The angelous

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A La vuelta a casa se hizo muy extraña. No me gusta estar en compañía de mis familiares, es más, me suelo sentir libre una vez me huyo de sus quedadas, sin embargo, aquella vez noté cómo después de mucho tiempo, la familia volvía a estar de nuevo unida por una causa. Puede que a lo tonto a lo tonto, mi hermana tuviera la capacidad de unir de nuevo a la familia que parecía rota.

La mañana siguiente fui la primera en despertar. Abrí las ventanas de la cocina para ventilar un poco la casa y cuando abrí las de la cocina me encontré de frente con el huerto que mi hermana había creado con la idea de irse a vivir a aquella casa, pero el tema de la empresa le comía todo el tiempo y apenas podía cuidarlo.

Me sorprendí al ver todo lo que habían cultivado y me asuste al ver lo cuidado que estaba todo, parecía mentira que mi hermana no viniera en semanas. Justo debajo de una mata encontré un par de tomates. Ya tenía el desayuno más sano que el croissant del trabajo.

-Es mío- dijo una voz en mi espalda. Paolo, el marido de mi hermana, me miraba desde la puerta de la cocina con los brazos cruzados en el pecho. –Yo lo llevo cuidando desde que tu hermana le dio por crearlo y cuidarlo, así que esos tomates, en teoría, son míos.

-No sabía que veníais aquí tan de vez en cuando- Denver apareció por detrás de su dueño y vino a darme los buenos días- Buenos días, moqueta.- Pensaba que mi hermana no daba para más con la empresa.

-Y es cierto, está muy liada entre una cosa y la otra, pero yo me puedo escapar y venir para el pueblo de vez en cuando. Detrás de aquella pineda un charco natural que son parte de las tierras- Dijo señalando. Hacia la derecha, me dieron muchas ganas de decirle que la que se había criado en aquel lugar era yo, pero me callé; ya que era uno de las pocas personas a las cuales la tenía más aprecio.

Ambos nos metimos en la cocina y nos preparamos el desayuno, tras ello Paolo sacó a pasear a Denver hasta el pueblo y de paso comprar unos churros. Yo subí las escaleras; comencé a prepararme la maleta para la vuelta y limpié un poco polvo de la habitación. De pronto noté cómo alguien me miraba desde la puerta, Elena.

-Tengo que decirte una cosa que no te va a hacer gracia- dijo adentrándose en mi cuarto.

-¿Qué has hecho, hermana?- Contesté colocando la ropa sucia en una bolsa de plástico.

-Contacté con Troy hace unas semanas con la idea de que vinera a España a conocer a su familia, pensaba que esta semana la tendría libre, pero...

-¿Problemas con la empresa?- Terminé la frase mirando pensativa una de las ventanas del cuarto.

-Exacto- respondió un poco avergonzada- Necesito que vayas a recogerle a la terminal, yo te pago la gasolina y te pasaré una foto para que sepas quién es.

-Con que me digas por qué puerta va a salir me basta- Dije cogiendo las llaves del coche y las de la casa. -¿Algo más, hermana? Tenéis el café hecho y unas tostadas recién sacadas de la tostadora. Espero los datos del vuelo-

Bajé las escaleras y me metí en el coche, dentro de este sentí como todo el cuerpo se relajaba mientras veía los altos arboles que rodeaban la casa. Pisé el embrague y salí lo más rápido que pude. Puedo decir que no sé en qué momento del viaje me di cuenta de que le reproductor de música del coche estaba encendido ni en qué momento me di cuenta de ello, puede que estuviera molesta por la última conversación con mis hermana y las ganas que tenía de irme de aquella casa.

Cuando me quise dar cuenta estaba parada en medio de la terminal 3 de Madrid- Barajas. Mirando a un grupo de familiares que esperaban con una pancarta enorme con el nombre de los integrantes del grupo que esperaban, estaban emocionados, mirando ansiosos la puerta.

A los pocos minutos, un pequeño grupo de gente empezó a salir por aquella puerta de cristal, lo que provocó un pequeño nudo en la boca del estómago: ¿Qué apariencia tendría Troy? ¿Le reconocería entre tanta gente o su hermana le habría mandado una foto de ella?

Mis pensamientos se acallaron cuando un hombre alto, con una gorra, gafas oscuras y ropa de sport se paró delante de mí. Las gafas de color oscuro no me permitían ver sus ojos, aún así pregunté:

-¿Troy Nove?- El hombre me miró, sorprendido se quitó las gafas, intentando reconocerme. Tenía los mismos ojos que Rita. – Soy Susana. Bienvenido a casa- Dije con una sonrisa de oreja a oreja con el mejor acento británico que me salió.

-Madre mía- Dijo abriendo los ojos como platos –Eres más guapa de lo que Elena me había dicho. ¿Dónde están el resto?- Preguntó mirando de un lado a otro-

-Solo he venido yo, pero dentro de poco estarán todos, te lo prometo y seremos la familia que tendríamos que haber sido- Los ojos de Troy se humedecieron. Cogí una de sus maletas de mano y nos dirigimos hacía el parking.

Cuando entré a la carretera me di cuenta de que no sabía exactamente a dónde ir: ¿Al pueblo? No, es mejor que le llevara a casa; allí llamaría a mi hermana para que organizara otra reunión familiar y así que todos conocieran al nuevo miembro familiar. Me vino un sentimiento horrible, a lo mejor debería avisar al hombre que estaba a mi lado de que tenía una familia un poco extravagante. Pero él estaba muy nervioso y no hacía otra cosa que preguntar por la familia.

-¿Tengo sobrinos? ¿Son ya mayores? ¿Por qué tu hermana no me habló de ti cuando nos pusimos en contacto?-

-Tienes dos sobrinos, ambos de mi hermana, uno se llama Tristan y el otro Lucas, no son mayores.- Dibujó una sonrisa enorme en la cara- Aún puedes correr detrás de ellos por el jardín de la casa de Elena.- Me callé, sin saber muy bien cómo contestar a la última pregunta- No sé por qué mi hermana no te habló de mi, si te sirve de consuelo, ella tampoco me habló de ti, es más, mientras te esperaba no sabía cómo serías, le dije a mi hermana que me enviara un foto tuya... Pero debió olvidarse.- Dije sin mucho ánimo.

Un pensamiento se me cruzó por la mente, puede que mi hermana no le hablara de mí para que la noticia tuviera más impacto, pero le salió mal la jugada. El trabajo la había absorbido por completo y no la había permitido ir a la búsqueda de quien le daría sus cinco días de fama familiares. Sacudí la cabeza, intentando apartar la idea de mi cabeza, pero la idea seguiría dando vueltas como el cometa Haley, hasta que llegara un momento en el que impactara, con resultados horribles.

Mi cabeza volvió en sí. Tomé la salida hacia mi casa, con la necesidad de volver a casa y esconderme debajo de las sábanas de mi cama, aunque sabía que eso no iba a poder ser. Llegamos a mi pequeño departamento de periodista freelance, por un momento pensé que tenía habitaciones para que Troy no tuviera que irse a un hotel, pero el casero se había llevado las llaves de las habitaciones de mis compañeros de piso y solo quedaba que durmiera en el sofá.

-Puedo coger un hotel, cuando llegábamos he visto uno- Yo le miré desde la puerta de mi cuarto mientras calculaba si cabría en el somier que me traje de casa de mis padres, pero si Paolo despertaba con verdaderos dolores de espalda, me podía imaginar cómo se despertaría él.

-Deja que hable yo, vamos a cargar la habitación a nombre de mi hermana- Troy intentó interrumpirme pero yo lo evite- Quien algo quiere, algo le cuesta-

 

La próxima actualización será la última parte de esta historia. Se llamará, La última cena familiar. 

Gracias.

Hikodela

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⏰ Last updated: Aug 14, 2019 ⏰

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