Miércoles. Odio los miércoles. Serían perfectos si no tuviera a última educación física. Pero no, siempre hay alguna asignatura que jode el día.
A primera tenemos latín en mi clase, por lo tanto, voy hacia la puerta de ésta. Entro, ya que había tocado y me siento en mi sitio.
— ¿Tienes mucho sueño? — me cuestiona mi compañero Cameron sonriendo.
— ¿Tanto se me nota? — pregunto confundida.
— ¿No te has fijado en tu ropa?
— No llevaré el pijama, ¡¿no?!
— No — ríe —. Elle, llevas la sudadera al revés y para colmo, tienes un poco de cara en tu pasta de dientes.
— No me jodas.
Pues así era. Me quité con un pañuelo mojado la jodida pasta de dientes de la cara y me coloqué bien la sudadera. Soy un desastre. Y ni mi madre ni mis compañeros me avisan de nada.
---------------------— ¡Elle espérame! ¡Yo también voy a comprar un bocadillo! — exclama mi querida amiga Rebecca unos pocos metros atrás de mí.
Me giré para esperarla y justo mi cuerpo impacta con alguien y se le cae el desayuno al suelo. Joder. Si no me choco con alguien cada día, no soy yo. Levanto la cabeza y veo a Nate.— Lo siento. Perdón. Perdón. Lo siento, de verdad. Lo siento.
— ¿Cuántas veces te has disculpado? — ríe —. Yo también lo siento. No te preocupes.
¿Ese era Nate Anderson siendo amable conmigo? ¡Wow! Parece que ya no me tiene demasiado rencor.
Fui con Rebecca a comprar nuestro desayuno, y seguidamente fuimos con nuestras amigas.
— Creo que voy a suspender Matemáticas — dice Bianca desesperada.
— Tía, no empieces a agobiarte. Siempre te pasa lo mismo y al final en el tercer trimestre recuperas todo y apruebas — le digo animándola.
— Pero este año es diferente.
— ¿Diferente de que? Si es con el mismo profesor, loca — replica Sarah.
— ¡Loca tú!
— ¿Podéis callaros? — grita una chica del grupo de al lado nuestra. Es de un curso más mayor que nosotras.
— Cállate tú — le dije rápidamente. Vaya. Mierda. ¡Qué he hecho! Yo no respondo ese tipo de cosas.
— ¿Qué te crees muy chula niñata? — ¿Qué mierdas está pasando aquí? Esto parece una jodida escena de una película americana.
— No le hables así a mi amiga — replica Bianca.
Seguimos discutiendo un poco con estas chicas. Ashley no les dijo nada, pues es la más pacífica del grupo. La que nunca busca ni tiene peleas. De pronto apareció mi profesor de inglés.
— ¿Me podéis explicar qué está pasando aquí?
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Finalmente, le explicamos todo lo ocurrido al profesor y se "arregló" el conflicto. Pongo arregló entre comillas porque no es que se arreglara, si no que nos pedimos disculpas para no ir todas a dirección.
Ahora mismo me encuentro en mi habitación "estudiando", cuando de pronto suena el timbre. Eso significa que Adam ya está aquí.
No salgo de mi cuarto, simplemente, espero a que entre en mi cuarto, se sabe el camino. Pero después de unos minutos me doy cuenta de que tarda demasiado. A no ser que mi madre lo esté interrogando sobre lo que sea, no sé qué estará haciendo. Entonces, decido salir a ver dónde está. Y veo a una persona que realmente no esperaba ver ahora. A Nate. Con su madre. Hablando con mis padres. ¿Qué diablos hacen aquí?
Nadie se había dado cuenta de que yo estaba ahí. Hasta que de repente Nate me mira y seguidamente su madre.
— ¡Hola Elle! ¡Cuánto tiempo! — me dice dándome un fuerte abrazo.
— Sí, he estado ocupada — respondo confundida y le dedico una mirada de no entender nada a Nate.
— Estábamos dando un paseo por aquí y decidimos pasarnos para veros. Hace mucho que no estamos en contacto.
— Sí es verdad. Venga, anda. Iros a tu cuarto y dejarnos ponernos al día — nos comenta mi madre.
— Pero Adam...
— Adam nada. A tu cuarto. Con Nate.
¿Y qué se supone que debo decirle a Adam? ¿Y qué se supone que debo hablar ahora con Nate? ¿Y qué mierdas hago en la mitad del pasillo, con Nate atrás mío, preguntándome estas cosas?
— Tu madre está mejor. La veo más alegre.
— Sí, esto... Ya está mejor de todo. Hubo un momento en el que pensé que ella no podía aguantar más, pero sí que pudo.
— Claro que sí. Ella es fuerte.
Katherine, la madre de Nate tuvo una gran depresión cuando su hermano pequeño murió antes de nacer. Después de este suceso, metieron a su marido en la cárcel por una cosa que él no había hecho. Le acusaron de haber matado a alguien, y no supo defenderse. Y finalmente, su hijo mayor, el hermano de Nate, se metió en las drogas y se fue de casa.
— ¿Qué decías antes de Adam?
— Ah, es que iba a venir para estudiar matemáticas.
— ¿Estudiáis juntos?
— ¿No te lo ha contado? — niega —. Le estoy dando clases de las asignaturas que peor se le dan, y a cambio, el me ayuda a aprobar educación física. Bueno. Al menos intentar aprobarla.
— Ah, pues no sabía nada.
Uno. Dos. Tres. Cuatro minutos de silencio. Un silencio bastante incómodo.
— Silencio incómodo — decimos los dos al unísono y después nos reímos.
— Oye Nate, yo quería pedirte perdón.
— ¿Por?
— Por lo que pasó. Ya sabes. Lo que hice. Lo que te dije.
— Te lo agradezco. Y te perdono. Pero, ¿por qué lo hiciste?
— Estaba furiosa. Lily me dijo tantas cosas. Que si tú estabas harto de mi y de mis problemas. Y me echó la culpa de vuestra ruptura. Y fui una tonta al decirte todo eso y reaccionar en caliente, sin al menos haberlo hablado contigo antes.
— Como si no conocieras a Lily, Elle. Bueno. Dejemos este tema a un lado. Lo hecho, hecho está.
— Sí... Todo pasa por algo.
— Destino...
— Casualidad...
— ¿Quién sabe, no? — dice sonriendo.
— ¿Amigos? — le cuestiono extendiéndole la mano.
— Amigos.
Y en vez de darme la mano, me da un abrazo. Un larguísimo abrazo. De amigos.
Aquí tenéis otro capítulo. Espero que os guste :))
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Just be happy :)
Teen FictionSiempre hay un momento en la vida de cada persona en el que sientes que todo está en contra tuya, que no le importas tanto a tu grupo de amigos o amigas, o simplemente, que nadie te entiende. En ese momento a lo único que te dedicas, aparte de estud...