Él no era de los chicos que decían cosas bonitas, sin embargo cuando los dos se escabullían a la playa, y él la tomaba de la mano y la miraba con aquella intensidad que hacía que su piel ardiera, a Amaia no le importaba nada mas. No tenían una relación normal, él era un chico duro y Amaia intentaba serlo pero los dos sabían que no le quedaba mucho el papel, sin embargo, Leonardo la adoraba. Nunca había salido con una chica como ella, casi todas con las que había salido eran un poco mas...experimentadas y se aburría muy rápido. Pero con Amaia disfrutaba enseñarle tantas cosas que nunca se aburría. Además, solo con ella había podido abrirse un poco, solo a ella había sido capaz de contarle por todo lo que había pasado en la vida, igual que ella lo había hecho con él, contándole lo mucho que odiaba a su madre por haberle jodido la vida y luego deshacerse de ella, y a su padre por olvidarla. En eso tenían algo en común, Leonardo nunca había conocido a su padre, y había sufrido maltrato por su anterior padrastro, vamos, una pareja de lujo, como solía bromear ella sacándole un poco de seriedad al asunto y haciéndolo reír. Quizás Amaia era esa persona especial que él había estado esperando todo ese tiempo...aunque no supiera como decírselo con palabras.
Amaia pensaba en aquel roce de labios con Alfred, tenia ya unos cuantos días sin verlo, quizás el estaba huyendo, o quizás de verdad estaba ajetreado con los exámenes. De cualquier forma no podía dejar de preguntarse si aquello había significado lo que ella pensaba, ¿Alfred podría sentirse atraído por ella?. Eso hizo que ciertas cosquillas invadieran su tripa.
Giró la vista y vio a Leonardo mirándola atento.
-¿Qué?.-Preguntó ella al notar que él la miraba durante largo rato. Ambos estaban tumbados en la arena, era de tarde y se habían saltado la última clase para compartir besos, caricias y uno que otro cigarrillo.
-Nada.-Dijo él sonriendo a medias y acercando su boca a la de ella. Amaia abrió la suya con gusto sintiendo ese delicioso placer crecer en su cuerpo mientras juntaban sus lenguas. Siempre era igual, se besaban hasta que ambos no podían respirar, y luego se miraban sonriendo.
Él no lo soportó mas y se colocó sobre Amaia quien no puso resistencia, todo lo contrario, lo tomó por la nuca sintiéndola mojada por el sudor, pero eso le encantó, igual que el sudor que se pegaba a su camiseta y su espalda...una espalda que le encantaba acariciar. Leonardo desataba tantas cosas en ella que Amaia a veces se preguntaba si era normal el sentir tan intensamente. Cuando respirar les fue imposible a ambos se separaron inhalando aire, pero sus labios volvieron a juntarse muy pronto, él sin demasiada delicadeza introdujo la mano dentro de la camiseta de ella tocando su piel caliente...
-No...-Amaia lo apartó enseguida.-¿Estás loco?, aquí no podemos.
-¿Por qué no?, ¿no eres mi chica?.-Preguntó él en un susurro.
-¿Lo soy?.-Dijo sorprendida y él río divertido.
-Claro que lo eres, tonta.
Ella sonrío acariciándole el pelo.
-Me encantas, Leo.
-Y tú a mi, Amaia...te aseguro que no estaría temblando ahora si no fuese así.
Ella le acarició el rostro con delicadeza y suspiró.
-Tengo que irme...
-¿Ya?.
-Ya sabes, mi hermano...
-Eres la primera chica que conozco a la que le monta la bronca su hermano.-Le dijo sentándose a un lado.-¿Por qué no lo mandas a la mierda y ya?, no tiene derecho a controlar tu vida.
Amaia frunció el ceño.
-No lo entiendes, Javi tiene mas derecho que mi padre o mi madre...al menos él si se preocupa por mi.
