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La mañana siguiente a la boda acompañe a Peter y Emma al cementerio a visitar a mis padres. Ellos les hablaron sobre la boda y lo felices que eran. Después fui a dejar a los novios al aeropuerto. Peter iba a llevar a Emma a Hawái para su luna de miel.

Regresé a casa y Leo estaba preparando su maleta.
-¿Qué haces? -pregunté- No nos vamos hasta mañana.

-Si, sobre eso... -Me miró apenado.

-No, Leo, no.

-Lo sé, lo siento, pero tengo que volver. Te prometo que te compensaré. -Tomó mis manos pero me aparté, estaba muy molesta.

-¿Cómo?

-Moví tu vuelo al martes para poder quedarte un día más y llamé a tu jefa para qué te dejara. Y ya que en mi trabajo estuvieron molestándome todo el fin de semana me acaban de dar una semana en un mes y podemos venir.

-¿Pero qué hay de mi trabajo?

-Podrías pedir una también. Trabajas muy duro, no creo que te la nieguen. Si no puedo moverla yo hasta que tú puedas. Pero te prometo que volveremos pronto y ahora si, sin ningún tipo de llamadas de trabajo. -Sostuvo mi cara y acarició mi mejilla.

-Bien -acepté. 

-Te amo - me dio un beso que acepté con una mueca-. Me voy en media hora, así que me voy despidiendo.

Bajamos juntos, Cole y James veían una película con los niños y Adam estaba en el jardín con Lisa y Phoebe. Leo se despidió de todos. Phoebe y Lisa entraron con él para hacer refrigerios. Yo me quedé con Adam en los columpios. Mi padre los construyó para Adam, Cole y Matt. Para Peter, James y yo nos construyó una casa del árbol porque los grandes no nos dejaban usar los columpios.

-Entonces ¿no te molesta que me quedé un día más? -Le pregunté a mi hermano mayor.

-¿Bromeas? Amo que estés aquí, todos lo hacemos -respondió.

-También me gusta estar aquí.

-Podrías mudarte de nuevo cuando te cases. No a la casa, pero a Los Ángeles, podrías conseguir empleo, estar más cerca de tus sobrinos que te aman.

-Eso quisiera, pero Leo también tendría que empezar de nuevo en su trabajo y le está yendo muy bien. No creo que esté de acuerdo fácilmente. También tiene a su madre y no querrá dejarla sola.

-¿Estás segura de eso?

-¿De qué? ¿Que será difícil convencerlo?, sí.

-No, de casarte con él. Sé que no lo conozco mucho, pero no sé...

-Estoy segura, soy feliz.

-Bien, entonces, ¿dónde será la boda?. ¿Cuántos invitados quieres? Debo saber cuánto me costará esto.

-¿Qué? No, Adam no tienes que pagar nada más que tu boleto y los de tu familia en caso de que sea en Italia.

-Papá me dejó con su cargo y según la tradición familiar un padre paga las bodas de sus hijas.

-Hace siglos. En este siglo yo puedo pagar por mi boda. Además, tú tienes hijos que mantener.

-Bueno déjame pagar la mitad.

-No. Leo y yo pagaremos cada quien la mitad.

-Déjame pagar la mitad de tu mitad.

-No Adam.

-Nena, ya me voy -dijo Leo.

-Leo dile que no tiene que pagar por la boda -dije.

-De ninguna manera te dejáremos hacer eso Adam, no.

Te quiero, por favor no te vayas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora