SEIS

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Daichi terminó de vestirse y miró la hora en el teléfono, eran las seis y tres minutos de la mañana y había decidido que era incapaz de decidir. Era una postura cobarde pero aún no era un no. Solo necesitaba sopesarlo más, con un café cargado que le desembriagarse del encanto de Suga.

Así que iba a irse, pero por educación y pensando que no dejaba de ser un buen amante, esperó sentado sobre la cama hasta que Suga regresara de la ducha, sin embargo al oírle salir no fue con él. Daichi se extrañó así que salió de la habitación a buscarle. Lo encontró en el salón donde había dejado sus cosas la pasada noche, pensando que dormiría en el sofá.

Suga iba vestido con un pantalón gris y una camisa, estaba descalzo y se secaba el cabello con una toalla en la mano, en la otra estaba sujetando la libreta de Daichi, donde apuntaba las notas para hacer el informe. Había ido al salón a preparar la mesa para el desyuno y lo había encontrado justo ahí.

Al verle, Suga se sorprendió de encontrarle todavía ahí, pero más sorprendido estaba él.

«No, por favor no», pensó Daichi y tras tragar saliva avanzó un paso hasta él.

—Suga, te lo puedo explicar...

—No tienes que explicarme nada —dijo en tono neutro.

—Yo...

—Ya me ha quedado claro en la habitación, lo de anoche fue solo... pues de anoche. Lo entiendo ¿vale? Entiendo que te vayas no necesito que me justifiques nada.

Suga miró su cara con los ojos expresaba culpabilidad y nerviosismo y entonces creyó entender por qué Daichi se veía así.

—Daichi... Si me mentiste y resulta que sí tienes mujer... por favor no lo digas ya ahora, sería tarde y no quiero pensar en ello.

—¿Qué? —prensó desubicado.

«Aún no la ha abierto. No ha leído nada», pensó Daichi esperanzado.

—Detesto la infidelidad y las mentiras —dijo en su propia película, ajeno a lo que realmente estaba preocupando a Daichi.

Ante su silencio y su expresión indescifrable Suga volvió a malinterpretar la situación. Apoyó la libreta sobre la mesa y colocó una mano encima de esta.

—Maldita sea, Daichi, sí estás con alguien ¿verdad? Ya decía que un hombre como tú no podía estar soltero...

—No... —habló por fin—, no, Suga, nada de eso.

Este movió los ojos hasta los suyos, sopesando si creerle, pero era débil a la mirada oscura y profunda de Daichi y aunque hubiera sido una mentira más la hubiera tragado.

—Entonces qué me tenías que explicar ¿por qué esa cara?

—Nada —dijo pero un vistazo rápido a su libreta le traicionó.

«Debí irme», antes pensó.

Suga no entendía ese cambio de actitud y le repugnaba pensar que se lo hacía por haberse acostado con él y como ya no necesitaba nada más daba igual dejar de ser educado.

—Será... mejor que me vaya ya... —comentó alterado alargando la mano con intención de arrebatársela pero Suga ante esa actitud la agarró de nuevo y se apartó.

—¿Por qué de pronto tienes prisa, Daichi? ¿No vas a desayunar aquí y a despedirte de los niños?

—Vamos Suga, con lo que pasó anoche, sería muy incómodo para mí —dijo sin pensar en sus palabras, solo estaba concentrado en lograr salir de allí con la libreta sin que Suga la viera, pero se vio desesperado y ansioso. Fue culpa del tormento que le causaba la posibilidad de verse descubierto frente a Suga después de la hermosa noche de sudor que habían compartido. No era así como quería que ocurrieran las cosas.

Guardián del nido [DAISUGA]🐣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora