Capítulo 8

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Oh, sí! Definitivamente, éste día iba a ser demasiado largo para todos.... especialmente, para el pequeño castaño.

Enfrentar miedos, fantasmas y sobre todo "brujas" iba a ser el pan caliente de aquel día....

La Sargento Quinteros apenas se tomó unos cuantos minutos para alistarse y salir vestida con su impecable uniforme rumbo al dormitorio de Nicolás. Les quedaba un poco menos de una hora, pero el tiempo pasaba volando y ella quería asegurarse de que el niño tomaría un desayuno decente antes de salir.

Cuando llegó a la puerta que había quedado abierta, se quedó observando la figura sentada de su invitado, mirando hacia sus manos, con una expresión triste, como de abandono. Tocó el marco para llamar su atención pero no lo logró. Nico parecía absorto en sus pensamientos y sólo reaccionó cuando la chica se acercó hasta él y le apretó suavemente el hombro.

-Hey! - Le dijo a modo de saludo, al ver que había conseguido su atención. 

Nico se sobresaltó ante el toque pero, al escuchar la voz de la Sargento, se giró tímidamente para poder saludarla. 

-Hey! - Respondió el muchacho, con una sonrisa propia, resistiendo un impulso de levantarse de la cama para abrazarla. No quería verse más infantil de lo que ya se sentía. Sin embargo, cuando la miró a los ojos, los recuerdos de la noche anterior parecieron agolparse en su mente, causando que sus mejillas se tiñeran de escarlata. Y es que él solamente podía pensar en una sola cosa esa mañana: Sole había sido testigo de su castigo. Lo había visto llorar y hasta había visto su trasero desnudo y enrojecido, cruzado sobre el regazo del comisario siendo azotado.

Sin poder sostenerle la mirada, el chico bajó la cabeza, concentrando toda su atención en el piso. 

Otra vez volvía a sentir ése nudo en su garganta que parecía asfixiarlo. Sentía que sus ojos empezaban a aguarse y estaba intentando arduamente contener las lágrimas, cuando una suave caricia lo trajo de regreso al presente. 

Soledad había seguido con detalles las reacciones en el niño, adivinando por dónde iban sus pensamientos cuando notó el color rojizo que habían tomado sus cachetes. Y, si bien ella no pretendía burlarse de Nico, una sonrisa se adueñó de sus labios al verlo poner un puchero. 

Nicolás era tan adorable para su edad....

Sin "querer", Sole dejó que su mano acariciara suavemente la cabecita de su invitado, llevando hacia atrás los cabellos que se habían pegado a su frente. Sin duda, a Nico le hacía falta un baño antes del desayuno. Había transpirado durante la noche. Y cómo no, si había dormido abrazado por ella y por Juan. 

-Está bien, cariño. No tienes nada de qué avergonzarte- Le susurró, levantándole la cara para que sus ojos pudieran encontrarse. 

Nicolás se tomó su tiempo para hacerlo. No quería ver la burla en el rostro de Soledad y sin embargo, se preparó mentalmente para recibirlas,  pero por más que buscó y rebuscó, no halló ni un rastro de diversión en sus ojos. 

La sargento Quinteros lo estaba mirando con una sonrisa amable y amorosa, que desarmó la poca enteresa que le quedaba al niño, haciendo que un par de lágrimas se salieran de sus ojitos brillosos al comprender el cariño con que era observado. 

Vaya! Apenas había pasado un día lejos de su casa y él ya sentía que había vuelto a nacer. Como si fuera ése el lugar que debió ser su hogar... Y Soledad su madre. 

Nicolás se dejó vencer por su necesidad de sentir amor y se entregó rendido a los brazos espectantes de la muchacha. Anhelaba sentirse querido aunque fuera un ratito, aunque sólo fuera una ilusión suya. 

Good baby boy (ABDL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora