Amigos con derechos.

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"Amigos con derechos, y todo tu despecho te lo quitas conmigo como nadie lo había hecho".

Reik FT. Maluma.

POV GABRIELLA

Eran las seis de la mañana cuando el tren cerró las puertas. Un sábado más, de un mes cualquiera; yo volvía a hacer lo mismo. Sabía que no estaba avanzando, que con treinta años estaba estancada en el mismo punto que cuando todo pasó; pero no podía dar un paso hacia otra dirección, pues sólo había un mismo sentido.

La media hora que tenía hasta mi casa, se me pasaron escuchando un repertorio entre Melendi y Vanesa Martín. Aunque los restantes cinco minutos desde el andén hasta el portal; fueron sin un estímulo musical que me acompañase. Era lo que tenía pasar toda la noche fuera, mi teléfono se había quedado sin batería.

Una ducha rápida y un café solo para que la falta de sueño no se hiciera tan visible. Una vez que ya me había preparado yo; me dirigí a la habitación de Rosa, mi madre. Levanté la persiana levemente para que no le molestara la luz de fuera; aunque a esas horas, el sol no brillaba tanto.

Estaba despierta, como todos los días. Siempre me preguntaba cuanto dormía, pero oír como se iba a lamentar por quedarse en la cama, sólo me iba a destrozar. Por eso nunca cuestionaba nada de mi madre, ella sabría por qué y cómo hacía las cosas.

- Buenos días, mamá - susurré dándole un beso en la frente.

- Hola, cielo.

Las sonrisas que ella me daba eran lo único que a mí me compensaba al final del día. Podría vivir perfectamente sólo con las sonrisas de mi madre, el problema es que había que pagar facturas.

- ¿Lista?

Su afirmación era el pistoletazo de salida. Retiré la manta que la arropaba y, pasando mi brazo derecho por su espalda y el izquierdo bajo sus rodillas; con todas mis fuerzas, la cogí. De la cama, a la silla de ruedas.

No era nada fácil ducharla y vestirla sola; pero ese era mi día a día. Hacía ya diez años que mi madre se había quedado tetrapléjica, era incapaz de mover nada de cuello para abajo. Así que, pese a que había peleado y regañado por haberme hecho cargo de ella, me negaba a la idea de meterla en una residencia. Mi madre no podía estar allí mientras yo pudiera con ella. Y aunque al final del día se hacía agotador, era mi madre, no podía ni quería abandonarla.

- ¿Podemos desayunar en el comedor?

- Vaya - sonreí terminando de ponerle un jersey - ¿Te has levantado de buen humor?

- Me apetece ver la televisión, ¿a qué hora te tienes que ir?

- A las doce, esta semana tengo turno de tarde.

- ¿Eso significa que llegarás pronto a casa?

- Sobre las nueve, sí - la miré - Ya he acordado con Blanca los nuevos horarios.

Blanca era la asistente que me ayudaba mientras yo estaba en el trabajo. Al final, por mucho que a mí me hubiese gustado encargarme de mi madre las veinticuatro horas del día, la casa y las facturas había que pagarlas; y si no trabajaba, no podíamos hacerlo. Porque no, mi madre no recibía ningún tipo de pensión; nos la denegaron y tanto ella como yo, perdimos las fuerzas para seguir peleando con el sistema. "Saldremos adelante, mamá. Sólo dame tiempo". Recordaba esas palabras cada día, sabiendo que mi vida cambiaría para siempre; y que la de mi madre, también.

- ¿Tú has desayunado? - preguntó al colocarme frente a ella para darle de comer.

- Sí, antes de despertarte.

[PUBLICADA] La verdad [siempre] duele.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora