Irish-wake-games
"Parece mentira" Pensaba Aiden Jensen mientras acariciaba la aún perlada frente de su esposa, que estaba prostrada en la cama. "Parece mentira lo poco que ha durado nuestra felicidad". La joven Ciara yacía en la cama con la mirada perdida en el techo, había estado luchando con una enfermedad que había cogido en el viaje de mudanza.
Al principio ambos pensaron que era, simplemente que el cambio de aires le había sentado mal, un catarro cualquiera, y la pareja no hizo otra cosa que bromear sobre el tema. Pero pronto la tos comenzó a volverse cada vez más fiera, su garganta parecía querer arrancar las cuerdas vocales de la joven, hasta que de ella comenzó a salir sangre. La muchacha se lo intentó ocultar a su marido, pero todas las noches tenía que esconder debajo de la almohada una toallita para evitar manchar las sábanas.
Pero hacía varios días que la señora Jensen no se encontraba bien y que no tenía apenas fuerzas para levantarse de la cama, fue entonces cuando un Aiden desesperado salió por la puerta para ir al encuentro del doctor más cercano, cuando hubo llegado a su casa acompañado del galeno, este solo pudo certificar la muerte de la mujer por enfermedad.
-Pero ¿Qué ha sido?- Preguntó Jensen mientras que el doctor recogía sus cosas- Hace unos meses estaba como una rosa, y ahora ¿Esto?-
El doctor le miró y comprendió la incomprensión del recién enviudado:
-Eso solo se lo puedo decir cuando hagamos la autopsia, si es lo que desea, caballero-
"Quiero saber que le ha pasado a mi mujer, porque he ido a buscarle y la he encontrado muerta en la cama"
La autopsia desveló que Ciara Tranamill, la mujer de Aiden, arrastraba una enfermedad denominada tisis, una enfermedad de transmisión sexual, que podía haberse agravado por el cambio de clima que había sufrido y lejos de retrasarse la evolución de la misma había acelerado. Revolviendo en los papeles médicos de la señora Jensen encontraron que ella sabía de su enfermedad, pero no había avisado a nadie.
"Lo más probable es que no quisiera alarmar a nadie, ya sabes cómo son las mujeres" intentó bromear el forense del pueblo.
Pero el muchacho no estaba para bromas, llevaba varios días sin dormir, y lo único que parecía levantarle el ánimo era saber que debía llamar a los familiares y amigos de su esposa para celebrar el entierro y un velatorio por su difunta mujer.
Así fue como la mañana del 14 de noviembre, mientras caía una nevada tremenda en el cementerio del pueblo, toda la familia del matrimonio escoltó al féretro y a Aiden hasta el panteón que habían comprado entre los dos para toda la familia que iban a formar. Al pobre señor Jensen se le cayó el mundo cuando vio que poco a poco el ataúd se iba perdiendo en la oscuridad, no pudo con la presión y cuando menos se lo esperaron se desmayó a los pies de su cuñado, que lo cogió al vuelo evitando que se diera contra la fría roca que los rodeaba.
Aiden se despertó en la cama de matrimonio, acompañado de su madre que tiernamente le acariciaba la mejilla y le colocaba un par de trapos templados en la frente. Por un momento, el dolor que llevaba días provocándole dolores de cabeza, se disipó mientras observaba a su madre mimándole.
-Mira quien vuelve en sí- Dijo ella con aquella cálida sonrisa que hacía todo más fácil.
-Madre, tengo que hacer la fiesta del vel...
-Tú te quedas aquí. Los hermanos de Ciara se están encargando de montar las mesas y los juegos, tú quédate aquí y descansa- Hizo caso a su madre, ya que parecía que acababa de tomarse dos barriles de cerveza negra.
La madre de Aiden cerró las cortinas y le dejó solo, cerrando tras de sí la puerta, por las escaleras de la casa apareció una joven del pueblo, que se acercó a la casa a dar el pésame a la familia. Era casi una adolescente, vestía con un corpiño un poco infantil para su edad y un vestido de color carmesí con una cofia de color negro en señal de duelo por la reciente muerte, era tan bella que ni siquiera la madre de Aiden pudo evitar fijarse en ella.