She used to be mine.

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"She is hard on herself, she is broken and won't ask for help. She is messy but she's kind. She is lonely most of the time. She is all of this mixed up and baked in a beautiful pie".

Sara Bareilles (versión Alba Reche).

POV CLAUDIA

- No te olvides que en la tarde hemos quedado con mi madre - me dijo sirviéndose su café - Para lo de los adornos de la mesa.

- Tengo el recordatorio en el móvil, no me olvido.

- Y que vamos a cenar.

- Sergio, ya, lo sé - suspiré con pesadez - No me olvido.

- Vale, vale, que luego conozco tus excusas - le miré - No es la primera vez que te olvidas.

- No quiero discutir - le di un beso - Me voy.

- Que vaya bien el día.

Un adiós con la mano fue lo último que le di antes de salir de casa. Tenía toda la agenda apuntada en papel y en mi iPhone, no hacía falta que me recordara todo ochocientas veces.

Nada más entrar en el coche, revisé que llevaba todo: el ordenador, la grabadora, las notas y mis esquemas. Hacía mucho tiempo que no escribía tanto por la noche, y aunque había dormido poco, debía de seguir escribiendo, pero para ello, necesitaba saber más.

Aquella niña me había abierto todo un abanico de posibilidades, no sólo para un libro, sino para cinco por lo menos. Aunque su crítica hacia mis libros me había molestado, no podía permitir que me lo notara; al final era una simple camarera, sus conocimientos sobre el arte eran mínimos. Las críticas de los principales periódicos del país me abalaban como una de las mejores escritoras de ficción de la última década, las ventas así lo reflejaban; una pobre niña que no tenía dónde caerse muerta, no me iba a desprestigiar de esa manera. Pero tenía que reconocer, que lo había hecho muy bien.

Gabriella era todo un mundo por descubrir, pasional, terca, orgullosa, macarra y honesta, muy honesta. Su personalidad me excitaba y lo hacía como no lo había hecho ninguno de mis anteriores personajes. Era una excitación de curiosidad, necesitaba saber más, mucho más de ella; y estaba dispuesta a exprimirla al máximo. Sobre todo porque tenía dos objetivos en la cabeza: conocer a su madre, estar en su casa; y saber qué pasó.

No iba a ser fácil, pero como que me llamaba Claudia Illescas Pinilla, que lo acabaría sabiendo.

La había citado en mi despacho, era lo que necesitaba. Esa mañana tenía que tener su ficha completa y a partir de ese día, dar avances en absolutamente todo. Me fascinaba el personaje que estaba creando, y necesitaba terminarlo ya.

- Claudia, ¿cómo vas? - me preguntó Sandra, mi editora, por teléfono.

- Voy, no quiero avanzarte nada todavía; pero confía en mí.

- Sabes que tienes que darme algo en dos meses.

- Lo sé, Sandra, y te aseguro que lo tendrás. Estoy trabajando en algo que te va a dejar satisfecha.

- Bueno, sabes que me conformo con que se venda.

Eso era lo que no me gustaba.

Cuando yo empecé a escribir, me fascinaba crear vidas paralelas, sumergirme en sentimientos que otros sentían, crear mundos, situaciones y lugares en los que yo nunca había estado. Inundarme de emociones nuevas, de parejas que se enamoraban, que se querían, que rompían... Pero todo eso cambió a medida que fui creciendo, fui vendiendo y me fui abandonado. Escribía por escribir, mi editora apenas me exigía historias trascendentales, y lo que yo sabía es que un libro que fuese escrito por Claudia Illescas, ya se vendía; aunque el argumento fuera una tontería.

[PUBLICADA] La verdad [siempre] duele.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora