46_ Aviones

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Llegaron las ocho y media de la tarde y la exposición cerró. Alba salió del recinto satisfecha con el éxito que había tenido en su primer día de visitas. Varios criticos y compradores no habían duda en escribir algún articulo en sus revistas o en llevarse alguna de las obras a sus casas por un negociado precio.

Montó en su pequeño coche alquilado y inició su recorrido hasta el lugar donde residía esos días. Al ser verano, la mayoría de ciudadanos se había marchado de la ciudad por lo que tanto las calles como el tráfico se volvía realmente tranquilo para poder desplazarse en coche.

Encendió la radio y condujo entre las calles de la capital pensando en todo lo que había pasado esa tarde mientras sus dedos golpeaban el volante al ritmo de Vetusta Morla.

El recuerdo de la conversación con Natalia llegó a su mente trayendo con ella un sabor agridulce. Natalia. Sabia que a la chica no la había ido nada mal con su música. Era conocida como la estrella revelación en el país y incluso en Francia, la morena había conseguido un gran número de fans.
Para ser sinceros, Alba nunca había escuchando sus canciones, sabía que había sacado un disco que estaba teniendo mucho éxito y que muchos veces veía publicidad de sus conciertos o aparecía en revistas de moda, pero las allá de eso, no tenía ni idea de su vida. Ni que música hacía, ni cuantos seguidores tenía, no en que proyectos estaba metida... No tenía ni el más mínimo interés en escucharla. ¿Para qué? ¿Para seguir escuchando Raeggeton del malo o canciones comerciales? No gracias.

Suspiró y volvió a centrarse en esa tarde. Natalia también se había cortado el pelo, su melena negra lucía despeinada dándole un tocó salvaje. Había ido vestida con un traje compuesto con pantalones y americana con un estampado de cuadros rojos, acompañado por un top lencero negro y una zapatos blancos con una exagerada plataforma.
Tenía que admitir que no había perdido ese rollazo tan característico.

Resopló cansada de pensar en ella y subió el volumen de la música dejando su mente en blanco y disfrutando de la brisa que entraba por la ventanilla.

***

Natalia suspiró secándose el sudor, hacia mucho tiempo que no pasaba por el envolvente y seco calor de madrid. Se había cambiado de ropa poniéndose algo más fresco y veraniego. Caminaba por la calle con la guitarra a la espalda, le gustaba componer al aire libre por lo que había decidido coger el metro y dirigirse al El Retiro bajo la sombra de algún árbol a buscar la inspiración, pero aquel camino del hotel al metro se estaba volviendo realmente enterno debido al calor.

De repente observó como una de las calles que había a su derecha la llamaba la atención. Decidió desviarse y continuó por allí acabando en la gran puerta de barrotes de su antigua Universidad. Se acercó y agarró uno de los barrotes con la mano dibujando media sonrisa de nostalgia al observar el gran césped y las distintas facultades a su alrededor.

Observó de nuevo la calle y decidió continuar por el camino que hace unos años recorria todos los días desde su apartamento hasta la uni.

Una gran ráfaga de recuerdos invadieron en segundos la mente de Natalia. Todo su grupo de amigos recorriendo esa acera, Marta y ella los primeros días cuando no conocían a nadie, o ella y Alba dadas de la mano sin poder evitar sonreír cada vez que se miraban.

Se mordió la lengua mirando al suelo. ¿Por que se había comportado así con ella? ¿Por que había sido tan infantil? Alba no se lo merecía, parecía dolida de verdad. Mierda Natalia no haces más que cagarla. Resopló desesperada sintiendo el sudor en su espalda de la guitarra. Suponía que los nervios y el miedo de volver a verla le habían jugado una mala pasada. Ella no era así, había cambiado, había madurado.

Sin darse cuenta, había llegado al parque que se encontraba debajo de su antiguo piso. Tragó saliva y se acercó sintiendo como el corazón le latía cada vez más fuerte. Divisó su banco entre los árboles y se acercó despacio. Ese banco, ese banco donde tantas cosas habían pasado. Se sentó en el y levantó la mirada. Ahí estaba, el banco de enfrente, el banco de Alba.

LA CHICA DE ENFRENTE | albaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora