CAP 2

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DECLARO:

YuGiOh! Es propiedad de Kazuki Takahashi, así como los respectivos personajes del anime y manga.

La historia es bajo mi autoría @DarkPurpleShine

Prohibida cualquier adaptación y/o copia parcial o completa.

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Llegar a casa no fue un problema, mis pies siguieron solos el camino habitual. Incluso buscar las llaves, abrir la puerta y subir a mi habitación para encerrarme no era un problema.

Mi tía Ishizu, tampoco rondo por mi cuarto preguntándose por qué no bajaba a cenar o por qué no salía de mi habitación durante el fin de semana. Ella sabía que para mantener unas notas aceptables debía estudiar duro. Las posibilidades de entrar en la universidad de mi preferencia eran pocas y ella deseaba que fuera feliz, encontrara mi independencia e hiciera lo que más me guste.

El problema real, fue cuando pasado una semana, se reporto mi ausencia en las aulas. La llamada del instituto no se hizo esperar y buscaban que cuando me presentara nuevamente, llevara conmigo justificantes médicos, cosa que mi tía aceptó sin poner objeción. Ella se encargaría de hablar con Mahad al respecto, su esposo la ayudaría sin dudarlo, él siempre ha sido un esposo devoto hacía sus deseos.

Escuchar los pasos de Ishizu cerca y tocar la puerta varias veces durante el día, fue angustiante pero al llegar la noche era ya insoportable. Había estado toda la semana de la misma manera, con el pijama puesto por inercia, me despertaba para tratar de salir de la habitación pero era imposible. Recordar, eso era lo que me atormentaba, recordar cómo paso. Mis impulsos reprimidos fueron todos cargados y dirigidos a demoler la pared que había creado el verano pasado. Cuando por casualidad me encontré con Yugi en la heladería; después de pasar unas horas comiendo y hablando en el parque, caminamos por la orilla del rio hasta llegar al cruce que siempre nos separaba en direcciones opuestas.

Al llegar a casa y reflexionar un poco sobre cómo estaba expendiendo el tiempo, se dio cuenta de lo que había pasado. Toda una tarde con Yugi, y eso no sería raro, de no ser por los detalles que empezó a enumerar en su mente. Nunca se había fijado en el color de sus ojos o ¿cuánto estos eran grandes a comparación de los suyos? En qué momento se habían cogido de las manos para caminar por el río o ¿desde cuándo tenía ese olor dulce? La sensación en su pecho cuando se separaron. ¿Era dolor? ¿Era molestia? ¿Que era?

Al día siguiente hablaría con Seto al respecto. Actualmente Seto salía con la chica más linda, según él, de todo el mundo. Kisara Halackti, así se llama ella, cada vez que Seto la nombraba era como ver a un tomate andante, la cara se le ponía roja. Decir que esto era fantástico, era poco. Seto Kaiba no demostraba mucho, el aire de seriedad, le daba ese no se qué, que volvía locas a las chicas del instituto. Y aunque muchas lo llevaron a la parte trasera de los edificios con cartas de confesión o con simples elogios, ninguna había podido hacer lo que ella hizo.

Llamarlo y decirle que era urgente, que solo él podía ayudarlo. Habían sido sus palabras precisas para convencer a Seto de ir a su casa y hablar la tarde siguiente. Cuando el meollo del asunto empezó y termino. Seto abrió la boca para preguntarle si había tenido experiencias parecidas con otras personas. La respuesta fue clara y fuerte. Después de ese día debía convencerse, esto no podía estar pasando, él era un chico convencional y quería una vida convencional.

Tomar una decisión tan apresurada en ese momento fue todo lo que bastó para estar seguro de sus pasos, lo aborrecería, la próxima vez lo detestaría, el próximo encuentro lo aplastaría y mataría todo eso raro dentro de él.

Seto no estaba de acuerdo pero le apoyaría, permanecería a su lado, eran amigos cercanos, y aunque se separaron casi toda la primaria y secundaria, ahora en el instituto eran un apoyo mutuo.

Seto no debía saber de quien hablaba, se daría cuenta cuando me viera actuar, cuando lo viera a él.

Todo el resto del verano, me obsesione con evitar a Yugi, de todos los modos posibles. Incluso empecé a estudiar y avanzar los cursos para estar preparado en los exámenes venideros, no conteste sus llamadas o sus mensajes. Yugi debía de desaparecer, era mi cometido, era mi batalla interna.

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