Capítulo 1

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Cuando Nicolás salió de casa aquella mañana, sus ojos parecieron brillar con luz renovada. Él se sentía así.... Renovado y vibrante. Su alma quebrada parecía sanar con cada paso que daba. Acababa de dejar la casa de sus pesadillas, la casa de sus padres, de su golpeador y de su maltratadora. Jamás entendería el odio que aquella pareja de inescrupulosos derramaban en él. Jamás los perdonaría tampoco. Había vivido una vida miserable y dolorosa, pero ya no más. Ahora el mundo abría puertas para el sótano donde siempre se sintió atrapado, ahora el sol brillaba, acariciando su tersa y suave piel moreteada. Ahora sí, era libre de aquella cárcel que lo torturó por 18 años.

-Que te quede claro, maldito mal agradecido, no te estás yendo, te estamos corriendo de nuestra casa! - Gritó el señor D'Alessio.

Aquél hombre no era su padre. Era un extraño ser cruel y violento. Jamás fue su padre, y por eso sus palabras ya no dolieron esta vez.

Sus pasos se aceleraron cuando lo vio salir de la escalinata de su casa, como tratando de alcanzarlo. Pero Nicolás continuó caminando como si no lo escuchara.

-Te estoy hablando, grandísimo animal. - Volvió a decir.... O a gritar, mejor dicho, provocando que algunos vecinos salieran a la vereda a ver lo que sucedía. Sin embargo, esta situación no era ajena a sus vidas, mucho menos su cuestionable falta de reacción.

Nico no quería voltear a ver a su padre. Tenía miedo de hacerlo y ver lo cerca que estaba. Y decidió seguir, aumentando la velocidad de su caminar hasta que sintió un jalón en su brazo y el impulso lo hizo caer hacia atrás. En ése momento, se tapó la cabeza e intentó proteger sus costillas lo más que podía. Ya tenía experiencia en eso. Demasiada experiencia.

-Ahora verás, infeliz mocoso. Te voy a... - Pero el remedo de hombre no se animó a continuar con su monólogo venenoso cuando una muchacha policía se puso a un lado suyo y lo apuntó con su arma.

-Quieto ahí. Al suelo. - Ordenó la joven mujer, irradiando furia.

-Qué le pasa? Se ha vuelto loca? Éste sinvergüenza me acaba de robar y Ud en vez de apuntarlo a él me apunta a mí. - Se quejó, furibundo, provocando que algún que otro vecino suspire asombrado por su descaro.

-Al suelo dije. - Repitió la orden, acercándose hasta el mayor, quien tragó saliva audiblemente. - Estás bien, chico? - Preguntó al niño que apenas descubrió su cabeza.

Nicolás tenía los ojos rojos. Quería llorar. Había estado tan cerca de recibir otra paliza, pero este... ¿ángel? lo había salvado.

Con mucho cuidado, se sentó en el suelo y asintió con la cabeza. - Estoy bien. - Añadió después con palabras.

La policía tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no sonreír en ese instante. El muchacho tenía una voz muy dulce, tan angelical e infantil que casi podía decirse que parecía que un niñito había hablado.

-Y Ud qué espera para hacer lo que le dije? Acaso quiere una invitación? - Continuó la chica, intentando sujetar al hombre, quien ya andaba suplicando.

-No, no por favor. No hice nada! No hice nada!!! No quiero ir a la cárcel... Perdón, perdón! - Empezó a decir, casi entre lágrimas, sorprendiendo a los vecinos pero no a su niño. Nicolás sabía que todo era teatro. Sin embargo, no tenía ningún interés en ver a su padre en la cárcel.

-Ay, por favor, cállece. - Murmuró la joven policía, sintiendo algo de repulsión. Ella había tenido un padre abusivo y conocía muy bien las mañas de estos sujetos. 

Inmediatamente, dio aviso por la radio que portaba y en pocos minutos un móvil policial se hacía presente para llevarse al hombre a la comisaría. 

-Dime que harás la denuncia. - Le preguntó al chico que ahora estaba de pie, poniendo una de sus manos en su hombro, lo que causó un pequeño movimiento involuntario ante el dolor. 

Nicolás trató de relajar su rostro, pero no conseguía hacerlo. Sus ojos se habían humedecido y su labio inferior temblaba, tratando de contener un puchero. 

La mujer policía juraba que jamás había visto un rostro tan vulnerable como ése e, instintivamente, acarició la mejilla rosadita del niño, tratando de consolar ése dolor que había reanimado segundos antes. 

-Shhhhhh, estás a salvo ahora. Yo cuidaré de que así sea, lo prometo. - Susurró, dibujando una pequeña curvatura en la esquina derecha de sus labios. - Tienes donde ir? - Preguntó con gentileza. 

Nico apretó los ojos, exprimiendo así sus lágrimas; necesitaba llorar, aún cuando no fuera el momento y el lugar. Con un pequeño suspiro, negó suavemente con la cabeza.

-Entonces vendrás conmigo. - Indicó la policía, tomando el bolsito que llevaba con una de sus manos, dejando a un muchachito boquiabierto, mirándola asombrado.

No habían pasado ni veinte minutos desde que dejó su casa y el mundo parecía recibirlo de buena manera.

💓💓💓💓

Holaaaaa!!! Bueno, como decía en la explicación de la historia, es la primera vez que publico de esta temática. Realmente no tengo nada definido y ni yo misma sé qué esperar. Sin embargo, espero que les guste y me acompañen. Pueden darme sugerencias si gustan.

Les dejo un beso grande! Muchas gracias por leer!!! 😘😘😘








Good baby boy (ABDL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora