Capitulo 11.

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- ¡Maxi! – dijo sin poder creerlo y se agachó para socorrerlo – ¡Dios mío, Maximiliano!

Lo sacudió un poco, pero el castaño no respondió. Lo tomó de ambos brazos y lo arrastro hasta la punta de su cama. Con todas sus fuerzas comenzó a levantarlo.

- Vamos Maxi, despierta – dijo con dificultad, ya que lo tenía casi encima.

No pudo soportar el peso de su masculino cuerpo y cayó a la cama con él encima. Todo el aire salió de su cuerpo al encontrarse aplastada por él.

- ¡Maxi, despierta! – intentó de nuevo, pero nada.

Como pudo logró darlo vuelta y que quedara bien sobre la cama. Se acercó a él y vio el golpe en su frente. Se le había ido la mano. Hubiera sido mejor preguntar quien era. Pero, ¿ella que iba a saber que era él a estas horas?

Con mucho cuidado salió de su cuarto y fue en busca de hielo. Bajó las escaleras y fue hasta la cocina. Preparó las cosas y volvió a subir. Entró y aun estaba inconciente en su cama. Mordió su labio y se acercó a él.

- Lo siento tanto – dijo apenada, mientras colocaba hielo en el chichón de su frente.

Lo miró detenidamente. Se veían tan lindo dormido. Su respiración era leve, sus rasgos eran delicados y bien marcados. Su nariz era perfecta para su bello rostro. Bajó su mirada a sus labios. Miró sus ojos, sus pestañas, sus cejas. Luego sus mejillas, para volver a sus labios. Volvió a su frente.

Comenzó a moverse, ella se alejó como para darle aire. Maxi se llevó una mano a la cabeza y siseó al tocarse el moretón.

- ¡Auch! – dijo y se sentó sobre sus codos.

- ¡Maxi! ¿Estás bien? – le preguntó ella. Él la miró.

- Natalia... ¿Qué... sucedió? – le preguntó.

- Lo siento, de verdad. Pero cuando abrí la puerta del balcón y entraste te golpee con un paraguas, pensé que eras un ladrón – le dijo muy apenada. Él rió.

- ¡Auch! – volvió a decir.

- Lo siento – repitió ella.

- Tranquila, tranquila no pasó nada – dijo y se recostó de nuevo en la cama. Estaba algo mareado – Yo también hubiese hecho lo mismo.

 Natalia levantó la mano y volvió a poner el hielo sobre su frente. Liam cerró los ojos ante el frío causado por este. Abrió sus ojos y la miró. Ella sonrió levemente.

- Pegas fuerte – le confesó.

- Lo se – dijo divertida – ¿Pero que hacías entrando por el balcón?

- Es algo tarde Naty, y no iba a tocar el timbre. Tu hermano sería capaz de golpearme por eso ¿No lo crees?

- Va a golpearte si te encuentra aquí – le dijo ella.

- Eso también lo se – dijo asintiendo.

- ¿Por qué no viniste antes?

- Espere a que mis padres se durmieran – dijo y se sentó de nuevo.

Ella volvió a colocar el hielo sobre su frente. Maxi giro su cabeza para quedar con su rostro justo frente al de ella. Mirándola fijamente a los ojos descubrió que en verdad no había venido tarde por sus padres, sino que para estar a solas con ella. Nerviosa, se alejó un poco y bajó la mirada.

- Mmmmm, ¿Qué pasó con el empleo para Ron? – le preguntó un tanto nerviosa.

- ¿Recuerdas que me dijiste que a Ronald le gustaba arreglar computadoras y esas cosas?

- Si.

- Bueno mi padre trabaja en una empresa de Autos y necesitan una persona que este siempre a su disposición para arreglar las computadoras que se tildan cada dos por tres.

- ¿Entonces eso quiere decir que va a tener un trabajo fijo?

- Al parecer si – dijo.

Ella sonrió emocionada y brinco un poco en la cama. Maxi negó divertido con la cabeza y le pidió el hielo.

- ¿Cuándo comenzaría a trabajar? – le dijo ella.

- Mañana tiene que ir a hablar con mi padre, para que él lo lleve hasta ahí. Y luego todo queda en manos de él.

- Oh Maxi, de verdad no se como voy a hacer para pagarte esto que estas haciendo por mi hermano.

- No lo hago por tu hermano, lo hago por ti – le dijo. Ella sintió como la sangre llegaba rápidamente a sus mejillas.

- ¿Te molesta si fumo? – le preguntó.

- No es de mi agrado que lo hagas, y lo sabes. Pero no me molesta – dijo.

Ella rió por lo bajo y se puso de pie para abrir la puerta del balcón. Tomó su bolso y busco su caja. Tomó un cigarrillo y se sentó a la puerta para que el humo no quedara en su habitación. 

 Maxi se puso de pie y se acercó a ella, se sentó al frente y miró hacia fuera. Su casa se veía desde su balcón. Volvió su mirada a Naty. Ella también lo miró.

- ¿De que otra cosa me tenías que hablar, Maxi? – le preguntó.

Él se tenso. Se había olvidado por completo que en la tarde le había dicho que quería hablar de otra cosa con ella. ¿Y de que era lo que le quería hablar?

- ¿Cómo de que quiero hablarte?

- Si – dijo ella asintiendo – Hoy me dijiste que tenías que hablar conmigo de algo más que lo de Ronald.

- Mmmm, en realidad no tenía que hablarte de nada más – le dijo. Ella lo miró bien.

- ¿Entonces?

- ¿Entonces que? – dijo él

- ¿Para que viniste además de eso?

- Para verte a ti.

El primer amor siempre duele- Naxi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora