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Al día siguiente todos nos levantamos tarde menos Adam y Lisa que fueron despertados por sus hijos. Peter y Emma Se reunieron con nosotros para desayunar y planear el día, ya que mañana iba a ser el gran día.
Emma y yo iríamos a recoger nuestros vestidos porque les habían hecho ajustes. Emma era tan perfeccionista que hizo que me mandaran el vestido con una chica de vestuario que trabajaba con ella en las películas y series de las que supervisaba el maquillaje y vestuario. Solo para que me lo ajustara y lo regresara para mandarlo a arreglar junto al suyo. El vestido solo me había quedado un poco suelto lo cual hubiera estado bien pero para Emma no.

—Entonces ¿Dónde pasaremos nuestra luna de miel?— me preguntó Emma mientras yo esperaba en la sala afuera del vestidor y me probaba velos. Ver todos esos vestidos de novia solo me daba ganas de probarme uno, pero todavía no iba a decir nada. Si le decía algo a Emma iba a hacer que me los probara y no saldríamos de aquí y ella se distraería de su boda.

—¿Me preguntas a mí? Tú eres la que debería saberlo te vas a casar con él.

—Dice que es una sorpresa y tú eres su hermana favorita debió decirte algo.

—Soy su única hermana y no, no me ha dicho nada. Probablemente tengas suerte preguntándole a Matt, le cuesta guardar secretos.

—Lo intenté, Pete no le dijo. Solo sé que debo empacar traje de baño. —Salió del vestidor con su vestido perfectamente adaptado a su cuerpo.

—Pareces una princesa. —dije aguantando las lágrimas. Era un vestido corte de sirena con encaje, tenía lago de brillo al final de la falda.

—Gracias. —dio una vuelta, nunca la había visto tan sonriente.

—Oh ¿Recuerdas cuando planeábamos nuestras bodas de niñas?

—Sí, ambas nos íbamos a casar con príncipes, nos convertiríamos en princesas y viviríamos en enormes castillos. Tú con miles de perros y yo miles de conejos. Y si eso no resultaba yo me casaría con Gabriel Jerkins de la primaria y tú con Cooper.

—Qué bueno que eso tampoco pasó —bromeé, había olvidado mi crush por Seb cuando era una niña—. No puedo creer que el día ya está aquí —dije tratando de contener mis lágrimas de nuevo.

—Lo sé, encontré a mi príncipe, aunque estuvo todo el tiempo frente a mí de hecho y no me trata como princesa sino como una reina.

—Agradecele a mi madre por eso, ella se levantaría de la tumba y se lo llevaría con ella si no lo hiciera —bromeé.

—Hizo un gran trabajo, y tú también, sin ti no hubiera habido el estrógeno que los Wilson necesitaban para no volverse idiotas —agregó ella.

—Tomaré, el crédito por eso —suspiré—. Estoy tan feliz que te vayas a casar con él, no creo que haya nadie mejor en el mundo —empecé a llorar.

—No llores que me vas a hacer empezar también —me abrazó y me calmé.

—Más vale ahora que mañana ya maquilladas —reímos—. Vas a hacerlo llorarte felicidad —dije dándole un último vistazo al vestido. Una alarma con tono de campanas de boda surgió de su teléfono.

—Debemos irnos. El ensayo empezará pronto —Se volteó y le ayudé a desabotonar el vestido.


Llegamos a mi casa y nos preparamos para el ensayo, Emma usaba un vestido crema corto y yo usaría uno rosa claro, pero el cierre no subía.

—Ven déjame intentarlo. —Emma intentó subirlo pero se rasgó.

—Por favor dime que se puede salvar.

—Se puede salvar ¿haces milagros?

—¡Emma! —chillé.

Te quiero, por favor no te vayas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora