6. Lydia Martin

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Lisa se sentó en su sitio y comenzó a preparar sus cosas, manteniendo el orden. Tenía bastante tiempo, ya que siempre era una de las primeras en llegar a clase.

Esa era una de sus mayores cualidades: la puntualidad.

Detestaba llegar tarde a cualquier sitio. Siempre llegaba a cualquier cita cinco minutos antes de la hora prevista.

El asiento al lado de Lisa pasó a estar ocupado.

—Algo tarde para ser tú—comentó la pelinegra.

Lisa giró su cuerpo hacia su acompañante, quien le dirigió una mirada avergonzada mientras cogía su libro.

—¿Sabes de que me he dado cuenta? Últimamente pasas mucho tiempo con los "frikis"—comentó.

La pelinegra recalcó con intenciones el apodo con el que la joven Martin solía referirse a Scott McCall y Stiles Stilinski.

La rubiofresa soltó un suspiro, siendo consciente de que su amiga tenía razón.

—Lo siento, Lis—murmuró sincera a su mejor amiga

Lisa se cruzó de brazos y la miró a los ojos, totalmente seria.

—¿Me estás ocultando algo?—preguntó, temiendo en el fondo la respuesta.

Lydia abrió los ojos como platos y comenzó a boquear como un pez fuera del agua. Realmente no sabía como decirle todo lo que le había pasado, cómo su vida había cambiado de un día para otro, sin ponerla en peligro. Le aterraba pensar que algo podía pasarle a la que era su mejor amiga de toda la vida por su culpa.

—Bien—murmuró entre dientes Lisa, intentando ocultar que se sentía herida por el silencio de su mejor amiga.

—Lis, yo...

—Ahora no quiero hablar—la cortó

El profesor entró en el aula, impidiendo que Lydia pudiera hablar con su mejor amiga, lo que hizo que la joven comenzara a maldecir internamente. Lisa giró su cuerpo hacia adelante, dispuesta a atender a la clase, mientras su larga cabellera formaba un escudo a sus lados, impidiendo que su mejor amiga le viera la cara.

Durante toda la clase Lisa se sintió herida y traicionada.

<<¿Es que Lydia ya no confía en mi?>>se preguntaba la chica con el corazón en un puño.

Y es que desde la llegada de Allison Argent a Beacon Hills, la rubiofresa estaba menos tiempo con Lisa. ¡Incluso pasaba el rato con Scott McCall y Stiles Stilinski! Llevaban años en la misma clase y se suponía que Lydia no sabía de su existencia, o simplemente no le interesaban, ¿y de repente si?

Lydia había desaparecido unos días en el bosque, completamente sola y a merced de las alimañas. La joven Michaels se había tenido que enterar por la madre de su mejor amiga, Natalie, el novio, Jackson Whittemore y el Sheriff Stilinski, lo cual había dejado a Lisa al borde de la histeria.

Esto hacía que la joven pelinegra se sintiera fuera de lugar en la vida de Lydia.

¿Es que ya no eran mejores amigas?

—Señorita Michaels, salga a la pizarra, por favor.

Lisa dejó sus pensamientos a un lado, se levantó de su asiento y caminó hacia la pizarra. Cogió la tiza que le ofrecía el profesor y leyó el enunciado del problema, sintiéndose realmente observada. Suspiró tras leerlo, al menos había algo que aún lograba entender. Resolvió el ejercicio, devolvió la tiza y sin decir nada, volvió a su asiento.

—Gracias, señorita Michaels. Ojalá todos mis alumnos fueran como usted.

Lisa quiso poner los ojos en blanco al notar como eso iba en forma de indirecta para alguno de sus compañeros, pero simplemente apretó los labios.

Casi saltó de su asiento cuando sonó el timbre, sintiéndose aliviada. Recogió sus cosas velozmente y salió de clase como un rayo. Recorrió varios pasillos, esquivando a los demás estudiantes, hasta llegar a su taquilla, donde dejó sus cosas.

—¡Lisa!

La joven Michaels casi suelta un bufido al oír su nombre, por lo que apretó los dientes, tratando relajarse.

—¿Que quieres?—casi gruñó

Lydia se sorprendió ligeramente, ya que su tono le había recordado al que solía usar Derek.

—Quiero hablar contigo—expresó

—Ya lo estás haciendo

La rubiofresa suspiró. Sabía que la joven debía de estar bastante molesta para dar esa clase de contestaciones.

—Quiero contarte cosas muy importantes—explicó Lydia, tratando que la mirada seria de su amiga no la intimidara—Así que en mi casa a las siete. Sabes que no acepto un no por respuesta.

—Por supuesto que van a estar McCall, Stilinski y Argent, ¿o me equivoco?

—Lisa...

La rubiofresa notó la decepción y la tristeza en los ojos marrones de su mejor amiga, que seguía mirándola seria.

—No, Lydia—murmuró Lisa, intentando no enfadarse—Entiendo que Allison esté, porque ha llegado nueva y no conoce a nadie. Me parece genial que quieras que se sienta acogida—soltó un suspiro, notando como le comenzaba a temblar la voz—Pero McCall y Stilinski llevan en nuestra clase años y nunca tuviste interés en conocerlos, decías que eran raros y frikis.

Lydia tragó saliva.

—Ya no hablamos como antes, Lyd—continuó la pelinegra, notando como comenzaba a quebrarse—Ya no tenemos nuestras noches solas en las que hablamos de cualquier tontería o simplemente vemos pelis juntas. Se supone que somos mejores amigas...

—Y lo somos, Lis—se apresuró a decir Lydia—Lo somos y siempre lo seremos.

Lisa suspiró cuando Lydia la cogió de ambas manos y la miró con la culpa brillando en sus ojos verdes.

—Quiero que me prometas algo—murmuró Lisa, esperando un gesto de la rubiofresa, quien asintió enérgicamente—No quiero más secretos entre nosotras, Lyd. Siento que te pierdo y no lo soporto.

Lydia sintió como se le encogía el corazón al ver a su mejor amiga tan vulnerable, como no solía mostrarse ante nadie.

—No me vas a perder—le aseguró la rubiofresa—Jamás. Siempre juntas, recuerda.

Lisa sonrió con los ojos brillantes al escuchar como Lydia repetía las palabras que se habían dicho de pequeñas, cuando se prometieron que iban a ser mejores amigas para siempre. La joven Martin abrazó a su amiga, quien no dudó en devolverle el gesto.

Puede que estuviera ligeramente molesta, pero seguía siendo su mejor amiga, su hermana de distinta sangre.

Nunca duraban mucho tiempo peleadas o separadas.

Porque los Michaels y los Martin estaban destinados a protegerse mutuamente.

PRÓXIMO SHOT: ALLISON ARGENT

Teen Wolf One Shots [CERRADOS] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora