2. Scott McCall

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Jane observaba a los dos jóvenes como si le estuvieran clavando millones de cuchillas con acónito en el pecho. Soltó un sollozo que llamó la atención de los dos, haciendo que se separaran bruscamente y la miraran con los ojos como platos.

—Jane, yo—murmuró él

—Ahórratelo, McCall—gruñó la joven, entre molesta y dolida—Tengo ojos y sé perfectamente lo que he visto

Tragó saliva y una lágrima cayó por su mejilla

—Pensé que éramos amigas—sonrió triste, mirando a la joven

—Janny—murmuró la joven—Yo...

—Jane, para ti—habló la morena—O mejor, no me hables

Dirigió la vista al joven

—Ninguno de los dos—añadió

El joven se movió hacia ella, causando que le gruñera.

—Jane, por favor, yo..

—Basta, ya. Deja de hacerme sufrir—murmuró ella—Yo te amo. De verdad que lo hago. Pero no puedo soportar esto. No puedo.

Se giró y echó a correr, ignorando los gritos de los dos jóvenes. Corrió y corrió, hasta que sus piernas fallaron y cayó en medio del bosque. Comencó a sollozar, golpeando el suelo y gritando, como si le hubieran arrancado algo.

Y así lo sentía ella. Le habían arrancado su ancla. Quien la hacía sentirse humana.

Un aroma familiar la inundó cuando unos grandes brazos la abrazaron y la levantaron del suelo. Jane se agarró a la camiseta del joven y dejó que las lágrimas cayeran sin cesar. Este la miraba con el corazón en un puño, viendo como se partía en pequeños pedacitos. La llevó a casa, mientras seguía hipando y sollozando. La posó en la cama y se sentó en ella, mirándola.

—No te vayas, por favor—suplicó Jane, entre hipidos

—Nunca me iré, Jane. Eres mi familia

La joven trago un hipido y miró a su hermano, que la miraba preocupado.

—Me arde el pecho, Der—se quejó la joven—Me arde

Derek soltó un suspiro. Sabía lo que era perder a su ancla, y que dolía como los mil infiernos. Sabía lo que estaba pasando su hermana.

—Tienes que intentar buscar otra, Jane

—No puedo—sollozo la loba Hale

El mayor soltó un suspiro que sonó como un gruñido. Internamente estaba debatiendose entre quedarse con su hermana o patear el trasero del joven que le había echo daño. Optó por la primera, ya que no se perdonaría dejarla sola en este estado.

—Jane, eres una Hale—habló, mirando dulcemente a su hermana—Eres capaz de esto y más. Yo sé que puedes

La joven miró a su hermano, soltando un pequeño suspiro lastimero

—Ojalá estuviera mamá aquí. O Laura. O Cora—balbuceó Jane—No me dejes sola, Derek, por favor, eres lo único que tengo

El lobo Hale sintió como se le encogia el corazón ante la imagen de su rota hermana.

—Piensa en ellas—Le pidió—En nuestra infancia. Hazlo por mi, por favor.

Jane pensó en su madre, en como la despertaba, en como jugaba con ella y en como la abrazaba cuando lloraba. Pensó en su hermana mayor Laura, cuando salían a correr juntas y cuando le trenzaba el pelo. También, pensó en Cora, en como le reprochaba su carácter y como le enseñaba todo lo que podía de biología. Y luego, miró a Derek, y recordó todo lo que su hermano había echo por ella. Y sonrió.

Notó como el ardor de su pecho desaparecía a medida que los recuerdos de su familia pasaban por su mente.

Había encontrado su nueva ancla: su familia. Su madre, Laura, Cora y, por supuesto, Derek.

El mayor notó como su hermana transformaba su sonrisa en una verdadera, y supo que sus palabras habían funcionado. Esas mismas que Laura le había dicho cuando había perdido a Paige. Esas mismas que se repetía una y otra vez en cada luna llena.

—Gracias, Der—murmuró Jane, sonriendo cansada

Derek besó la frente de su hermana pequeña, prometiéndose que lucharía por hacer que esa sonrisa perdurara.











PRÓXIMO SHOT: ISAAC LAHEY

Teen Wolf One Shots [CERRADOS] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora