El Desquité de los Marginados

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Otra tortuosa mañana comenzaba para los repudiados Slytherin. Después de la guerra eran la casa más odiada, y no sólo por el hecho que Voldemort hubiese salido de aquel nido de serpientes, sino porque todos los alumnos de Hogwarts pensaban que ellos aún continuaban con los ideales de sus familiares.

Partidarios y devotas del maldito asesino que causo tanto mal.

Draco cogió sus cosas y se dirigió al gran comedor, con sólo un pensamiento en la cabeza: « ¿Habrá visto la nota?»

Era obvio que el interés de Draco se centraba en el moreno de ojos verdes. ¿Quién no estaría interesado en Harry maldito Potter? Pero su interés no nacía porque él era "El salvador del Mundo Mágico" o por su fama, ni siquiera por lo rico que era. ¿A quién le importaba? ...Él era mucho más rico y guapo. Draco Malfoy nunca se rebajaría ante tales intereses mundanos, sin embargo, había algo mucho más importante que cautivaba su atención.

Draco atravesó las enormes puertas del gran comedor, siendo recibido por las mismas miradas de odio que lo recibían a diario. Caminó hacia un espacio vacío de la mesa Slytherin, lugar que le pertenecía. Al parecer, el "Salvador del Mundo Mágico", no deleitaría a la banda de mironas babosas carnívoras con su presencia esta mañana. Draco se sentó solo y se dispuso a desayunar.

En otro lugar de Howard, más específico en la torre Gryffindor, el moreno se debatía entre ir a desayunar o quedarse en su cama. Ciertamente no se encontraba con ánimo de enfrentar la mirada del profesor de pociones, quien de seguro, después de una noche de sueño, habría recapacitado y se lanzaría al ataque siendo su casa la afectada y, si no perdían todos los puntos de un solo movimiento de varita, sería un milagro.

Tras estirar las sabanas sobre la cabeza de nuevo, Harry se dispuso a dormir todo el resto del día. Cerró los ojos, y lo único que pudo ver en su mente fue aquella estúpida caja que Malfoy le había entregado.

—¡Diablos! —Harry se levantó de un brinco, y tomó la pequeña caja que se encontraba en el velador—. Estúpido Malfoy... —Él observó la caja por unos minutos, no parecía la gran cosa—. Estúpida caja...

Tras un largo suspiro Harry abrió la tapa, divisando el contenido, el cual no era más que un pequeño vial que contenía un líquido de no más de 2 cc, junto a una nota. Harry cogió la nota y la abrió sosteniendo el vial con la otra mano; golpeándose mentalmente por lo que estaba haciendo.

Querido señor Potter:

Si está leyendo esto es porque ha pensado con su diminuto cerebro de hormiga en lo que hemos conversado. Si cree que es conveniente, lo invito a descubrir por usted mismo a lo que nos dedicamos las serpientes, para conseguir tranquilidad en esta era de paz.

Lo esperamos en las mazmorras hoy a la media noche, habrá alguien esperando su llegada afuera de la sala común para guiarlo al lugar indicado.

PD: No olvide de traer el vial de la caja.

Desconcertante, era la palabra perfecta para describir lo que Harry acababa de leer. De seguro era una trampa, pensó para continuar con su plan de dormir durante todo el día.

*

—¡Estúpido Potter! —Era increíble que después de tantos años aún podía pronunciar aquella palabra con la misma ponzoña que la primera vez—. Hacerme esperar...¡¿y si no llega?! —gritó a su acompañante— . ¡Me las pagara! ¡A menos debería haber enviado una nota declinando mi amable invitación!

—Si fueses él —dijo el otro chico con fastidio—, ¿te molestarías en escribirle?

—¡Cállate Nott! —Draco soltó un sonoro bufido antes de comenzar una caminata, como si estuviera poseído por todo el lugar.

Noches OscurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora