Recuerdas a alguno?

Una melodía para un corazón roto [CCR #1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora