Una niña de 7 años, se muda de Cádiz a Madrid, ya que sus padres estaban en paro y les ofrecieron trabajar en una empresa de diseño de ropa, situada en la capital española. Un total cambio de aires, todo nuevo. Colegio nuevo, tenía que hacer nuevos amigos, tendría que adaptarse a su nuevo barrio de la ciudad madrileña.
Llegaron en ave a la ciudad donde estaba su nueva casa. Posteriormente, llegaron a su apartamento a través de viajes en el taxi.
A la chica todo le parecía muy grande, pero a la vez le sorprendía y le enamoraba.
Desde que se enteró que iba a ir a la ciudad de sus sueños, tuvo una pequeña corazonada de que allí se tendría que olvidar de sus amigos gaditanos, y también presentía que a lo largo del tiempo se enamoraría por primera vez.
La familia Medina, llegó al apartamento del que sería su nueva casa. No era muy allá como su casa en San Fernando, pero era algo, a lo que se podrían adaptar a la perfección.
Nada más instalarse en la capital, según su padre y su madre, tendrían que firmar el contrato con el jefe de la empresa, y ella no quería quedarse sola, por lo que la niña acompañó a sus padres.
Ella pensaba que sería un aburrimiento estar allí esperando, pero cuando cruzaron la puerta del edificio, reconoció la marca que ellos hacían. La niña se enamoró de cada vestido mostrado en cada maniquí del hall como pequeña demostración de cómo era la ropa que hacían allí. Julia por cada paso que daba, se enamoraba más de aquel hall y de aquel lujoso edificio amueblado con muebles de la época de los 80.
Llegaron al despacho de la secretaria del dueño de aquella maravilla, y tendrían que esperar en una sala paralela mientras el señor acababa de hacer otra entrevista.
La niña, como era muy obediente, se sentó en una silla de aquel tipo de sala, que tenía todo pinta que era de espera.
Estaba jugando con sus pies ya que estos no tocaban el suelo, y aparecieron dos niños junto con una señora aproximadamente de la misma edad que su madre.
Los niños eran un niño que parecía ser de unos 10 años, y la niña que parecía tener 5 años.
Julia no le quitaba la mirada a ese extraño niño.
La madre les soltó la mano a los críos, y el chico lo primero que hizo fue dirigirse a la gaditana, sonreírle, y sacar un folio que estaba dentro de la mochila que colgaba. Enseguida hizo un avión, y le empezó a hablar a Julia.
Niño: Mira lo que se hacer.
La chica solo se limitó a sonreírle, y el chico lanzó el avión, pero ese momento, fue interrumpido por la mujer que les acompañaba.
Mujer: ¡Vamos Carlos!
La señora vio que estaba hablando con una extraña, y decidió coger a su hijo de la mano, y tirarla hacia donde estaba ella, mientras decía en voz alta—No hables con extraños y desconocidos—.
Carlos, se le borró esa bonita sonrisa que le dedicaba a la gaditana, y obedeció a la prepotente mujer.
Los tres, se dirigieron de nuevo al ascensor que permitía el acceso a aquella zona del edificio, y cuando éste se cerró, la niña que todavía estaba esperando con sus padres, se levantó a coger el avión, y lo guardaría para la próxima vez que lo viese, darle lo que le pertenece.
Al fin la secretaria avisó que podían pasar al despacho, y así hizo la familia.
Entraron allí en ese frío despacho, del que por esa firma se juegan el futuro tanto de ellos como de su hija, y legalmente están contratados.
Regresaron al ascensor, y la niña cuando estaban de nuevo en el hall, llamó la atención de su madre para que la escuchara, tirando de su camiseta, ya que era verano.
Julia: Mamá, ¿sabes dónde está el chico que Antea hemos visto?
La madre le respondió negando con la cabeza, y la chica por dentro no se pudo sentir más frustrada. Le quería dar su avión de papel, era suyo, y ella no era quien para quitárselo y tenerlo como si lo hubiera echo ella.
Los días pasaron, y los niños cuando se veían, aunque fuera en el hall del edificio jugaban a molestar escondidos en una parte de arriba del hall, a clientes, con aviones de papeles.
Cuando los aviones daban a una persona, ellos se limitaban a reírse mucho, y a esconderse detrás de unos biombos para que no fuesen descubierto.
Así ocurrían las mañanas y las tardes del primer verano de Julia en Madrid. Más tarde, cuando empezaba las clases, solo se podían ver por las tardes, e iban los dos a partir de las siete, ya que tenían tareas que realizar y exámenes que aprender.
Se conocieron más, y ella supo que él, era hijo del jefe de aquella empresa, y el chico supo que la niña con que se juntaba, era hija de uno de los tantos trabajadores de su padre, pero conociendo sus diferencias sociales, a ellos no les importó mucho, ya que a partir de aquel día que se conocieron, se hicieron amigos.
Así sucedió durante tres años, hasta que la niña un poco más crecida, en un comienzo de verano, se enteró que Carlos iría a estudiar durante diez años a Inglaterra, para saber más del diseño, y también saber más el idioma que se hablaba por aquel país extranjero.
Desde su ida, Julia ya se aburría en el edificio, ya no había más risas. Toda la esencia de esa enorme empresa, se había esfumado junto con él, por lo que solo pisaría aquel lugar para darle sus modelos a sus padres para que estos se lo entregaran al jefe, y juzgar a su hija.
La verdad es que Julia dibujaba realmente bien, y hacía unos impresionantes diseños, y cuando sus amigos lo veían, les chiblaban. Es más, su amiga Noelia, siempre que veía un modelo dibujado por ella, fantaseaba con que algún día cuando fuese mayor, iba a ponerse esa ropa, e ir halagando de la creadora, ya que era su amiga.
Pasaron los diez años, y era hora del regreso del hijo un poco más maduro del jefe.
Julia, también había madurado bastante. Había pasado desde la ultima vez que lo vio, de ser una niña de 10 años, a ser una mujer más o menos madura, de ya 20 años. Una parte de ella ansiaba por ver al chico que más recuerda de toda la infancia, el chico de sus veranos aburridos, que pasaron a ser divertidos.
Por desgracia, cuando Julia tenía 17 años, su madre a causa de cancer de mama, falleció, haciendo que a parte de estudiar, sustituyera el puesto de su progenitora, cosiendo.
Un lunes, como cualquier día normal de la semana, Julia entró en su trabajo, pero no sería lo de todos los días, lo que vio la dejó sin palabras.
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Amores prohibidos
FanfictionCarlos Ruiz, es el hijo de una empresa importante de ropa, y Julia es una nueva trabajadora, para diseñar la ropa, pero ella tiene pareja, y el rico empresario, tendrá que hacer un sacrificio para no quedarse en la bancarrota