Capítulo 2.- Debani y los problemas que provoca (Parte 5)

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Las clases que quedaban antes de la hora de salida me parecieron demasiado largas. En mi cabeza muchas ideas daban vueltas y vueltas, molestándome cuan zancudos por la noche. Ciertamente había pensado en las oportunidades que tendría si Debani conseguía su objetivo, pero el mal rollo que me causaba esa situación no disminuía. Y no, no eran celos, ya que ni siquiera estaba agitado. Era solamente que no dejaba de pensar en eso.

Hacia la penúltima hora de clases, Debani me pasó un papelito, estirando el brazo hacia atrás sin voltear a verme.

"Releyendo los consejos que me diste ayer, me doy cuenta que algunos son cosas vergonzosas", ponía en el papel.

Miré a Debani, al menos su nuca, y ladeé la cabeza, trazando una mueca de fastidio que ella no podía ver.

––¿Mi clase le aburre, Eduardo? ––preguntó la maestra que nos daba clase en esos momentos.

Muchos de mis compañeros, entre ellos Debani, centraron su atención en mí.

––Para nada, profesora ––Me llevé una mano a la nuca y fingí una risa bastante creíble.

––Entonces ponga atención, por favor. Esta lección es importante.

––Lo haré.

Hubo algunas risas, pero el orden se reestableció enseguida. Debani y yo intercambiamos miradas por un momento; ella con expresión interrogativa y yo indiferente. ¿En serio no se había enterado que el regaño fue por su culpa?

Apartó la vista y volvió a centrarse en sus asuntos. Libre de toda atención, escribí mi respuesta y le devolví el papel.

Al leerlo, la chica frente a mí dio un respingo y me volteó a ver por encima del hombro. Yo la saludé agitando una mano discretamente.

Entonces Debani escribió algo frenéticamente y me pasaba el papel nuevamente, echo bolita.

"¡Eres un imbécil! ¡No sé por qué te pedí ayuda!"

Me llevé una mano a la boca para reprimir la risa. Luego escribí:

"Es la verdad. Si eres tan reservada y anticuada, vas a perder contra Susana".

Obtuve como respuesta:

"Yo no soy una ofrecida y mucho menos voy a actuar así".

Me recliné en mi asiento. En ese momento, la maestra apuntaba hacia nosotros y parecía que estaba a punto de decirme algo. Sin embargo, en el último momento volteó a ver a alguien más mientras continuaba con su lección.

Escribí mi respuesta y le regresé el papel a su dueña.

Esta vez Debani demoró más tiempo en pasarme el papel, el cual parecía a punto de romperse.

"Quizás tengas razón, pero ¿realmente debo comportarme así".

Con semejantes dudas yo la veía en un deplorable futuro en el que probablemente sería una solterona resentida con la vida que le negó una pareja estable. Poco importaba que fuera mi amiga

"Yo sólo te aconsejé, pero no creo necesario que seas exactamente así. Si ocurriera, Alejandro seguro que no elegiría a ninguna".

"Hablas como si tuvieras mucha experiencia, mujeriego sinvergüenza".

Claro que mi experiencia era vasta. Que las chicas optaran por rechazarme lo veía yo como amabilidad de su parte por sentir que no me merecen, pero no saben que a mí me gustaría poder hacer felices a todas. Soy muy capaz de ello.

Justo en el momento en que escribía mi respuesta, una sombra se ciñó a mi lado. Al voltear, vi a la maestra con los brazos en jarras y con una expresión seria.

¿Por qué no soy yo el protagonista de este harem?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora