Capítulo 14

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El rostro de Juan dibujó una evidente mueca de disgusto al ver cómo Nicolás apartaba la mano de Sol de su cara.

-Cariño, sólo serán unos minutos, por favor. Quiero saber tu temperatura correcta y éste es el único modo que tengo para hacerlo. - Trató de razonar con el niño. Pero Sole podía ver el berrinche en el par de ojos brillosos de su polluelo.

Habían pasado ya varias horas desde la visita al doctor. Nico les había dado un buen susto con aquella fiebre que parecía haber trepado los 39 grados, pero ahora ya más aliviado y con ganas de seguir durmiendo, el niño no pretendía portarse como el ángel que parecía.

-Noooo!!! Ya no tengo fiebre, no necesito esooo!! - Respondió en un tono agudo y fuerte que molestó aún más al policía. Acaso su espíritu estricto regiría toda su vida, incluso en su labor "paternal".

Cálmate, Juan. O vas a matar al niño de un susto! - Se murmuró así mismo. Era muy consciente de que, enojado, podía ser un hombre muy intimidante.

-Mira, será sólo... a ver... 3 minutos y luego te lo quito y podré saber si los paños ya no son necesarios. Apuesto a que debe ser muy molesto tener ese trapo en la cabeza, o me equivoco?! - Y a pesar de las malas caras que Nicolás le dedicaba, la sargento no había perdido su paciencia ni su buen humor. Y eso parecía enamorar cada vez más a su jefe.

Pero Nicolás, hecho todo un adolescente rebelde (.... o era tal vez un mocoso malcriado?) cruzó los brazos sobre su pecho y presionó fuertemente sus labios.

Aquello provocó alucinaciones en el comisario Ángel, quien tuvo que reprimir un impulso de correr hacia la cama y sacar de una oreja al niño solamente para ponerlo boca abajo sobre su regazo y dejarle el trasero rojito y esponjoso. Pero sabía que si eso sucedía, estaría siendo el peor hombre del mundo. Mucho peor que el padre de Nicolás. Ese nenito ahora solamente necesitaba muchos mimos y bastante paciencia. Mmmm... aunque tal vez una pequeña amenaza podría ser de ayuda, pensó.

-Déjalo, Sol. - Dijo Juan, en un tono no muy alto, pero sí suficiente para que el enfurruñado adolescente lo escuchara.

-Pero Juan, es necesario que sepa su temperatura para decidir si sigue con las pastillas o no. - Explicó Sole, sorprendida por la actitud de su comisario.

-Lo sé, cariño. Pero lo que quiero decir es que yo voy a hacerlo. - Dijo, extendiendo su mano para tomar el aparatito. - Tendrás vaselina por casualidad? - Soltó repentinamente, tomando por sorpresa no solamente a Soledad, sino también a Nico, que abrió tanto los ojos que hasta parecían que se saldrían de sus orbes.

-Qué pretendes hacer, Juan? - Preguntó la mujer, mirando con incredulidad a su jefe.

-Fácil. Si Nicolás no quiere ser obediente y abrir la boca para aceptar el termómetro como niño bueno, tendré que tomársela por la otra vía que queda. - Y mirando directamente a Nico, quien había empalidecido, le dijo- Cariño, date la vuelta y baja tus pantalones y calzoncillos, por favor! .- Con una voz tranquila, como si le acabara de decir que ya eran las 6 de la tarde.

-Nooooo!- Respondió Nico entre gimoteos que acompañó con un puchero.

-Hijo, haz lo que te pedí. - Repitió.

-Que noooo!!! Yo no quieroooo!!! No soy un bebé! - Gritó, tratando de levantarse de la cama.

-Si no abres la boca a la cuenta de dos, te tomaré la temperatura como a los niños. Tú decides. - Resolvió, tomando ya nomás el termómetro de las manos de Sol. - Uno....

-Buenoooo!! Ya abro, ya abrooo - Al fin, Nico se rendía ante la autoridad de Juan, abriendo dócilmente la boquita y aceptando el aparatito.

Good baby boy (ABDL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora