- ¡Maxi! – dijo sin poder creerlo y se agachó para socorrerlo – ¡Dios mío, Maximiliano!
Lo sacudió un poco, pero el castaño no respondió. Lo tomó de ambos brazos y lo arrastro hasta la punta de su cama. Con todas sus fuerzas comenzó a levantarlo.
- Vamos Maxi, despierta – dijo con dificultad, ya que lo tenía casi encima.
No pudo soportar el peso de su masculino cuerpo y cayó a la cama con él encima. Todo el aire salió de su cuerpo al encontrarse aplastada por él.
- ¡Maxi, despierta! – intentó de nuevo, pero nada.
Como pudo logró darlo vuelta y que quedara bien sobre la cama. Se acercó a él y vio el golpe en su frente. Se le había ido la mano. Hubiera sido mejor preguntar quien era. Pero, ¿ella que iba a saber que era él a estas horas?
Con mucho cuidado salió de su cuarto y fue en busca de hielo. Bajó las escaleras y fue hasta la cocina. Preparó las cosas y volvió a subir. Entró y aun estaba inconciente en su cama. Mordió su labio y se acercó a él.
- Lo siento tanto – dijo apenada, mientras colocaba hielo en el chichón de su frente.
Lo miró detenidamente. Se veían tan lindo dormido. Su respiración era leve, sus rasgos eran delicados y bien marcados. Su nariz era perfecta para su bello rostro. Bajó su mirada a sus labios. Miró sus ojos, sus pestañas, sus cejas. Luego sus mejillas, para volver a sus labios. Volvió a su frente.
Comenzó a moverse, ella se alejó como para darle aire. Maxi se llevó una mano a la cabeza y siseó al tocarse el moretón.
- ¡Auch! – dijo y se sentó sobre sus codos.
- ¡Maxi! ¿Estás bien? – le preguntó ella. Él la miró.
- Natalia... ¿Qué... sucedió? – le preguntó.
- Lo siento, de verdad. Pero cuando abrí la puerta del balcón y entraste te golpee con un paraguas, pensé que eras un ladrón – le dijo muy apenada. Él rió.
- ¡Auch! – volvió a decir.
- Lo siento – repitió ella.
- Tranquila, tranquila no pasó nada – dijo y se recostó de nuevo en la cama. Estaba algo mareado – Yo también hubiese hecho lo mismo.
Natalia levantó la mano y volvió a poner el hielo sobre su frente. Liam cerró los ojos ante el frío causado por este. Abrió sus ojos y la miró. Ella sonrió levemente.
- Pegas fuerte – le confesó.
- Lo se – dijo divertida – ¿Pero que hacías entrando por el balcón?
- Es algo tarde Naty, y no iba a tocar el timbre. Tu hermano sería capaz de golpearme por eso ¿No lo crees?
- Va a golpearte si te encuentra aquí – le dijo ella.
- Eso también lo se – dijo asintiendo.
- ¿Por qué no viniste antes?
- Espere a que mis padres se durmieran – dijo y se sentó de nuevo.
Ella volvió a colocar el hielo sobre su frente. Maxi giro su cabeza para quedar con su rostro justo frente al de ella. Mirándola fijamente a los ojos descubrió que en verdad no había venido tarde por sus padres, sino que para estar a solas con ella. Nerviosa, se alejó un poco y bajó la mirada.
- Mmmmm, ¿Qué pasó con el empleo para Ron? – le preguntó un tanto nerviosa.
- ¿Recuerdas que me dijiste que a Ronald le gustaba arreglar computadoras y esas cosas?
- Si.
- Bueno mi padre trabaja en una empresa de Autos y necesitan una persona que este siempre a su disposición para arreglar las computadoras que se tildan cada dos por tres.
- ¿Entonces eso quiere decir que va a tener un trabajo fijo?
- Al parecer si – dijo.
Ella sonrió emocionada y brinco un poco en la cama. Maxi negó divertido con la cabeza y le pidió el hielo.
- ¿Cuándo comenzaría a trabajar? – le dijo ella.
- Mañana tiene que ir a hablar con mi padre, para que él lo lleve hasta ahí. Y luego todo queda en manos de él.
- Oh Maxi, de verdad no se como voy a hacer para pagarte esto que estas haciendo por mi hermano.
- No lo hago por tu hermano, lo hago por ti – le dijo. Ella sintió como la sangre llegaba rápidamente a sus mejillas.
- ¿Te molesta si fumo? – le preguntó.
- No es de mi agrado que lo hagas, y lo sabes. Pero no me molesta – dijo.
Ella rió por lo bajo y se puso de pie para abrir la puerta del balcón. Tomó su bolso y busco su caja. Tomó un cigarrillo y se sentó a la puerta para que el humo no quedara en su habitación.
Maxi se puso de pie y se acercó a ella, se sentó al frente y miró hacia fuera. Su casa se veía desde su balcón. Volvió su mirada a Naty. Ella también lo miró.
- ¿De que otra cosa me tenías que hablar, Maxi? – le preguntó.
Él se tenso. Se había olvidado por completo que en la tarde le había dicho que quería hablar de otra cosa con ella. ¿Y de que era lo que le quería hablar?
- ¿Cómo de que quiero hablarte?
- Si – dijo ella asintiendo – Hoy me dijiste que tenías que hablar conmigo de algo más que lo de Ronald.
- Mmmm, en realidad no tenía que hablarte de nada más – le dijo. Ella lo miró bien.
- ¿Entonces?
- ¿Entonces que? – dijo él
- ¿Para que viniste además de eso?
- Para verte a ti.