23. Un cuadro

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Alba abrió los ojos. Unos tenues rayos de luz se colaban por la ventana iluminando toda la habitación. Levantó la vista y la vio. Estaban las dos tumbadas de lado. Cara a cara. Notó como sus piernas estaban enredadas con las de Natalia bajo las sábanas.

Respiró hondo. Hacía mucho tiempo que no se sentía así. Todas las relaciones sexuales anteriores se habían enfocado solo en sexo de una noche sin ningún tipo de significado. Pero eso era diferente. Se sentía llena por dentro, agusto, querida.

Notó como Natalia se revolvía y comenzaba a abrir los ojos perezosamente acostumbrándose a la luz.

-Buenas días.- Susurró Alba con una sonrisa.

Natalia también sonrió y se quedó unos segundos observándola en silencio.
El sol le daba de espaldas reluciendo sus cabellos dorados y creando una bonita luz en su mirada que brillaba con felicidad.

-Tienes los ojos más bonitos de España.- Susurró la morena.

Alba soltó una carcajada. -Que penca eres...- Se acercó a ella y probó sus labios con suavidad.

Natalia rodeó a la rubia con sus brazos atrayendola y haciendo que sus cuerpos desnudos se pegaran, Alba acomodó su cabeza en el hombro de la menor y la abrazó cariñosa volviendo a cerrar los ojos mientras sentía los dedos de Natalia acariciar suavemente su piel.

-Podría quedarme así horas.- Sonrió Alba.

-¿Y quién te lo impide?

-¿Qué días es hoy?

Natalia levantó una ceja. -Hoy es sábado ¿No?

Alba abrió los ojos como platos. -Natalia ayer fue miércoles.

-¿Qué?- Se separó de la rubia. -¿Qué hora es?

Alba se giró sobre sí misma y visualizó el despertador que tenía junto a la cama. -Mierda.- Dijo viendo como el reloj marcaba las 10:16

Las dos chicas se incorporaron rápidamente y comenzaron a vestirse. Los exámenes empezaban la semana siguiente y estás clases eran cruciales para todos los alumnos.

-Joder joder joder.- Natalia se vistió con la ropa del día anterior y sonrió a Alba que la ofrecía una cazadora y un cuaderno con un estuche para no tener que pasar por su casa a coger material de clase.

Las dos salieron de casa corriendo y recorrieron las calles entre risas. Llegaron al campus y frenaron para despedirse, sus facultades quedaban una en frente de la otra.

Alba analizó a Natalia sonriente. Llevaba los vaqueros negros de ayer arrugados ya que no se habían secado decentemente al estar mojados por la lluvia, un moño despeinado y una cazadora vaquera que la quedaba enorme.

-¿De que te ríes?

-Nada, que somos un cuadro.- Rio la rubia.

-¿Nos vemos luego?- Se despidió la morena.

-Claro.- Sonrió.

La morena se giró y empezó a caminar hacia su edificio.

-Nat espera.

La aludido se frenó y miró hacia atrás. Alba se acercó a ella poniendose de puntillas y la besó en los labios.

Se separaron sonrientes y a la vez ruborizadas y cada una se dirigió a sus clases.

***

La mañana pasó con lentitud. Las clases se hicieron largas y perezosas en las que Natalia no podía dejar de mirar la hora para salir cuanto antes y volver a encontrarse con ella. Esa rubia que se estaba ganando todos sus pensamientos.

LA CHICA DE ENFRENTE | albaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora