CUATRO

1.1K 197 135
                                    

Aquella tarde Daichi regresó a la casa cerca de las tres de la tarde pero esta tarde ni siestas ni juegos, cuando llegó los encontró riñendo. Al parecer Suga les había prometido a todos ir a ver una película al cine hacía semanas pero ahora justo que iban a ir Tsukki había enfermado.

—Tsukki ha tenido dolor de cabeza toda la noche... ahora está dormido —le explicó Suga a Daichi.

—Yo me quiero quedar con él... —dijo Yams con un puchero—, me da igual no ir a ver la peli.

—Ese no es el problema, cariño... Chicos, lo siento pero ninguno iremos hoy al cine.

La protesta fue contundente.

—No gritéis que Tsukki está malo, le váis a despertar. Así que vamos a estudiar como si fuera una tarde normal.

—Siempre lo arruina todo... —masculló Kage-chan.

—¿Qué película es? —preguntó Daichi.

—Una de un perrito con superpoderes que les encanta...

—No es cualquier perrito —explicó indignado Ryu—, ¡es Spirke, el super cachorro volador!

—¡Es un héroe! —añadió Asahi.

—¿Y váis en miércoles? —preguntó extrañado.

—Es que es el día más barato y sino es imposible pagarlo... —le contestó Suga.

—¿Y no podéis ir el que viene?

—¡Esta semana la quitan! —se quejó Noya.

—Ya veo... no debisteis esperar entonces al último momento, Suga...

Suga lo sabía, pero no era nada fácil organizar sus días como para además tener en cuenta la cartelera. Daichi sonrió al verlo tan desbordado, era cruel pero también dulce ver que era humano y se le escapaban algunos detalles.

—Lo siento mucho chicos, podemos esperar, seguro que muy pronto la pondrán por la tele.

—Jo... —dijeron algunos, con pucheros.

—Vaya caca... —refunfuñó Ryu-chan.

—¡Esa boca! —le riñó Suga.

—Se me ocurre... —habló Daichi—, que podéis ir vosotros y yo me quedo aquí con Tsukki. Está durmiendo y si se despierta sé lo que hay que hacer, soy educador también.

Todos los niños se alegraron al oír eso pero Suga no lo tenía tan claro. Nunca había dejado a ninguno de sus niños con otra persona con la que no tuviera muchísima confianza, y con muchísima confianza se refería solo al pediatra y a la señora de la verdulería que tantas veces le había ayudado en el pasado.

Daichi tragó saliva al verle pensándolo.

«Si acepta y pongo en mi informe que dejó a uno de los niños por irse al cine... Definitivamente cerrarán este sitio, pero... empiezo a pensar que tal vez Suga no merece eso. Ninguno de los niños lo merece», pensó Daichi sin apartar la vista de los pequeñitos tratando de convencer a Suga.

—¿Estás seguro? —le preguntó Suga.

—Claro, los niños están ilusionados, serán como mucho dos horas y seguramente Tsukki esté dormido todo el rato.

Suga se mordió el labio, no le convencía, pero Daichi solo le sonreía.

—¡Vamos, por fi! ¡Por fi! —insistían los otros.

—No te lo pienses tanto —añadió Daichi y le palmeó el brazo—. Vamos que llegaréis tarde.

—Bueno...

Guardián del nido [DAISUGA]🐣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora