Cap 2: Silencios que dicen

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Cuando la andaluza entró al impresionante y antiguo hall de la empresa, pudo observar a alguien que nunca había visto, pero sin embargo algunos rasgos de su cara, y por ello la incertidumbre y la curiosidad se adueñaron de su cuerpo, haciendo que Julia se acercara al desconocido.
Llegó a la altura del chico, y decidió empezar una conversación con él para quien es él.
Julia: Buenos días. Soy Julia, del departamento de costura de esta empresa. Si necesitas algo no dudes en llamarme.
X: Hola Julia. Tranquila, no necesito ayuda, gracias. Soy el hijo del jefe de esta empresa. Por cierto, me llamo Carlos.
La reacción de Julia fue poner caras de no entender nada, y recordó a aquel chico con el que pasaba mayor parte del tiempo. También recordó que había marchado a Inglaterra a estudiar y ahora estaba de vuelta. No era para nada el mismo, es más, le había crecido la barba y todo. En el momento que viajó al pasado, y regresó al presente, se había dado cuenta de que se habían echo mayores, de que ya no eran los mismos niños cuando se conocieron y fastidiaban a los compradores lanzando aviones de papel.
Carlos se dio cuenta de quien era esa chica, y decidió después de unos cuantos minutos callados hablar.
Carlos: ¿Tú no serás la chica con quien jugaba aquí cuando era pequeño?
Julia se limitó a asentir mientras esbozaba una simple sonrisa, y el chico no pudo resistirse más, y le abrazó de nuevo.
Ninguno de los dos sabían que a partir de es momento, sus sentimientos darían un giro total.
Dos meses pasaron desde el regreso de Carlos, y los dos jóvenes cada vez que se veían por las mañanas, se daban un abrazo, y toda la mañana mientras no se veían hasta la salida, se echaban mutuamente de menos, y sentían ambos algo más que una amistad de la infancia. Se estaban empezando a gustar, pero ambos lo negaban. Se obligaban a verse como simples amigos, y ella se obligaba a ver al chico como el hijo de su jefe. Pero tampoco sabían que eso les harían más daño.
Carlos, un viernes, a última hora del trabajo, no pudo controlarse más, y se dirigió a la sala de las costureras.
Cuando ya estaba él allí, decidió llamar a la gaditana.
Carlos: Julia por favor, acompáñame a mi despacho.
La chica, obedeció la orden de uno de sus tantos superiores, se levantó de la silla donde estaba haciendo las ropas, y se dirigió al despacho de Carlos.
Después de un largo recorrido, los dos llegaron al despacho, y allí el chico sin pedir a nadie permiso, se acercó a Julia, mientras ella lo miraba con nervios e incertidumbre.
Carlos rompió las distancias que ambos tenían, y al fin hizo realidad uno de sus sueños que tanto ansiaba.
En la mente de la chica, recorrieron muchos pensamientos, pero no se negó al beso, es decir, que lo continuó. Ella también deseaba este momento, y todos los pensamientos que había tenido todo este tiempo, se desplomaron y se cayeron por la ventana.
No pudieron controlar sus ganas, e intensificaron un simple beso corto, a un beso intenso incluso con lengua.
Se separaron por falta de oxígeno, y después de unos segundos de silencio para nada incómodo, se dignaron a hablar.
Julia: Carlos, lo que acabamos de hacer, está mal. Es un error. Nos deberíamos de ver como el jefe y su empleada, o como mucho dos amigos. Como se entere tu padre, te volverá a mandar a Inglaterra, y será peor para los dos.
Carlos: Julia, mírame a los ojos, y dime que este beso no lo has disfrutado, que no lo has estado deseando que sucediera como yo.
La chica le contestó, pero mirando al suelo, y con demasiada vergüenza. Él tenía razón, no podía mentirle, pero tampoco podía dar alas a algo sin salida.
Julia: Carlos, no me he apartado porque me ha pillado de improvisto. Aparte, besas bien. Pero no Carlos, solo te veo como un amigo, y no he deseado nunca que esto sucediera. Pero si que lo he disfrutado.
Se sentía fatal por haberle mentido, por no ser transparente como sus padres le habían educado.
Carlos: Julia, no me has mirado a la cara. Vuélve a decirme que no has deseado en ningún momento unirnos en este beso. Pero dímelo mirándome a los ojos.
Julia: No lo he deseado en ningún momento Carlos Ruiz.
Esta vez la joven cuando se lo dijo, si se lo dijo a la cara.
La expresión del chico fue de total decepción. Ya sabía que el amor que sentía por ella no era correspondido.
Carlos: No ocultes la verdad, porque en un futuro, te arrepentirás. Con estas cosas no se puede ni mentir ni jugar. Pero es tu decisión, no te obligo. Que sepas que siempre me tendrás a tu disposición.
La chica por vergüenza a que le viesen llorar y por temor a que el chico viese la verdad reflejada en esas lagrimas, salió del despacho dando un portazo, y se fue al baño de esa planta.
Allí se rompió a llorar, pero en un llanto desesperado. Y poco a poco pasó de llanto, a ataque de pánico.
Estaba en pleno ataque, cuando alguien abrió la puerta del baño, y apareció la figura de una de sus tantas compañeras de trabajo, Noelia. Una chica de estatura baja para tener 21 años, con ojos azules y muy grandes, y de pelo liso castaño.
Noelia: ¡Julia, Julia! Respira por favor, que se te ve mal.
La chica intentaba respirar normal, pero le parecía misión imposible, hasta que después de varios intentos, consiguió tranquilizarse, y respirar con normalidad.
Cuando la chica de ojos azules vio a su compañera respirar con normalidad y estar en control, le pidió explicaciones del motivo de ese ataque.
Julia: M-me he besado con el hijo del jefe... y me estoy convenciendo desde el día que vino de Londres, de que solo es un superior mío, y como mucho un amigo, y él se ha lanzado, y ha roto todos mis pensamientos. Y por miedo le he tenido que mentir...
Noelia: Pero no pasa nada porque quieras al hijo del mandamás de aquí. Es más, te daría una cierta ventaja para salir de nuestro horrible puesto de trabajo.
Julia: No sé... ya se verá con el tiempo, que lo pone todo en su sitio. Bueno, vamos a trabajar porque si seguimos aquí, nos vemos en la calle.
Julia y Noelia volvieron a trabajar, con total normalidad.
En este día Julia ha aprendido que todo ocurre inesperadamente, y que jamas tienes que planificar el futuro. A él te lleva el destino.
Y podríamos decir que a partir del beso, la protagonista está repleta de incertidumbre, dudas, y sobre todo, sin entender nada.

Amores prohibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora