Capítulo 4

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Luego del suceso en el centro comercial, BaekHyun no tuvo una buena semana. Estaba deprimido, decaído y no estaba concentrado en el trabajo, por lo que tuvo que pedirle unos días de descanso a YiXing, quien no dudó en dárselos (BaekHyun sospechaba que el tipo sabía lo que había ocurrido y que le daba el permiso porque sabía que su primo la había jodido). JunMyeon estaba a su lado, consolándolo y dándole apoyo, y BaekHyun tiene que decir que el tipo siempre era una ayuda.

En esos momentos BaekHyun era totalmente dependiente de su amigo, era el menor quien lo apoyaba y ayudaba a seguir adelante con sus consejos, sus palabras de aliento o con su sola presencia. Fue buena idea ver películas de matanza y de comedia mientras comían chocolate de todas las marcas y tipos (proporcionadas por un muy dispuesto YiXing), eso lo ayudó a salirse del hoyo de mierda en el que se había metido por culpa de la nostalgia y los malos momentos del pasado que se aferraban a él para seguir atormentándolo, aún después de tantos años.

BaekHyun sabía que no tenía que aferrarse a su pasado de mierda porque era algo que simplemente no valía la pena, pero no pudo evitar pensar en las palabras del alto idiota y preguntarse si es que él tenía razón. Tal vez la culpa no fuera de los demás, sino de él; tal vez él no hacía las cosas bien o esperaba demasiado de la gente, tal vez era molesto y no causaba encanto a los demás como su físico lo hacía. No sabía las respuestas, pero algo tenía claro: ya no valía la pena ilusionarse o pensar en tonterías cuando, probablemente, él no estaba hecho para ser amado, así que debía dejar las cursilerías y los sueños tontos de un príncipe azul apareciendo en su puerta y caer en la realidad.

Los príncipes azules no existen, jamás llegará un hombre de brillante armadura tocando su puerta y ofreciéndole el mundo entero. Eso nunca iba a ocurrir.

BaekHyun siempre, desde que era sólo un niño, había deseado tener un amor tan bonito como el de sus padres, un cariño tan profundo como el que su madre le regalaba a su papá sin importar estar en la misma mierda, pasar hambre o tener tantas dificultades, siempre quiso que alguien lo mirara con la devoción que su padre le obsequiaba a su mujer, que lo respetara y pensara que él era su todo, pero obviamente eso no había llegado aún.

Lamentablemente, parecía que él tenía vista sólo para los imbéciles.

Ya estaban a día viernes y para ese momento estaba algo más repuesto y animado. Poco a poco estaba recuperándose a sí mismo y JunMyeon agradecía eso, porque realmente temía que su amigo tuviera una recaída como la última vez. Eso sí que había estado feo. BaekHyun se había bañado, preparado el desayuno para los dos (porque el rubio había decidido quedarse a dormir con él todos esos días) y sirvió el arroz en unos cuencos, pasándole uno a su amigo con una sonrisa brillante que le sentó de maravilla al menor.

—Que sonrisa más bonita. Me hace tener miedo —dijo el contador, comenzando a comer y cerrando los ojos con deleite, porque si había algo que era insuperable en el mundo era la sazón de su amigo—. Qué rico.

—Gracias —dijo el peliplateado, halagado, y tomó asiento a su lado para comenzar a comer—.

Pasaron un rato en silencio, dedicándose a desayunar sin ningún tipo de interrupción, y cuando hubieron terminado y JunMyeon acabó de lavar los trastes sucios y dejarlos en el lugar que les correspondía, BaekHyun lo llamó desde la sala.

—Oye, Jun, ¿recuerdas que hace algún tiempo te había dicho que quería hacerme un tatuaje?

JunMyeon hizo una mueca con los labios y se cruzó de brazos, ocupando el sitio disponible a su lado en el sofá.

—Sí, y recuerdo también esa estupidez de escribirte el nombre de Lee MinHo porque ¡míralo, Jun, es tan hermoso, y actúa tan bien y asfdgh! ¡Es taaaaaaaan perfecto, así como para mí!

II: Señor IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora