CAPÍTULO 1

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Muchas veces me dijeron que la época escolar era mucho mejor que la universitaria; pero, supongo que para todos no será igual, mi vida como universitaria fue mil veces mejor digamos que me gusta ser independiente la idea de poder decidir sobre mi misma me emocionó demasiado.

Las clases están pasando rápido por lo que no siento el transcurso de la hora. Ya llego mí hora libre, hora de comer.

— Hasta que te encuentro — Irene viene corriendo hacia mí.

— Estuve en clases toda la mañana, recién puedo ir a almorzar — le dije.

— Al fin, vamos muero de hambre — Irene me jala del brazo y nos dirigimos a la cafetería.

Durante el almuerzo conversamos sobre nuestro día, mientras disfrutábamos una deliciosa pizza. Irene es mi amiga, en realidad la única, tengo agradables compañeros de clases; pero, no soy una persona que hace amigos rápido, ya que es muy difícil que cualquiera entre a mi vida no, me gusta perder a la gente a mi alrededor, por lo que prefiero tener un círculo familiar pequeño, Irene es mi mejor amiga y la mejor nos conocemos desde hace diez años y hasta ahora la considera la más cercana.

— La pizza estuvo deliciosa — me comenta Irene, mientras nos dirigíamos a la salida.

— ¿Tus clases también terminaron? — le pregunto.

— No tengo clases hasta las 8 — me responde.

— Las mías ya terminaron, quieres que te espere puedo ir a la biblioteca.

— No, no te preocupes, cuando terminen mis clases iré a casa ya vete — Irene y yo vivíamos juntas en un pequeño departamento a dos cuadras de la universidad, por lo que siempre volvíamos caminando.

Salí de la universidad, y me dirijo a una tienda de conveniencia para comprar un par de sopas ramen, las amo; además me da un poco de pereza hacer la cena.

Cuando estoy pasando por un angosto callejón, siento que me están siguiendo. Okey es un poco aterrador, no voltee y acelere el paso poco a poco hasta que comencé a correr, cuando estaba por salir escucho que gritan.

— Oye, espera — gritan detrás de mí

Una parte de mi decía que no voltee; pero, aun así lo hice.

Frene el paso y voltee, era un chico que caminaba hacia mí.

— ¿Por qué corres? — me preguntó cuándo llega al frente mío; es un chico alto, pelinegro, con unos grandes y redondos ojos del color más extraño, eran una especie de verdes con caramelo; pero si los veías realmente bien también tenía un color grisáceo, eran realmente hermosos.

— ¿Estás ahí? — me pregunta con uno tono de burla.

Me percate que me había quedado embobada mirándolo, y me ruborice de inmediato.

— Si, lo estoy — respondí de inmediato, con lo avergonzada que estaba.

— No entendí porque corriste — me dice

— Bueno, sentí que alguien me seguía; además, no me llamaste ni nada, y corrí porque me asuste pensé que eras un ladrón o algo así.

— En serio, eres algo paranoica. Bueno ten — estira el brazo y me tiende una cartera, mi cartera.

— ¿Cómo es que tienes esto? — le pregunto. Pero, primero como es que no me di cuenta que no la traía conmigo.

— Lo dejaste caer, cuando salías de la universidad —respondió el pelinegro.

— ¿Estudiamos juntos? — le pregunto.

— Uhmm, no; te vi pasar cuando salías de la universidad y supuse que estudiabas ahí — me contesto.

— Oh, bueno gracias y lo siento por haber corrido —agache la cabeza avergonzada.

— No deberías ser tan miedosa, tienes muchas maneras de poder defenderte — me dijo, con mucha certeza como si me conociera o algo así.

— En realidad no creo que pueda defenderme tan fácilmente — como se supone que me defienda, no era una debilucha; pero, tampoco es como si hubiera estudiado defensa personal o algo así.

— Es lo que creo yo; bueno nos vemos... creo que tienes mucha hambre — me dice con gracia.

— ¿Por qué crees que tengo hambre? — le pregunto

— Digamos que durante nuestra pequeña charla tu estómago no dejaba de gruñir — me responde, con una sonrisa burlona en su rostro.

— Oh — fue lo único que se escapó de mis labios.

Como es posible que ese chico me haya hecho avergonzar tantas veces, mi rostro estaba tan sonrojado que no lo podía ocultar, además mi piel tan blanca no ayudaba, ya que cuando me sonrojaba me convertía en un tomate.

— Bueno, ya me voy — le dije y salí caminando lo más rápido posible para alejarme del lugar y de ese chico que hizo que mis palpitaciones lleguen a mil por segundo.

DENANWhere stories live. Discover now