Ogigia

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Tras  4 semanas en Ogigia, Percy había mejorado increíblemente, el tener la libertad de soltar todo el poder sin miedo a destruir era refrescantes, los primeros días, había causado un diluvio peor que el de Florida y le había costado un par de días detenerlo, los pobres pegados estaban muertos de miedo y en cuando la lluvia paro salieron volando de la isla, también logro hacer nevar y crear una tormenta de nieve tan inmensa que pudo haber vuelto a congelar los Polos, los huracanes y los terremotos, había roto algunas montañas de la isla he inclusive Percy había podido crear un Tsunami de 800 metros de altura. 

En ese momento se encontraba sentado en la orilla de playa viendo el atardecer, sin duda Ogigia ofrecía los amaneceres y los atardeceres mas bellos, suponía que eso se debía por que la isla estaba siempre en movimiento, noto como Calipso tomaba asiento a su lado.

-Debo decir- comenzó la chica- que esa ultima ola me dio un poco de miedo.

Percy sonrío de lado- pude controlarla.

-Creo que estas listo.

-De verdad?-dijo girando la cabeza para verla.

Calipso asintió- estas ultimas semanas alcanzaste un aura divina.

-Creo que a los olímpicos no les gustara eso-dijo haciendo una mueca.

-Creo que les gustaría menos si no pudieras controlarlo.

-En eso creo que llevas razón.

Percy tomo un puñado de arena y vio como se escapaba de su mano.

-Estas melancólico- dijo Calipso.

-Eso solo que... extraño a mi familia ¿sabes? extraño a mi madre, a mi hermanita y extraño a Annabeth, Dioses!! como extraño a Annabeth.

-Ellas te deben extrañar a ti Percy.

Percy sonrío melancólico.

-Creo que es tiempo de llamar a los pegasos- dijo Calipso- esta noche, preparare una cena de despedida.

-Algo azul?-pregunto Percy esperanzado, desde que habían llegado a Ogigia no había comido nada azul y su felicidad bajaba con cada segundo que pasaba.

-Veré que puedo hacer por ti- dijo poniéndose de pie para irse hacia la cabaña.

Percy se quedo un rato mas contemplando el mar, de pronto sintió un leve vacío dentro de su pecho, recordó la conversación que había tenido con su padre días después de que llegaron.

Percy estaba intentando parar el diluvio que había creado, estaba intentando hacer llover, desde una leve llovizna, hasta el diluvio que caía en ese momento, el problema es que se había salido de su control y ahora no podía pararlo, no sabia en que momento la isla no había desaparecido, Calipso le había dicho que no se preocupara, que las barreras mágicas de Ogigia impedirían que eso sucediera, pero pudo ver cierta duda en su rostro después de un par de días con ese aguacero.

-Vamos, vamos- decía intentando concentrarse- vamos- la lluvia no cedía.- esto es inútil -grito a la nada.-soy un inútil. y se tumbo en el mar.

-No eres un inútil Percy- dijo una voz familiar a sus espaldas.

Percy se giro y encontro a su padre vivendolo desde la orilla.

-Padre!!-dijo poniéndose de pie- ¿Que haces aquí?

-Algunos Dioses están un poco molestos, por tu falta de control.

Percy agacho la cabeza- lo siento padre, no puedo hacerlo.

-Percy, mirame- dijo firmemente Poseidon.

El chico obedeció.

-Sabes que eres capaz de hacerlo, esta dentro de ti, solo tienes que encontrar la forma de... dejarlo fluir, justo como cuando Luke secuestro a tu madre y al padre de Annabeth.

-Eso fue algo que ocurrió en el momento, ni siquiera se como lo hice.

-Encontraste tu motivación.- dijo simplemente.- es todo lo que tienes que hacer.

Percy lo miro confundido.

-Solo tienes que hallarla.- 

-Cual es tu motivación padre?- pregunto después de un rato

Poseidon lo vio con ojos tristes- Es algo que no puedo tener- dijo para después brillar y desaparecer. 

Percy se levanto y camino mar a dentro, cuando el agua le llego hasta el pecho, saco una gota de mar con el dedo y la puso frente a el, cerro los ojos y cuando los volvió a abrir se encontró con la gota convertida en una bonita gema, Percy la tomo y salió del agua rumbo a la cabaña donde Calipso lo esperaba.

-Tardaste mucho- dijo la chica cuando lo vio llegar.

-Lo lamento- dijo tomando asiento- estaba haciendo algo- extendió la palma de su mano para que Calipso pudiera ver la gema.

-Es preciosa- dijo admirándola- es como una lagrima.

-Es un buen nombre,  lagrima del mar. 

-Seguro le encantara a Annabeth.

-No es para Annabeth -respondió- es para mi madre.

Calipso sonrío con ternura- eres un gran hijo Percy. 

-No creo que sea realmente de mi parte- dijo viendo la lagrima del mar.

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Desde que había llegado a Ogigia, Percy no había tenido sueños, pero en su ultima noche tuvo el peor de todos y el había recorrido el tártaro. 

Había una enorme pila de cadaveres y justo encima de ellos un trono, donde una figura negra se encontraba sentado, Tartaro,  justo debajo de los pies de Tártaro , su familia, Annabeth, su madre, su padrastro y su hermanita, al rededor todos sus amigos de ambos campamentos, Percy sintió como un tirón dentro de el grito, grito muy fuerte hasta que sintió como ola tierra temblaba.

-Eso es semidiós- decía Tártaro- abre mi salida, abre la tierra y déjame salir.

Percy no entendía lo que decía, solo quería correr y clavarle a contra corriente en el corazón, si es que ese ser tenia uno. Sintió cada vez mas fuerte las sacudidas, y de pronto sintió su cara arder. 

Percy abrió los ojos y se encontró con Calipso asustada.

-Para Percy- le grito-para ya!!

Tardo un momento en darse cuenta que estaba temblando, o mejor dicho que había hecho que temblara, Percy se concentro y poco a poco el temblor fue disminuyendo hasta que desapareció.

-Yo... lo lamento...-dijo con verdadero arrepentimiento- tuve un sueño...Tártaro, el quería que abriera la tierra.

-Esta bien- dijo de manera dulce Calipso- todo esta bien Percy. 

El chico asintió y vio como el amanecer comenzaba a hacer su aparición y con el dos figuras aladas que reconoció al instante, Calipso miro en esa dirección y sonrío.

-Volvemos a casa.









Sesos de Alga- PercabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora