Capítulo 7

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Soledad sonrió al sentir el tibio beso que la trajo de regreso de sus sueños a la realidad. Abrió los ojos lentamente y su sonrisa se ensanchó al descubrir al responsable de su alegría, mirándola desde el otro lado de la cama....desde donde se había estirado como si fuera de goma para poder besarla sin despertar al niño que dormía entre ellos.

-Buenos días, princesa! - Susurró Juan.

-Buenos días, amor. - Respondió ella en el mismo tono de voz. No querían molestar a Nico tan temprano.

Eran las 6 de la mañana y ambos debían entrar a trabajar a las 6:30. Pero realmente qué ganas de quedarse en cama tenían. Sin embargo, no había más opción que levantarse.

-Tengo sueño. - Murmuró Sole, cerrando los ojos nuevamente. Tal vez podía dormir unos minutos más.

Juan sonrió. Le encantaba la personalidad fuerte y sin embargo aniñada de la sargento. Tal vez por eso la amaba.

-Arriba, perezosa. - Dijo el mayor, empezando a levantarse para ir al baño.

Pero cuando estaba a punto de salir, regresó en sus pasos y, a pesar de tener la mirada de Sole puesta en él, Juan se acercó nuevamente a la cama y se inclinó para besar la frente de Nicolás.

-Qué haremos con él, Juan? No quiero dejarlo solo aquí. No después de lo de anoche. No es seguro para él.

-No lo sé, Sol. Pero es muy temprano para que lo despertemos. Dejemos que duerma un poco más y luego tú puedes ir más tarde con él. - Dijo más sereno. Era una fortuna ser el jefe en situaciones como estas.

-Está bien. Iré a preparar el desayuno. Tú puedes ocupar la ducha mientras tanto. - Y así, ambos se levantaron cuidadosamente de la cama, no sin antes poner una manta extra sobre el niño.

Una vez que Juan tomó su ducha, se dirigió al comedor por su desayuno. Soledad ya lo tenía listo y se sentaron a comer juntos.

Disfrutaban de acompañarse. La química siempre había estado en ellos apenas se conocieron. Sin embargo, era un cariño que no debía ser enseñado en el área de trabajo. No era moralmente correcto. Y ellos lo sabían, pero aún así siempre se habían ingeniado para mimarse en horas de trabajo.

Soledad terminó sus alimentos primero y fue a ducharse mientras Juan se ocupaba de limpiar los platos y las tazas. Cuando finalizó, ya casi era hora de marcharse y estaba a punto de hacerlo cuando escuchó un gimoteo provenir de la habitación de Nico.

Miró su reloj y se maldijo por lo tarde que se había hecho, pero a pesar de la hora, decidió ir a ver qué le pasaba al niño. Lentamente, se asomó por la puerta que había quedado entreabierta y no pudo contener una sonrisa cuando vio al adolescente con la manito hacia atrás, dentro del pantalón, acariciándose las nalgas mientras derramaba unas cuantas lagrimitas.

-Buenos días, cariño. - Saludó desde la puerta.

Nicolás no lo había visto llegar, por lo que cuando escuchó el saludo se asustó y se escondió bajo la manta, sintiéndose avergonzado.

Juan negó con la cabeza sin perder la sonrisa y se acercó hasta la cama, para sentarse en ella y poder hablar con Nico antes de irse a la comisaría.

Con gentileza, fue retirando la manta de la cabecita del niño, recibiendo un gimoteo como única objeción. - Shhhh... No pasa nada, campeón. - Susurró, revolviéndole el cabellito que se le había pegado en la frente por la transpiración. Él había atribuido el llanto a la vergüenza.

Nicolás no respondió con palabras, sólo dejó escapar un sollozo audible e intentó volver bajo las mantas, pero Juan lo detuvo. -Hey! Qué sucede, cariño? Te duele algo? - Preguntó preocupado. Nico no había dejado de sobarse las nalguitas en ningún momento.

Good baby boy (ABDL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora