Amores prohibidos

Cap 10 : Decadencia

Habían pasado tres meses desde que Carlos y Julia se habían comprometido. De momento, las cosas iban genial, pero como sabemos todos, las historias tienen muchos dramas, y ellos no se esperaban esta.
Desde la muerte del padre de Carlos, este no sabía cómo atraer a la clientela, ya que el público no sentía la misma seguridad por el cambio de jefe.
Al joven le llovían críticas, y lo acusaban de que era el principal culpable por ser tan alocado y en un futuro casarse con una chica que apenas tenía fondos y traería beneficios importantes para Cononet.
Y como hemos narrado, comenzamos con la historia.
Era un viernes por la mañana, y de nuevo Carlos acudió a su trabajo. En su despacho, observó la gran pérdida de ventas, y se tuvo que ver obligado a cerrar la empresa, y a sacar a todos los empleados.
Y así lo hizo, esa misma tarde, no quedaba ni un rastro en ese lugar, y era hora de cerrarlo para siempre.
Cuando el catalán estaba cerrando por última vez las persianas que permitían acceso a las puertas del edificio, recibió dos toques por la espalda.
Este se giró, y vio a su madre junto con su hermana, y parecía que no estaban solas, estaban acompañadas de un señor vestido de traje, pelo canoso y engominado, y de más pequeña estatura que él.
Sin poder decir nada, de repente saltó a hablar sobre la situación su madre.
-Carlos, este es Juan, un empresario importante, cuya hija está a favor de que te cases con ella.-
Carlos no entendía nada. No se podía casar con esa chica desconocida, ya estaba prometido con Julia, y no quería casarse con nadie más, y por ese motivo puso cara de no entender nada, y de nuevo volvió a hablar su impetuosa madre.
-Vamos Carlos, no pongas esa cara. Será el futuro de la empresa. La tal Julia esa, no beneficia ni beneficiará a la empresa. ¿Y eso que quiere decir? Que nos vamos a quedar sin dinero, nos quitarán todo, y nos tendremos que ver como vagabundos en la calle. No seas egoísta, y haz esto por nuestro bien.- Bien, no tenía remedio, y decidió responderle.
-Me niego a casarme con alguien que ni siquiera conozco. Yo ya estoy comprometido, y no es mi sueño trabajar aquí. Aunque sea me busco otro trabajo, y soy como otro trabajador más. Si me caso, no será porque tú lo digas, si no por lo que me dicte mi corazón.
La señora empezó a aplaudir al ver que su hijo tenía las mismas ideas después de explicarle todo, y decidió actuar el señor que estaba presente.
-Carlos, ya no es solo por ti o por tu familia. Por lo que me he enterado, la chica con que te casarás, también vive de este edificio, de sus bienes. Y ahora mismo al cerrarlo se ha quedado sin trabajo. Aunque no lo hagas por lo que te dicte el corazón, hazlo por ella, para que siga teniendo un mañana.
El chico bufó rendido, estaba lleno de líos, y ahora mismo lo que quería hacer era encerrarse en su habitación o en la terraza de Cononet, y tocar la guitarra hasta tal punto de tranquilizarse.
-Mañana lo confirmo. De momento, tengo que consultárselo a gente para ver que harían. Así que os deseo buenas tardes. Hasta luego-. Y acabando sus palabras, se fue directo al apartamento de Julia. Sería la perjudicada si Carlos cogiese alguna de las dos opciones.
Llegó a la altura de la puerta de su portal, y llamó al telefonillo de su piso.
A unos cuantos segundos, respondió una Julia bastante desanimada, y sabiendo que su visita era Carlos, le abrió la puerta del bloque al chico.
Mientras que él estaba en el ascensor de aquel lugar, estaba pensando lo que le diría a la chica.
Y al fin, el ascensor indicó que se encontraba en el tercer piso, y éste salió de allí, dirección al piso de su prometida, y estaba allí ella con la puerta abierta esperándolo.
-Pasa y explícame porqué has tenido que cerrar la empresa.
El chico niega con la cabeza intentando no hacer cualquier locura y decide responderle.
-Todo es más complicado de lo que crees Julia. No teníamos ventas, y al no tenerlas, no teníamos presupuesto de pagaros a todos los trabajadores y todo esto estaba totalmente estancado, y necesito tu ayuda-. Se acababan de sentar en el sofá de la gaditana, y ella le preguntó con la cabeza, haciendo que el joven pillase la indirecta, y teniendo que contarle lo recién pasado.
-Tengo dos opciones. Seguir con esto de casarnos y buscarnos otro trabajo, o casarme con una chica que me ha propuesto mi madre con dinero, y tener todos el mismo trabajo. Necesito saber tu opinión, y estoy echo un mar de dudas-. Y ahí fue cuando estalló Carlos en lágrimas y cobijándose en los brazos de su actual chica, y llenándole su camiseta de lágrimas. Ella decidió actuar.
-Carlos, no te sientas mal. Haz lo mejor para la empresa, para todos esos trabajadores que no tienen la culpa de que nosotros seamos tan alocados. Cásate con esa chica para tener un buen futuro, y ya veremos lo que pasa entre tú y yo. Siempre tendremos una manera de estar juntos, y decirnos todo lo que queramos. No te quemes la cabeza, vete a buscar a tu madre, y dile que te casas con la hija del Juan ese. Toma, tu anillo. Ella lo necesitará...-
Le da la joya llena de dolor y con las palabras rotas. El chico la acepta cogiéndola con su mano derecha, y todavía llorando.
Era el fin.
Pero por otra parte se sentía bien ya que no era un egoísta y todas esas doscientas personas, recuperarían sus puestos.
-Julia, nunca lo olvides, aunque esté con otra, mi corazón seguirá siendo tuyo. Me seguirás volviendo loco, y me dará igual si le tenga que poner los cuernos contigo-.
Y dicho esto, se levantó del sofá, y se dirigió a su casa.
Una vez llegado allí, encontró de nuevo a su madre con ese señor, charlando mientras tomaban una taza de café.
La madre de Carlos giró la cabeza hacia el recién llegado a la casa, y vio como este tenía la cara empapada de lágrimas. Supuso que ella había ganado, había podido lograr lo que ella quería.
-¿Y bien hijo?-Digo con una sonrisa llena de maldad y descaro.
-Señor Juan, acepto el trato. Me caso con tu hija. He anulado mi compromiso con Julia-.
-Perfecto, pues he pensado que os casareis el mes que viene. Cuanto antes, mejor. No te arrepentirás, será el resurgir de Cononet-.