SEIS MESES ATRÁS
º º º
Hola, Golondrinas, pensé.
Sonreí ante el saludo, repitiéndolo en mi mente innumerables veces.
Adiós, Golondrinas, terminé.
Aquellas dos frases eran el inicio el fin del amplio discurso que les daba a todos los oyentes de "El rincón de Dalimoe" cada viernes en la noche. Eran dos frases que marcaban la ruta pero que con el pasar de los días se tornaban impronunciables, especialmente por la despedida. Era extraño pero cada vez deseaba más. No quería ponerle fin al programa. Había formado lazos tan fuertes con este y con la gente que llamaba que ahora vivía enamorada de este estilo de vida, donde tenía un arma para sanar los miles de corazones rotos que merodeaban en las noches grises de Belmont.
No era mi deber cuidar de terceros pero aquí estaba yo, sembrando semillas para luego cosechar hermosas flores. Sembraba esperanzas porque así sentía que una parte de mí seguía con vida.
No más analogías, suplicó mi razón, exhausta al pensar en mamá.
Observé la pantalla del computador, donde el cronómetro marcaba los segundos. Había transcurrido una hora y media desde que comencé a grabar en la emisora. Y aunque la música aún sonaba era consciente de que había llegado a su fin. Faltaban solo un par de minutos.
Apresúrate, presionó mi subconsciente.
Dudé. Estar frente a un micrófono ─refugiada detrás de un apodo que casi todos desconocían─ me había hecho sentir que no estaba sola después de la muerte de mamá. Hablar, escondida detrás de un pseudónimo, me permitió exponer mi corazón mientras este aún sanaba luego de que mi vida cambiara hace varios meses.
Esto era parte de mí:
Ser quien deseaba.
Expresar sin límites.
Errar sin ser juzgada.
Esas tres cosas resumían la libertad que sentía al ser Dalimoe, por eso elegí ser ella antes que mostrarle al mundo la oscuridad que a veces hacía temblar la perpetua sonrisa de Serena Jules.
Elegí ser Dalimoe antes que yo misma para así darle libertad a Jules de vivir su duelo en silencio. Elegí ser Dalimoe porque era ella quien podía mover piezas bajo las sombras sin dar explicaciones del por qué actuaba así, pero sobre todo sin obtener el crédito de sus buenos actos. Elegí ser ella porque Serena Jules no necesitaba el reconocimiento de terceros. Tampoco necesitaba gente falsa rodeándome. La elegí a ella porque Dalimoe era la imagen que alguien necesitaba para tener fe. Ella era el ángel de los corazones rotos mientras yo solo era humana.
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Una melodía para un corazón roto [CCR #1] ©
RomanceSerena Jules está convencida de no ser la única con el corazón roto, por ello -con ayuda de su mejor amiga- escavara en los viejos rumores que rondan la preparatoria Belmont, lo que la llevará a descubrir un viejo club extinto: Club de los Corazones...