Parte 5: Ángel

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5-Ángel

--Año 1940. Segunda Guerra Mundial: Alemania—

**Yhwach**

El alba me despierta sobresaltado al no haber oído la trompeta anunciando un nuevo día en este campo de condenados. Me giro en la cama gruñendo por la pereza de tener que levantarme y veo que hay un hueco vacío a mi lado. El aroma del cabello de Jugram aún perdura en mi almohada y cierro los ojos mientras paso mi prominente nariz para degustar ese olor.

-General, ya es de día- Jugram aparece de nuevo en mi habitación tras salir del baño con una toalla cubriendo sus caderas. El pelo mojado se le pega sensualmente a la cara y pecho, justo por encima de los pezones, que por cierto tiene bastante rojizos por la fuerza de mis dientes.

-¿Cómo quieres que vaya a matar judíos si provocas que te folle?-

-No hace falta que les mates. Dales algo de esperanza-

-¿¿Esperanza?? ¡JÁ!! Saben cuál será su destino, yo lo sé-

-Yo siento lástima por ellos- miro sorprendido a Jugram que se abraza así mismo mostrándome una triste expresión. –yo no he matado a ninguno....ni quiero hacerlo-

-Tú no te mancharás las manos de sangre ¿me oyes? Para eso estoy yo- me incorporo del lecho y acaricio su rostro antes de besarle.

-que joven eres...se notan tus veinte años, rubio-

-Soy un hombre hecho y derecho.-

-Yo no te veo tan derecho hoy. Enderézate- Jugram hace el esfuerzo pero jadea al sentir un pinzamiento en la cadera. Eso me hace reír con malicia provocando su enfado.

-Da gracias a que puedes moverte tras mis brutales embestidas...- le muerdo el lóbulo de la oreja haciéndole suspirar. Cuando se ruboriza es más hermoso aún si cabe. Destrozo totalmente su coraza de chico frío y serio.

-Hoy tengo que salir del campo. Me reclaman en la capital-

-¿tardarás mucho?-

-Un par de días a lo mucho. Te dejo al cargo en mi ausencia, si alguien osa desobedecerte, tienes mi permiso para meterle una bala entre ceja y ceja-

Jugram se estremece al oír eso y yo maldigo entre dientes. No olvido que hace meses él estuvo a punto de morir por un disparo así y he sido un idiota al recordárselo. Llevamos con suma discreción nuestra relación, porque es curioso y horripilante que estemos condenando a judíos maricas cuando nosotros disfrutamos del sexo anal sin impedimentos. Claro que yo soy alemán y el resto no son nada.

Por desgracia el tiempo que paso en Berlín se transforma en tres meses. Primero por mis obligaciones con los oficiales de allí y segundo, porque recibimos un ataque enemigo que me dejó con una pierna inmovilizada un par de semanas cuando se me cayó encima parte de un edificio. Al volver a Auchswitz es mi cuarto mes de ausencia y las cosas han cambiado más de lo que pensaba. Ahora hay más judíos en los barracones, tantos que apenas mis subordinados dan abasto para vigilarles. El horno crematorio está roto desde hace un mes y los soldados están tirando de la cámara de gas continuamente. Pero eso no es lo que me preocupa realmente. Cuando entro en mi despacho, en vez de encontrarme a Jugram, encuentro su uniforme doblado en la mesa, con sus medallas y una carta oficial de las "SS".

-"Debido a la procedencia materna del teniente Jugram Haschwalth, se le condena a permanecer como prisionero en el campo de trabajo hasta nueva or....den...."-

Un alarido sale de mi garganta mientras destrozo todo lo que hay en mi mesa antes de salir con mi pistola y escopeta al patio buscando a los responsables de esto. El primer soldado que me dice que no sabe dónde está el teniente, le reviento el pecho de un disparo y a los siguientes no puedo más que golpearles cuando intentan quitarme las armas.

"Los olvidados"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora