Cuando te besé.

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"Cuando te besé sentí que toqué el cielo. Y no me equivoqué porque lo haría de nuevo".

Becky G. FT. Paulo Londra.

POV GABRIELLA

- Vale - suspiré tras montar la nueva silla de ruedas - ¿Lista para probarla?

- No tires la vieja por si acaso. Pero sí, lista.

Pasando de nuevo, un brazo por su espalda y el otro por sus muslos; cogí a mi madre en brazos y la senté en la nueva silla de ruedas, pagada con los dos mil euros que Claudia me había dado. Tenía una pequeña cinta que a ella no la iba a hacer daño en el abdomen, pero suponía una sujeción para que en todo momento, tuviera la espalda recta y no pareciera sin vida. Sin duda alguna, se veía de otra manera en esa silla.

- Te queda increíble, mamá - la llevé al espejo de la entrada - ¿Te gusta?

- Es una maravilla - sonrió - Parezco otra.

- Totalmente - asentí colocándole el cuello de la camisa - Guardaré la otra en el trastero, por si acaso quieres cambiarla o algo. ¿Te duele el cuello?

- No, estoy bien, cariño. Muchas gracias.

- Por nada - sonreí desmontando la antigua silla.

- Pero tenías que haberte quedado el dinero para ti.

- ¿Para gastármelo en alcohol? - la miré - ¿O en porros? - ella torció el gesto - Las dos sabemos que así está mejor invertido.

- Pero nunca te lo gastas en ti.

- Ni falta que hace.

Aparté la vieja a un lado, más tarde la bajaría al trastero.

Libraba, por fin libraba; y aunque tenía que aguantar la visita de doña escritora perfecta, me tocaba un día de películas con mi madre. Y de verdad que, era lo que más me gustaba.

Por más que Lucía me había pedido pasarse a comer, le conté lo de Claudia y quedamos en comer al día siguiente en su casa, echar un polvo, fumar y marcharme al trabajo. Lo tenía todo calculado y esperaba que así fuera.

- ¿Has recogido tu habitación?

- Sí - respondí - No tengo quince años, mamá.

- Por si acaso, no quiero que se encuentre la casa en mal estado.

- Yo tampoco quiero que cambiemos todo sólo porque ella venga.

- Es una escritora de éxito, hija.

- Es una persona despreciable, mamá - dije sentándome en el sofá - Si fuera por mí, ni la conocerías. Se piensa que puede comprarlo todo con dinero y da verdadero asco ver cómo se divierte escuchándome hablar de nuestra situación.

- ¿Le has contado lo que pasó?

- No - negué mirándola - Y pedí que no preguntara. Sabe de sobra que es un tema que nunca voy a tocar - mi madre asintió - ¿Por qué?

- Curiosidad, simplemente.

Escuché mi teléfono sonar, recordando que seguía enchufado a la luz pese a estar cargado ya. Pensando por un momento que Claudia se había adelantado; no era ella, sino una foto de Lucía.

Debía ser su descanso, porque estaba trabajando. Era una foto de su culo, mostrándome un tanga negro que no había visto todavía y con un claro mensaje: ¿te gusta? Sonreí al verlo y no dudé en responder:

[PUBLICADA] La verdad [siempre] duele.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora