(¿Ser o no ser? He ahí el dilema)

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Ya me acostumbre a no recibir gratitud por nada, sinceramente me esfuerzo tanto para poder conseguir buenos objetivos y finalmente ¿Qué gano?

Regaños, regaños y más regaños. Como si los padres nunca hubieran sido adolecentes, como si nunca estudiaron, como si nunca se sintieron solos.

Ojala estar en esta etapa fuese tan fácil. No ven lo bueno, buscan el pequeño y más mísero detalle para criticarte y aplastarte. No les basta con mandarnos al colegio ¡NO!, tenemos que vestirnos como personas “decentes”, tenemos que arreglarnos, tenemos que estar pendientes de miles de cosas a la vez,  a veces tenemos que ir a lugares que no queremos ni siquiera entrar .Cada vez que vemos a alguien tenemos que FINGIR una maldita sonrisa para no quedar de gente sin “educación” y saludar como si nada hubiese pasado… Tenemos, tenemos, y tenemos. Pues eso no les basta.

Se basan en las opiniones de los demás (“¡Que pensara tu tía Chanel de esto! ¡Mírate cómo estás vestida que dirán mis amigos! ¡Alguna vez compórtate como una mujer, porqué eso es lo que eres! ¡Entiende que tengo muchos más problemas que tú y no me ando quejando! ¡¿Qué dirán los vecinos!? , etc.)

No quiero crecer y pensar así, herir a mis hijos con palabras como esas, olvidando mi pasado, y olvidando cuanto dolieron todas esas veces que me las recalcaron una y otra vez.

No quiero llegar a una etapa en donde mi pasado se borre por completo, y ser una “nueva persona” que tratara de “ayudar” y orientar a sus hijos, pero que al fin y al cabo los hundiré cada vez más.

Últimamente tengo la sensación de no estar haciendo nada  bueno con mi vida, estoy dejando que las cosas pasen y no persigo mis sueños (ni siquiera sé si tengo sueños).

La negatividad se apodero de mí, como un cisne cuando encuentra su pareja (están juntos de por vida). Mi mamá insiste con que tengo que recurrir a un psicólogo, que tengo una “gran depresión” y eso es lo que me comprime, al punto de convertirme en lo que soy ahora. Yo más bien creo, que es una acumulación de decepciones, con una pisca de mentiras, dos cucharadas de ilusiones, y sueños rotos a gusto.

 

Y así vez como pasan las horas y nada cambia. Las noches y los días se hacen más largos. Cierras los ojos deseando con tanta fuerza que esto acabe, pero no es así. Comienzas a llorar y nadie se da cuenta. Solo te menosprecian, a veces lo hacen tanto que cada vez te lo crees más.

Levantarte en las mañanas es un nuevo desafío que se hace más difícil al pasar los minutos. No tienes ganas de salir de casa, no tienes ganas de hablar con nadie, solo quedarte en tu cuarto mirando el techo una y otra vez, aislándote de todas las personas.

 Te alistas para ir en marcha al colegio. Tienes que fingir una sonrisa, obviamente todos la creen, pero cuando no se dan cuenta, de un momento al otro las borras.

Luego llegas a casa y te hacen las típicas preguntas ¿Cómo te fue? Y tú solo respondes lo que ya acostumbras. Simplemente contestas “Bien, muy bien”, porque ellos no lo entenderán, ¡nunca entienden!

Y así las horas pasan y no cambia nada, las noches y los días se vuelven más largos. Cierras tus ojos pidiendo que esto pare de una vez, pero no es así. Tratas de recordar los sueños buenos, los recuerdos bellos, pero ya no crees que alguna vez lo hagan.

Mamá perdóname por no poder ser perfecta, por no ser linda, por no ser femenina, por no ser feliz. Quizás tu vida fue mucho más feliz que la mía. Pero de lo que estoy muy segura, es que no quiero terminar como tú. Lamentándome una y otra vez el tener una hija como yo.

Trato de no pensar mucho en esto, porque me afecta tanto que a veces no sé que estoy haciendo aquí. No hablo del punto extremista de llegar a terminar con mi vida, pero si, al punto de hacer mi mochila , marcharme , para no volver más.

Me ha destruido sentirme siempre así, como la mala de toda esta situación. Incluso mi madre ha pensado poner un profesor particular, así no me quejaría tanto todos los días y ya no sería un estorbo para ella.

Siempre me decía que no podía repetir el año, que si necesitaba algo le preguntara a mis compañeros, ahora no. Ahora solamente quiere desligarse, ya se saturo de esto. Y la comprendo muy bien, yo no podría soportar tener a alguien así todos los días, si estuviera en su lugar. Lamentablemente estoy en el lugar contrario, donde nadie se pone de mi parte y en vez de entenderme, solo me critican.

Hijos, lo único que quiero que sepan es que nunca los comparare, que te hagan eso puede dejar huellas imborrables en el corazón de una persona, hasta el punto de sentirse tan miserablemente ¡miserable! Que nunca más puedas superarlo.

Cuando sea más grande solo les diré, que no seré como todos los padres. Y eso, está más que claro.

Si fuera como antesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora