Capítulo 18: Mis lindas señoritas

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—Esa es la forma de tratar a tus "amigas" —habló una rubia, sentándose en la cama de Ahren—. Linda pijama, por cierto —halagó en un tono bastante sincero.


Ahren parpadeó un par de veces insegura de lo que estaba viendo.

Pasmada, abrió la boca esperando que algo bueno saliera de sus labios, pero de inmediato, el rostro inicialmente consternado se deformó en una expresión de disgusto. El ceño fruncido y los labios apretados hizo que los presentes se replantearan la maravillosa idea que tuvieron.


—Ya conocen la salida —masculló dándose vuelta.


Una vez más no estaba siendo sincera, no cabía duda que su madre tenía razón en una frase que constantemente dedicaba a Austin cuando este no se encontraba presente: "Nada puede ser peor que un pobre orgulloso."


—Tu madre dijo que no nos trates mal —sonrió con autosuficiencia, recuperando la confianza inicial.


Ahren volvió a darse la vuelta tan solo para mostrarles el dedo del medio.


—¿Y cómo se supone que debo tratarlas, —le recriminó a las persona que estaba frente a ella, fijando su vista en esos ojos azules que conocía bien— A-dri-a-na?


Los chicos soltaron una sonora carcajada haciendo sonrojar a Smith.


—¡Cállense, imbéciles! —bramó Adrian bajándose de la cama de un salto.

—Ni un mes que nos alejamos y se hicieron Drags Queens —puso los ojos en blanco.

—Que cruel. Esta fue la única forma que se nos ocurrió de tener acceso a tu casa —explicó "una joven" de enorme cuerpo.

—Con su permiso, necesito un vaso con agua —trató de cambiar el tema haciendo ademan de levantarse.


La muchacha quería salir de allí lo antes posible, enfriar su cabeza y mejorar su comportamiento. Estaba siendo arrogante y detestable, aun cuando su deseo primario era saltar a los brazos de cada uno y llenarlos de besos e insultos por haberla dejado tanto tiempo sola.


—Bruce, ve por un vaso de agua —pidió Arry.

—Sí creo que es lo mejor, aquí apesta a mierda —farfulló mordaz el castaño, saliendo de inmediato de allí, pese a no tener idea de donde estaba la cocina.


La muchacha desvió la mirada ante la ofensa tan bien ganada. Aunque le fue imposible no ojear rápidamente a su homólogo mientras se marchaba.

Bruce traía unos pantalones jeans acampanados que remarcaban sus caderas y trasero, además de otra cosa. Encima llevaba puesto una chaqueta café que hacía juego con una blusa rellena, de esponjas en el pecho, y por último, los labios pintados de rojo escarlata, incluso sus pestañas parecían estar risadas.


—Dijo que le daba frío las piernas, por eso anda de mal humor —justificó Nicko, quien vestía la misma ropa que alguna vez le había prestado, y sus párpados tenían una sombra bastante espesa, más que una jovencita parecía una señora con pésimo gusto.

Creatures of Heaven (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora